Un agobiante calor ha recibido a los 60 migrantes que han llegado con el barco de Open Arms a la terminal C del puerto de Barcelona. Y lo primero que han visto cuando, tras pasar los trámites pertinentes, han abandonado el puerto ha sido un impresionante crucero de lujo que está atracado a la espera de abandonar la ciudad. Muy probablemente es el barco más grande que han visto en toda su vida y el contraste, a buen seguro, no ha dejado sorprender a la mayoría de ellos.
En la terminal C en la que han desembarcado les esperan decenas de miembros de la Cruz Roja, de los servicios médicos y un grupo de traductores, además de numerosos policías nacionales que cumplimentaran todos los trámites legales necesarios antes de que los 50 hombres y 10 mujeres rescatados por la tripulación del Open Arms en las aguas del Mediterráneo sean trasladados a los centros que les acogerán en sus primeros días en nuestro país.
Más de 100 periodistas han esperado bajo un sofocante calor, que tanto los miembros de la Cruz Roja como de los servicios del puerto han ayudado a paliar repartiendo botellas de agua.
Durante la espera, un pequeño autobús se ha detenido justo delante de la puerta de la terminal y de él ha descendido la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acompañada por varias personas, que se han introducido directamente en la terminal. Allí han esperado la llegada del barco.
Son casi las 11 en punto cuando la proa del barco de Open Arms ha empezado a verse acercándose a la terminal C. Los migrantes han llegado protegidos del sol por una carpa que cubre la parte trasera de la embarcación. Además, se han situado en el lado contrario en el que estaban apostados las decenas de periodistas que cámaras en mano, de televisión o fotográficas, han buscado una imagen de los rescatados. Pero, con buen criterio, los tripulantes del barco les han intentado proteger de las cámaras. Su rostro no es la noticia.
DOS EMBARAZADAS
Desde la lejanía, los periodistas han intentado recabar la mayor información posible. Tanto los miembros de la Cruz Roja como los representantes de Open Arms han dado todas las explicaciones que han podido dar, aunque muchas preguntas se han quedado sin respuesta. Y el calor ha seguido apretando de manera inmisericorde
Iñigo Vila, responsable de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja, ha confirmado que en el barco viajan dos mujeres embarazadas y varios niños, algunos de los cuales lo hacen sin familia. “Las mujeres embarazadas, sea cual sea su estado actual, irán primero a un centro hospitalario para comprobar su estado de salud. Y los menores, una vez superados los trámites en el puerto, pasarán a los servicios de menores de la Generalitat·”.
Antes, todos los migrantes han pasado un reconocimiento médico, han recibido alimentos, ropa limpia y han sido atendidos por especialistas para rebajar su estado de ansiedad. Se les ha ofrecido las explicaciones necesarias para que conozcan su futuro inmediato y empiecen a olvidar en lo posibles las angustias de los días pasados.
En principio, los miembros de la Cruz Roja han confirmado que todos ellos han llegado en un buen estado de salud, con la salvedad de algunas pequeñas quemaduras por el sol o el combustible de la pequeña embarcación con la que partieron de algún punto de las costas de Libia, e independientemente de la ansiedad y la incertidumbre lógica por la situación en que se encuentran.
El último trámite a que han debido someterse es el de la reseña policial, en el que les han tomado los datos y se ha intentado averiguar si tienen alguna red social familiar en nuestro país. Luego, tras concederles un permiso de 45 días, han sido trasladados a los centros que les acogerán en sus primeros días en nuestro país, los hombres a la Residencia Joaquim Blume de Esplugues de Llobregat y las mujeres al Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB).
PETICIONES A EUROPA
En un momento dado, ha aparecido el primer teniente de alcalde de la ciudad, Gerardo Pisarello. Ha atendido a los medios y ha explicado que “Barcelona es y quiere ser una ciudad de acogida”, y ha afirmado que “no pueden tener la razón personajes como Salvini o Trump. Tenemos el deber de acoge a esta gente. Y eso no es caridad, es el cumplimiento del derecho internacional. No podemos dejar de un lado a personas que corren el riesgo de perder la vida en el mar”.
Pisarello ha elogiado el comportamiento de la ciudad, tal y como hizo tras el atentado de la Rambla. “Barcelona se ha volcado en ayudar a estas personas, como ya ha hecho en anteriores ocasiones. Y no podemos hablar de avalancha indiscriminada, que es el mensaje de Trump, de Salvino o de gente de esa ideología. Los números son controlables y se pueden hacer con orden y con coordinación. Y hay que pedir a la Unión Europea que los fondos que ha dedicado a poner concertinas o a levantar muros en las fronteras se destinen acoger a estas personas”.