Dani El Rojo (Barcelona, 1962) se tomó su último "pico" de heroína el 19 de diciembre de 1997, a las 19 horas, dentro de la cárcel. Tiene esa fecha marcada en el recuerdo porque decidió dejar atrás una vida frenética marcada por los excesos (y la adrenalina). A los pocos días, el atracador de bancos más famoso de Barcelona salía de prisión y, como parte de la condena, se internaba en una granja de desintoxicación, en Vilanova i la Geltrú. Aquel sería el inicio de una nueva etapa, supuestamente "más convencional", pero no exenta de sorpresas.

"Estuve 18 meses en la granja; allí conocí a mi mujer, me casé y empecé a ver que las drogas y el dinero no lo eran todo", explica. Comenzó a trabajar en la empresa de su padre, fabricando parques acuáticos, pero aquella no era la vida que quería. A pesar de estar bajo vigilancia judicial, se escapó a la República Dominicana para celebrar su viaje de novios. 

En el aeropuerto de Barcelona se encontró con su amigo Loquillo, quien le propuso ser su asistente en las giras: "Ahora no nos hablamos pero yo siempre le estaré agradecido por abrirme el mundo del música", reconoce. "Eso sí, luego me lo curré yo solito". Enrique Bunbury, Andrés Calmaro, Rosario, Antonio Carmona o incluso Leo Messi son algunos de los famosos a los que ha acompañado; haciendo de guardaespaldas, chófer o llevándoles el merchandising. Solo tiene palabras de agradecimiento hacia ellos.

Daniel Rojo junto a Loquillo, Leo Messi y Andrés Calamaro

Para salir del mundo de las drogas, dice, tienen que coincidir muchos factores. ¿Su receta? Estar decidido a dejarlo y tener una familia que te apoye. Si además tienes a "una mujer que te quiere" y consigues trabajo, tienes mucho ganado: "Difícilmente me hubiese reinsertado en la sociedad si no fuera por el mundo de la música; aquello me apasionaba y supuso mi salvación", explica Rojo, que acaba de terminar su nuevo libro Cómo salir del infierno de las drogas y no morir en el intento.

Su faceta de escritor es precisamente una de las claves de su "segunda vida". Haciendo memoria de sus aventuras como delincuente decidió lanzarse al mundo editorial y, junto al escritor Lluc Oliveras, publicó Confesiones de un gánster de Barcelona (Ediciones B, 2010), del que se han venido cerca de 60.000 ejemplares. Fichado por el Grupo Planeta, desde entonces ya ha escrito dos trilogías, le invitan a festivales literarios de medio mundo y siempre tiene en mente una nueva novela. "Para ser un buen narrador antes tienes que haber vivido", sentencia Rojo, que admite no tener estudios, pero ser "autodidacta y un lector empedernido".

NI ARREPENTIMIENTO NI NOSTALGIA

Padre de mellizos y con las dificultades de todo escritor para llegar a final de mes, El Millonario no siente nostalgia de su anterior vida como gánster, cuando nadaba en la abundancia: "Me lo pasé en grande, pero no lo echo de menos, son solo recuerdos del pasado; eso sí, si llego a saber que seguiría vivo me hubiera guardado unos milloncitos". Tampoco se arrepiente de nada: "Yo robaba a los bancos, pero ellos nos roban mucho más a nosotros; el arrepentimiento es una palabra cristiana y eso no va conmigo".

Dani El Rojo firmando libros y en el rodaje de la película 'Anacleto, agente secreto'

Sí deja entrever cierta melancolía cuando habla de la Barcelona de finales de los 70, cuando todo estaba por hacer: "Nos llegó la libertad tan de golpe que nos pasamos tres pueblos; tanto los delincuentes como los políticos o los artistas. Salimos del oscurantismo y nos volvimos locos, pero aquella era una ciudad auténtica". Ahora, según Rojo, Barcelona es "un puto centro comercial". 

UNA CIUDAD SIN ALMA

Bocaccio, Angelot, Metamorfosis, Don Chufo, Charly Mas, San Carlos Club, Topacio... La lista de bares y discotecas de los 80 que recuerda Dani El Rojo es interminable. "¿Qué han hecho con mi Barcelona? Ahora la ciudad está más limpia y ha mejorado en muchos aspectos, como el urbanismo o el puto disseny, pero ha perdido su vida musical y ya no tiene alma", se queja. Los barceloneses, dice, no se saludan por la calle y la ciudad se ha convertido en un escaparate "barato" para turistas. ¿Los culpables? "Un poco nosotros, pero sobre todo los políticos".

Harto del conflicto nacionalista y de los casos de corrupción, amenaza con irse a vivir a Chile o Argentina. "Yo quiero mucho a Barcelona, y siempre será mi ciudad, pero si seguimos así me las piro".

[Puedes leer la primera parte del reportaje aquí]

Dani El Rojo caminando por el barrio de Sant Gervasi

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