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El Rey Felipe VI durante su visita al mercado de La Florida, en L’Hospitalet de Llobregat

El Rey Felipe VI durante su visita al mercado de La Florida, en L’Hospitalet de Llobregat Òscar Gil Coy

Opinión

La Monarquía

"Si Jordi Pujol representara la República y el bisnieto de Alfonso XIII la Monarquía, no hay duda de que la mayoría estaríamos con Felipe VI. Pese a su padre"

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Como dejó dicho Josep Tarradellas, lo peor que se puede hacer en política es el ridículo. Y eso es justamente lo que está haciendo Juan Carlos de Borbón estos últimos años.

Reconciliación, la autobiografía que le ha escrito Laurence Debray, es una recopilación de argumentos en torno a su persona, no para reconciliarse, sino para congraciarse con esos españoles a los que ha decepcionado mientras arruinaba su vida; y quién sabe si la Monarquía.

Ese afán por enmascarar su avaricia y un carácter que le condujo al extravío, le lleva a encadenar reproches sin recato contra su hijo y la esposa de éste —el Rey y la Reina—.

Aunque Juan Carlos reitera que no tiene cuentas pendientes, lo cierto es que sigue en Abu Dabi porque ni en la Zarzuela ni en la Moncloa lo quieren cerca. Nadie duda de que si otro ciudadano reuniera sus antecedentes, ya estaría procesado.

No solo ha dejado a su estirpe por los suelos, sino que aún porfía en su labor dinamitera. Pese a que lo ha puesto a huevo para que resurja el sentimiento republicano, quizá la gente no tenga clara la conveniencia de un presidente en la jefatura del Estado.

Puede que esa duda tenga que ver con el hecho de que Felipe VI parece haber heredado lo mejor de la época dorada de su padre. Las palabras del monarca en su visita del lunes a L’Hospitalet van en esa línea.

La población del Baix Llobregat celebra el centenario de su reconocimiento como ciudad, un ascenso que firmó Alfonso XIII. En estos tiempos en los que la emigración se ha situado en el centro de la polémica, en la piedra angular de la política de egoísmo, el Rey estuvo muy bien.

“Los sectarismos son malos consejeros y las soluciones simples no suelen ser duraderas ni solidarias”, dijo. Sabía donde estaba: un lugar que en esos 100 años ha pasado de 20.000 a 480.000 habitantes: “Hay una gran dignidad en tratar de progresar”.

Mientras pronunciaba estas palabras, Jordi Pujol —que ha recuperado sus capacidades súbitamente— publicaba un artículo en La Vanguardia para elogiar a Paco Candel por su contribución en la gestión del “problema de la inmigración en Catalunya”, para recordar su ayuda en "el problema de 'els altres catalans'". 

Dos formas radicalmente distintas de ver al prójimo, sobre todo al prójimo pobre. Si el expresident representara la República y el bisnieto de Alfonso XIII la Monarquía, no cabe duda de que la mayoría estaríamos con Felipe VI. Pese a su padre.