Las ediles de los comunes Janet Sanz y Ada Colau durante un pleno municipal
Era demasiado pedir que el perro del hortelano no comiera pero que dejara comer. También era demasiado pedir que aquellos que se autocalifican de izquierdas dejaran de ser quintacolumnistas de Vox, Junts y PP. Y mucho más extraño, que esa mal llamada izquierda pusiera como excusa para no votar los presupuestos de Barcelona que no había tenido tiempo de negociar. Ahora, con los presupuestos rechazados podría Barcelona en Comú traspasar la delgada línea del ridículo y plantear una alternativa con esa derecha con la que tan cómoda se encuentra votando contra un ayuntamiento de izquierdas.
Los Comunes son testimoniales en Catalunya y fuera de Barcelona ciudad son una mera entelequia. A este paso, si pasan de ser útiles también recogerán unos mermados frutos en las próximas elecciones. Los ciudadanos votan a favor de un proyecto que les ilusione y rehúyen de aquellos que solo votan en contra de los proyectos de los otros, salvo cuando consideran que esta opción “contratodo” es una enmienda a la totalidad de lo existente.
Este es el caso, hoy por hoy, de Aliança Catalana. No aporta soluciones pero sí soflamas con soluciones mágicas al estilo de los viejos crecepelos milagrosos que se vendían en las ferias. Podemos y los Comunes fueron esa alternativa pero los ocho años de Colau los han vuelto a colocar en el establishment. El problema es que todavía no se han enterado.
Por su parte, Junts también parece cómodo con la rancia derecha española. Se les nota que todavía supuran por la herida de perder la alcaldía. Dicen que se la robaron, pero lo que pasó se llama mayorías y, de momento, es una regla de oro de la democracia. Decir que la propuesta de Collboni es perpetuar el modelo Colau es un oxímoron. No se parecen en nada. Vamos, como el agua y el aceite.
Ahora, el alcalde tira por la calle del medio y se someterá a una moción de confianza. Perderemos un mes pero tendremos presupuestos. Quizá en este tiempo muerto, Junts y Comunes tengan tiempo de buscar un candidato para las próximas elecciones porque, hoy por hoy, los números del 27 no les auguran nada nuevo. Y a Barcelona tampoco porque el fantasma de la Orriols barcelonesa planea como el buitre esperando a su presa en el desierto.
Los Comunes de Tarafa, Janet Sanz está en retirada, habían arrancado cuestiones importantes al PSC. A última hora pedir conejos en la chistera es lo mismo que pedir peras al olmo. Haber estudiado, diría un joven. Es decir, haber trabajado en un pacto sólido, y para hacer esto hace falta tiempo, paciencia y diálogo. Pero en los Comunes, la soberbia ocupa todo el espacio que les deja la autosuficiencia sectaria. Diálogo, paciencia y tiempo no están entre sus prioridades.
Cuando juegas con fuego tienes muchas posibilidades de quemarte. A este paso los Comunes van a churrascarse. Llevan dos años y medio fuera de la política municipal. Colau estuvo un año calentando la silla. Luego amagó con volverse a presentar pero los números no garantizaban sus ansias de revancha y de recuperar la vara de mando. Sin Colau, Sanz tomó el timón de un barco hasta que se percató que va a la deriva y anunció que toma camino de Villadiego. Ahora, están sin proyecto y sin líder votando la derecha y la extrema derecha. Una extraña forma de decir que son de izquierdas. Lo dirán pero ya les aseguro que no lo parecen a no ser que hayan reinventado la pinza con la derecha pegando patadas en el culo a Barcelona.