Pedro Gea no puede estar quieto. Gesticula, se levanta, interpreta, se sienta, mueve las piernas, coge algo de la mesa, lo deja. Y mientras, habla. El lenguaje de su cuerpo acompasa sus palabras. Pedro Gea podría haber elegido una oficina, pero escogió una sala de baile. Desde pequeño se sintió atraído por la danza. Se formó en la escuela Company&Company de Barcelona y luego le empezaron a surgir oportunidades. “Cositas”, dice él. Cositas como, por ejemplo, rodar videoclips con David Bustamante, El Arrebato, David Bisbal y acompañar durante tres giras a Gisela de Operación Triunfo.

“El cuerpo necesita comunicar”, empieza el bailarín en una entrevista con Metrópoli Abierta. Nos encontramos en su escuela Así se baila, ubicada en Gran Via de les Corts Catalanes, donde antes hubo una local de gente mayor y –antes de eso– el gimnasio Raspall. Detrás de Pedro Gea, en la sala donde conversamos, hay colgadas fotos suyas de danza clásica y contemporánea. “El bailarín tiene que ser versátil”, cuenta el profesor de salsa. Así es él: versátil.

“El baile nos da permiso. Te equivocas y relativizas. Te ríes con el compañero y dejas ir. Ahí, en ese momento, tus patrones con la danza se empiezan a desmontar”, explica Gea que tiene una larga trayectoria como docente.

“Muchos alumnos me dicen que bailar les ha cambiado la vida. Yo les contesto 'no te la ha cambiado... te ha conectado contigo y eso hace que te conectes con los demás'”, cuenta efusivo.

Hablamos sobre los bailarines y los alumnos que asisten a sus clases de salsa. “Son personas de todas las edades que quieren relacionarse con otra gente, pasar un buen rato, conocer a alguien. Los objetivos son diferentes a los de la danza clásica donde los bailarines empiezan muy jóvenes”, narra Gea.

Pedro Gea ha dedicado gran parte de su vida a la danza / PEDRO GEA



La salsa es un estilo de danza de contacto que cada vez está más de moda en Barcelona. “Cuando la gente baila salsa, empieza a tocarse. Imagina que no he tocado en todo el día a una mujer y... ¡aquí puedo tocar a 30!”, explica palpándose el cuerpo. “Aquí miras a la cara porque te desinhibes, aprendes a sacarte el miedo a tocar”, especifica sobre sus clases de salsa donde “algunos vienen solos, otros acompañados y otros encuentran el amor ahí”.

¿El amor? “El contacto da vida y... ¡la vida da vida!”, exclama riendo el maestro que ha ido a bodas de parejas que surgieron en sus clases. Según Gea, la salsa –que tiene un componente latino– nos ayuda a conectarnos con la tierra y por eso se baila flexionado. “Ya no estás en tu cabeza, estás en el ahora. Esto es muy guay”, añade el bailarín sonriendo.

"Celebra la vida a través del baile" es el lema de la escuela Así se baila / PEDRO GEA



Después de tanto tiempo dando clases, Pedro Gea se ha dado cuenta de que ya no enseña solo el paso, sino que muestra el movimiento para ayudar a la persona y ver qué hay detrás de ella. “¿Desde dónde hace ese paso?”, se pregunta el profesor. “Si no escucha es que está mucho en su cabeza y si no se suelta posiblemente no exprese todo lo que tiene en su cabeza. Entonces hago que su cuerpo vaya más rápido”, resuelve ejemplificando con casos.

Toda su experiencia en la danza, el movimiento y la vida se verá plasmada en un libro que está gestando: From Inside Out: el camino de la vida a través del baile. “La danza es la apertura de tu ser y lo expresas a través del arte que llevas innato”, explica sobre su futura obra mientras se pone unas gotas de esencia de mandarina en el cuello.

Tras la intensa charla, acompañamos al bailarín a una de sus clases en la escuela que "celebra la vida a través del baile". Pedro Gea, en acción. Los alumnos se muestran tímidos al principio durante el calentamiento. Hay gente de todas las edades vestida con ropa de calle.

El profesor los anima con seguridad aplaudiendo y marcando los tiempos. “Cinco, seis, siete, ocho, ¡vamos!”, grita mostrando un paso en concreto.

Una de las clases de Pedro Gea en Así se baila / PAULA BALDRICH



Poco a poco, los alumnos se sueltan y practican en pareja. Entrando en contacto. “¿Cómo te llamas?”, le pregunta una señora al chico joven con el que ensaya en ese momento el paso nuevo. Y, así, poco a poco, van soltándose y aprendiéndose los pasos (y los nombres). “¡Liberaos!”, vocifera el profesor moviéndose vigoroso por la sala. Porque no, Pedro Gea no puede estar quieto. Ni en la entrevista, ni en la clase. 

 

Noticias relacionadas