Horacio Seguí, fotógrafo de maestros, maestro de fotógrafos
Delante de su objetivo pasaron todas las grandes estrellas de los años 60', 70' y 80'
26 noviembre, 2017 12:32Noticias relacionadas
Nació como una pasión de juventud y acabó convirtiéndose en una profesión a la que Horacio Seguí dio prestigio y brillo. Su constancia, su amor por las imágenes y su lucha por ganarse el respeto merecido, han marcado una trayectoria profesional y vital que merecen un enorme reconocimiento.
Horacio es una parte decisiva de la historia de la fotografía periodística en nuestro país. A sus 87 años conserva una enorme lucidez que le permite recordar con detalle muchas de las anécdotas que ha vivido. Nombres, lugares y momentos pasan por su mente con una rapidez envidiable y relata con detalle los momentos que han marcado su vida profesional.
Curiosamente, todo empezó gracias a su pluriempleo, algo normal en los duros años de la posguerra. Trabajaba como botones en el banco Hispano Americano y en una zapatería donde iba a teñir zapatos. Los dueños de esta tenían una pequeña y vieja máquina fotográfica Kodak que no usaban. Y Horacio, siempre inquieto, se la compró. Ahí comenzó todo y esa máquina sigue formando parte de sus recuerdos personales.
No tardó en encontrarle utilidad y provecho. Primero fueron las fotos a sus compañeros y rivales en los campos de fútbol, al que jugaba. “Iba con mi cámara y les hacía fotos a los jugadores de mi equipo y a los del rival. Luego las iba a revelar a una casa que había en la plaza Castilla. Más tarde iba equipo por equipo y se las vendía. Con esa máquina hice las fotos en mi viaje de novios”. Y, claro, la tiene perfectamente conservada y guardada entre sus recuerdos.
UN OPORTUNO REGALO
Los encargos fueron creciendo y el tiempo se le hacia corto. Seguía trabajando en el banco, pero su mente estaba en la fotografía. Iba con su pequeña cámara a todas partes, hasta que un año, sus compañeros de trabajo dedicaron parte de una paga extra a regalarle una mejor. “Creo que costó entre 200 y 300 pesetas. Ellos sabían que quería comprarme una cámara mejor, pero a mi aquel año no me tocó el premio de final de año. Así que ellos reunieron el dinero y me la compraron”.
Eso le permitió dar un paso adelante. Intentó aprender las técnicas fotográficas, “había una casa en la calle Pelayo que hacía estudios a distancia, pero yo no podía permitírmelo, así que fui aprendiendo como pude”. Su primera reveladora fue una Carranza “que me dejaron unos compañeros y que instalé en la habitación de realquilados en las que entonces vivía con mi mujer, yo con 24 años y ella con 22. Y ella tuvo la paciencia de aguantarlo”.
Así fue como aprendió a revelar. Más tarde, aprovechó un rincón en la vivienda de porteros en la que vivían sus padres para montarse un pequeño estudio. Y entre líquidos, agua, luz roja y dedos amarillentos por el contacto con los productos químicos fue forjando su carrera.
Su trabajo en el banco le permitía hacer fotos a sus compañeros y a los directivos. “Cuando se fundó el club Hispamer, se empezaron a organizar actos culturales, excursiones, bailes... Y empecé a hacer fotos y a tener un trabajo más fijo. Me hacían cubrir todos los actos y los compañeros y directores empezaron a hacerme encargos. Incluso la hija del que era entonces director del Banco de España trabajaba con nosotros, y le hice las fotos de su boda, de sus hijos...”.
DEL MUNDO DE LA MÚSICA...
En el club Hispamer empezaron a actuar algunos grupos que daban sus primeros pasos en el mundo de la música. Por allí pasaron Los Mustang, Los Sirex, Augusto Algueró, las Hermanas Serrano, Ramón Calduch... y la cámara de Horacio, siempre a punto.
Al tiempo conoció a Ramón Crespo, un dibujante que colaboraba, entre otras publicaciones, con la revista Barça. “Él hacia una entrevista de un cantante y me pidió una foto para publicarla. Así empecé a tener relación con las revistas. Poco a poco el negocio fue creciendo y empecé a entrar en el negocio de la música. Tuve la gran satisfacción de trabajar con las casas de discos y empezaron a invitarme a festivales de música, Benidorm, Mediterráneo, Aranda de Duero, San Remo, Viña del Mar... Colaboraba en todas las revistas en las que salían fotos de música y me avisaban cuando llegaba un cantante a Barcelona. Recuerdo que una vez vino Tom Jones. Y entonces, los taxis de Barcelona podía llevar gente al aeropuerto pero no traerla, eso era para los de El Prat. Yo fui con mi coche y la casa de discos solo envió un coche para Tom Jones. Como sus acompañantes no tenían forma de ir a Barcelona ya que no había taxis en el aeropuerto, les ofrecí mi coche. Lo cargamos y fuimos a Gràcia, que era donde actuaban. Tom Jones dijo entonces que el único fotógrafo que podía hacer fotos de sus dos actuaciones era yo. Aquello me abrió muchas puertas en el mundo de la música”.
Horacio, al que llamaban a horas intempestivas para hacer fotos y que hacía viajes con una Vespa hasta Galicia o Murcia para hacer un reportaje, nunca tuvo un no. Y así era feliz, con su cámara colgada al hombro. A lo largo de su dilatada carrera ha dejado imágenes para la historia de The Beatles, Charles Aznavour, Adriano Celentano, Paul Anka, Massiel, Rocío Carrasco, Lola Flores, Nino Bravo, Peret, Joan Manel Serrat, Julio Iglesias y un largo etcétera, y se ha fotografiado con grandes personajes, como Salvador Allende, Salvador Dalí o Charlie Rivel, entre otros.
… AL DEL DEPORTE
Pero como no solo de música vive el hombre, Horacio también entró en el mundo del deporte, principalmente ligado al Barça. Al principio no le permitían trabajar desde el césped del Camp Nou, “no era periodista, era un intruso”, y hacía las fotografías del palco, lo que le vino muy bien para conocer a los directivos de todos los clubs que visitaban el campo del Barça. Y cuando viajaba a otros campos, aprovechaba para hacer pequeños negocios. Luego empezó a viajar con la selección española y el presidente de la federación de finales de los 60, José Luis Costa, le firmó un carnet de prensa perpetuo para poder entrar en todos los campos de fútbol de España.
Así fueron llegando las fotos con los mejores futbolistas de la época, desde Kubala a Di Stéfano, a algunos de los cuales les ha hecho de cicerone en la ciudad de Barcelona.
LAS 'TRES FIRMAS' DE CRUYFF
Pero su historia en el mundo del fútbol no sería la misma sin el nombre de Johan Cruyff. Le conoció en 1970, en un viaje relámpago que el holandés, de vacaciones en Mallorca con su familia, hizo a Barcelona. Entonces, le llevaron a Castelldefels a comer una paella, y Horacio recuerda que entonces Cruyff le dijo: “Algún día vendré a vivir a Barcelona”. Visitaron el Camp Nou y Horacio logró que el holandés se vistiera de azulgrana “e hicimos un paripé como si firmara un contrato con el Barça. Recuerdo que le presenté a Rexach. Le acompañé a conocer las Ramblas, la Sagrada Familia...”.
No volvió a verle hasta 1973, en Papendal, durante la pretemporada del Barça. Cruyff fue a visitar la expedición azulgrana y “en la habitación de un hotel hicimos una famosa foto con su suegro, Armand Caraben y Rinus Michels brindando como su hubiera firmado con el Barça. Poco después vino a Barcelona y firmó su contrato definitivo”.
Su relación con Cruyff y su familia fue muy estrecha y Horacio fue el fotógrafo 'oficial' de los acontecimientos familiares de los Cruyff en Barcelona. Llegó a fotografiar a la familia en el balcón de su casa, con Dany embarazada de Jordi Cruyff.
Pero la foto más famosa que le hizo al holandés fue la de un gol al Atlético de Madrid que valió para que a Johan le apodaran 'el holandés volador'. "La verdad es que no sé no cómo la hice", reconoce.
LUCHADOR INFATIGABLE
Si hay una faceta en la que Horacio se muestra intransigente es en la de la defensa de los derechos de autor del fotógrafo. “Hay fotografías que se publican mil veces ¡¡¡y nadie sabe quien las ha hecho!!! Por eso hicimos una huelga en medio de un Barça-Madrid, para lograr que el trabajo del fotógrafo se valorara. Y gracias a aquello, ahora hay una ley de la propiedad intelectual por la que el trabajo del fotógrafo está protegido hasta 60 años después de su muerte”.
Horacio siempre ha exigido que se le respete como persona y como profesional. “Dejé el banco, pese a que entonces me dijeron que estaba loco, porque no quería tener que decir 'sí, señor' aunque la razón la tuviera yo. Y siempre me ha molestado mucho que las fotos se firmen 'agencia' o 'archivo'. ¿Qué esas fotos no las ha hecho un fotógrafo o qué?”, dice con patente indignación.
Por eso, ahora está ordenando su archivo, para impedir que nadie publique sus fotos sin el debido consentimiento. Bueno, la parte que le queda, ya que muchas de sus ellas han ido a parar al Archivo Nacional de Catalunya o al Barça. Cuenta para ello con la inestimable colaboración de Gemma Fàbregas. El valor que para Horacio tiene el trabajo de Gemma es enorme y lo deja claro cuando habla de ella y se emociona. “No sé qué haría sin ella, es la culpable de todo lo que se está haciendo con el archivo, gracias al valor que ha sabido darle”, concluye.