Podría decirse que su vida es viajar, o que ha hecho del viajar su vida. Se llama Jorge Sánchez y es barcelonés. Sigue viajando casi en el anonimato. Para los que no lo conozcan, es el VIAJERO español con más prestigio a nivel internacional. No en vano, según los más importantes clubs de viajeros, está considerado el tercer hombre vivo que ha estado en más lugares del mundo. Ha escrito más de veinte libros sobre sus andanzas ‘around the world’. Hablamos con él y… nos quedamos sin palabras.
Usted ha estado en todos los países reconocidos como tales en la Tierra. ¿Significa eso que ha visto todo el mundo?
Cuando nací, en 1954, había sólo 60 países inscritos en las Naciones Unidas (ONU). España no fue aceptada hasta 1955. Actualmente existen registrados en esta organización 193 países, más Ciudad del Vaticano y Palestina como países observadores. Sí, es posible conocer, aunque sea superficialmente, el mundo entero. Otra cosa es haber estado en una sola ciudad de un país y pensar que ya lo conoces... Porque, aviso: una cosa es viajar como turista y otra, muy diferente, como viajero.
¿Entonces?
No es tan difícil visitar con cierta propiedad todos los países de nuestro bello planeta si eres un viajero perseverante. Algunos que ya lo han logrado estiman que en el mundo apenas llegan a cien las personas las que han alcanzado esa meta. Hay otros viajeros que calculan que lo consigue una persona entre 50 millones.
¿Sólo 100 personas?
Yo creo que los que han recorrido esos 193 países reconocidos por la ONU rondan los dos centenares. Yo lo conseguí en 2003. Hay viajeros anónimos; no se apuntan a ningún club de viajes virtual donde puedas seguirles la pista, o no utilizan Internet, y por ello es difícil calcular su cantidad exacta. Personalmente conozco a cuatro españoles que han alcanzado esa meta. Uno soy yo.
Sánchez, en 2016, invitado del Festival de Grandes Viajeros celebrado en Dubai / JS
Tengo entendido que hay viajeros que utilizan otros parámetros para, digamos, ampliar esa lista de 193 y hacer otra clasificación.
Es cierto. Aparte de los 193 países oficiales, la ONU contempla dependencias, colonias y países sin reconocer, que son 74. Así, sale un total de 267 territorios. El último que visité de estos 74 fue el Kurdistán iraquí, en 2013. En 67 de ellos he pasado un mínimo de 24 horas con una noche, pero en 7 me ha sido imposible pernoctar, aunque empleé en ellos buena parte del día: Isla Ascensión, Chipre del Norte, Islas Feroe, Osetia del Sur, Pitcairn, Puntland y Saint Barth. Los tres territorios más difíciles de acceder son las islas Pitcairn, Tokelau y Tristán da Cunha.
"Algunos preferimos emprender el camino del Viajero en lugar del Camino del Obrero"
¿Cree que cada vez hay más gente dispuesta a dejarlo todo y salir a caminar?
En el siglo XXI son cada vez más los que sueñan con dedicar su vida entera a viajar, con adoptar el Camino del Viajero en lugar del Camino del Obrero...
Si puede cuantificarse, ¿cuánto tardaría, alguien que se lo propusiese, en conocer todos los países del mundo?
Diría que un mínimo de 10 años netos, si te lo propones y no haces otra cosa en tu vida que viajar. Eso disponiendo, claro está, de suficiente dinero. Pero ir a la carrera no te aprovecha; se precisa digerir los conocimientos adquiridos, incorporarlos en tu ser para formarlo y facilitar la creación de substancias sutiles, que son el germen del alma; y eso toma tiempo, mucho tiempo.
¿Hay alguna edad para empezar?
Por lo que acabo de decir, considero que viajar es más bien para gente joven. Lo sensato es concluir la visita de todos los países del mundo de los 40 a los 50 años de edad... siempre y cuando hayas dedicado alrededor de 20 de tu vida a viajar, aunque sea interrumpidamente. Yo empecé cuando tenía 18 años, en la década de los 70. Era rebelde, vegetariano, vestía tejanos, me dejaba el pelo largo y, como muchos otros jóvenes hippies de entonces, leía a Whitman, Hesse, Watts, o a Kahlil Gibran.
Pero ya se escapó mucho antes ¿no?
Fui expulsado de dos escuelas, y ya a los 13 años me escapé de casa para acabar en El Aaiún, capital del entonces Sahara Español. Me detuvieron unos policías que alucinaron con mi presencia allí, y me devolvieron para casa…
¿Por qué hay que viajar?
Todo está en los viajes. Los viajes son magnánimos aun de manera pasiva, pues ayudan a desintoxicarte de toda manipulación que te obstaculiza ver más allá.
"Yo era una persona 'normal' hasta que tuve el arrebato viajero"
¿Por qué quiso viajar?
Por un tiempo me integré en el modo de vida ‘normal’: hice la comunión, serví en la ‘mili’, me casé (luego me divorcié), encontré trabajo en una empresa naviera extranjera… Como todo el mundo, vamos. En mis ratos libres leía libros de viajes y aventuras. Sentí con imperiosidad que viajar permite mantener constantemente despierto el sentido de lo asombroso, saborear la quintaesencia de la vida, y lo deseé con fervor. Nada me pareció más cautivador y romántico que abandonarlo todo para vivir andanzas extraordinarias. Bajo ese estado arrebatado de ánimo, resolví emprender el Camino del Viajero.
¿Cómo viajaba?
Autostop, durmiendo en parques, bajo los puentes, o en nidos de cigüeñas, y trabajando en los países que atravesaba para sufragarme los gastos más imperiosos. Para mí viajar era aprender, aprender era amar, amar era vivir, y vivir era viajar. Desde que dejé de ser joven, me he vuelto menos salvaje. Ahora me gusta ir a Patrimonios Mundiales de la UNESCO. Hasta 2018 he visitado 570 de los 1.073 que hay censados. Entre ellos, tengo preferencia por monasterios, iglesias, mezquitas, templos, etc.
¿Qué busca cuando viaja?
Cada persona es un mundo; cada viajero tiene sus propios intereses a la hora de explorar un nuevo territorio. En mi caso, cuando llego a un nuevo lugar, viajo en tren, suelo visitar los mercadillos, los sitios religiosos…y me tomo una cerveza local.
Tiene usted un hijo pequeño. ¿Qué le explicará cuando crezca?
Muchos abuelos, ante la pregunta de sus nietos sobre qué es la vida, les hacen la conocida comparación de la ascensión a una montaña desde su falda: a medida que vas viviendo vas subiendo, y cada vez la visión que adquieres del valle donde has nacido es mayor, más completa, más interesante, más bella, al ampliarse la perspectiva. Yo, como viajero, le haré una analogía con ayuda de mis mapas, desde el completamente vacío a los llenos de colores, abundantes de maravillas, repletos de vida, y le enseñaré a amar el mundo y a saber qué hacer cuando alcance la cima de la montaña…
"He sido acusado de espía en Kabul, encarcelado, expulsado, deportado, bombardeado; he trabajado para narcos y contrabandistas, buscado oro en la selva..."
Usted lo llama 'El Camino del Viajero'. ¿En qué consiste?
Los gobernantes, en general, tratan a los ciudadanos como si fuéramos sus posesiones, y tratan de adoctrinarnos para que seamos tan ignorantes como ellos en la comprensión del mundo en el que vivimos, y en el propósito del hombre en esta vida. El Camino del Viajero puede corregir esa situación anómala y antinatural mediante la educación que se adquiere en los viajes; desintoxicarnos de toda la bazofia escolar y del adoctrinamiento a través de medios de comunicación dirigidos por comisarios políticos. De este modo, podemos redirigir nuestras vidas de manera natural para desarrollarnos, para eclosionar, para elevar nuestra condición de bípedo implume y devenir Hombres. Así, con mayúscula. Y otra cosa: el Camino del Viajero no es para todos, y es bueno que sea así...
Ha dado siete vueltas al mundo, como Simbad, uno de sus héroes. Cuente algunas experiencias o anécdotas.
Bueno, me he visto involucrado en un sinfín de aventuras que a punto estuvieron de costarme la vida. Varias veces estuve en prisión por atravesar fronteras prohibidas en Chad, Paraguay y Georgia. He sido capturado por las guerrillas de las FARC en la cordillera de los Andes. Me han encerrado en un calabozo al ser confundido por mafioso en las Islas Bermudas. He sido punto de mira de armas de fuego en El Salvador, en Nicaragua en tiempos sandinistas, y en la zona tamil de Sri Lanka. Me condenaron a 5 años de cárcel por ‘espía’ en Kabul; viajé en pateras a Borneo con los badjaos esquivando a los sanguinarios piratas joloanos del archipiélago filipino de Sulú; estuve cerca de la muerte cuando, débil y enfermo de malaria, fui atacado por hormigas carnívoras ‘magnan’ en las junglas del Parque nacional Taï de Costa de Marfil, a las que rechacé con fuego hasta que amaneció...
¡Vaya! ¿Hay más?
Me he visto con un revólver calibre 38 en el cinto en un centro de narcotraficantes peruanos del Amazonas, donde trabajaba de 'pistolero' en un club de lenocinio. Sobreviví de milagro al maleficio de Nan Madol en la isla micronesia de Pohnpei. Me han bombardeado cazas rusos en los valles del Hindu Kush, y aviones ingleses y estadounidenses en Bagdad en tiempos de Saddam Hussein. He sido expulsado de la belicosa isla de Bougainville por los guerrilleros. Me han deportado de Somalia, Kazajstán, Sudáfrica, Colombia, Sinkiang, Afganistán, Tíbet, y del impenetrable Reino de Mustang en el Himalaya. He sido buscador de oro en las selvas entre Bolivia y Madre de Dios. Me relacioné con contrabandistas de ginseng en Corea del Sur...
¡Pare! Ya nos lo imaginamos... ¿Sigue viajando, a su edad?
En la actualidad, nada más reunir el dinero necesario para un nuevo viaje -ya sea ejerciendo de guía turístico ‘freelance’ o fregando platos en la Costa Brava, o de la venta de mis libros-, rápidamente remonto el vuelo a islas prácticamente impenetrables para seguir aprendiendo, procurando al mismo tiempo mantener una actitud correcta ante la vida, como un monje peregrinando por su templo, el planeta Tierra; tratando de observar los principios de compasión, agradecimiento y ética.
Para acabar, déjenos una reflexión sobre el Camino del Viajero.
No hay un Camino mejor que otro. Se trata de aprender a encontrar el propio...