“Estamos, por desgracia, bajo mínimos en cuanto a recaudación para la rehabilitación de Jakub. Y mi enfermedad no está ayudando tampoco mucho. Sólo nos queda dinero para pasar dos meses más. Por favor, si puedes/quieres, ayúdanos, por un solo euro al mes, clica en el enlace y hazte 'teamer' ,[terapeuta] de Jakub”. Este es el wasap desesperado que hace unos días colgó Yolanda López en las redes sociales en busca de financiación para proseguir con la recuperación de Jakub Kuba Vagner, un joven checo, de 26 años, que hace cuatro años sufrió un grave accidente de tráfico en Vilanova i la Geltrú. Jakub podría haber sido una víctima más de las 14.657 que se produjeron en 2015 en vías urbanas de Barcelona, de no ser por una circunstancia muy especial. El muchacho lleva cerca de cuatro años aparcado en una residencia geriátrica de Alella por su situación irregular en España. Pero detrás de la tragedia se esconde, como en las obras de Shakespeare, una hermosa historia de amor.

OKUPA EN DIFERENTES BARRIOS DE BARCELONA

Jakub Kuba Vagner [Brno, República Checa, 1993] era, hasta el momento del accidente, un sintecho que, como el vagabundo Tom de El Rey Lear, deambulaba por Barcelona sin destino ni estabilidad. Natural de Brno, la segunda ciudad de Chequia, en el linde con Austria y Eslovaquia, Jakub procede de una familia desestructurada de clase medio-baja. Siendo él muy chico, su padre biológico abandonó a su madre, y con su padrastro nunca acabó de llevarse ni medio bien. Cuando cumplió 18 años abandonó su casa y su país y se marchó a Italia con lo puesto. De Italia se fue a Francia; y de Francia, a España, concretamente a Cataluña, donde pervive como okupa en diferentes barrios barceloneses.

“Personalmente no lo traté hasta después del accidente”, cuenta Yolanda López, quien desde hace cuatro años se ha erigido, cual heroína shakespeariana, en paladín del muchacho sin tener ningún parentesco con él. “Sabía de su existencia por mi hija. Se conocieron casualmente en La Rambla, en una de las pausas de la Escola Massana donde estudiaba arte y diseño porque se interesó por el perro que llevaba. ¡Mi hija es una enamorada de los perros!”. Se vieron regularmente mientras duró el curso académico. Pero al llegar el verano e irse de vacaciones, la hija de Yolanda perdió la pista de Jakub. “Su único contacto era a través de Facebook, y de manera irregular, porque él utilizaba locutorios públicos”, agrega. Reanudadas las clases en la Massana en septiembre, la hija de Yolanda coincidió en el mismo lugar con otro chico acompañado de un perro. Y lo que son las casualidades de la vida, o el destino, también era de Chequia. “Le comentó que tenía un amigo checo, y éste le dijo: 'Por casualidad no será Kuba'. 'Sí', respondió. Y así fue como se enteró de que el 8 de julio de 2015 había sufrido un grave accidente en Vilanova i la Geltrú”. Por aquellos días Jakub iba a empezar a trabajar en un restaurante.

Jakub, con su perra Tracy / YL



CUADRO CLÍNICO ATERRADOR

Al parecer, Jakub Kuba no utilizó el paso de peatones. Cruzó la calzada entre medio de vehículos aparcados y en vez de mirar a la izquierda, por donde venían los coches, miró a la derecha, con el infortunio de que una furgoneta lo arrolló. El impacto fue brutal. Quedó malherido. Una mochila que portaba, y donde tenía la documentación y algo de dinero, voló por los aires, desapareció. Tampoco encontraron a Tracy, el inseparable perro de Jakub, mezcla de Pastor Alemán y Pittsburgh. Trasladaron al herido al hospital de Bellvitge entre la vida y la muerte y con un cuadro clínico aterrador. Con la cabeza despedazada por una lesión encefálica, los médicos lo denominan daño axonal difusa (DAD). Es devastador porque en vez de afectar a un punto focal del cerebro, abarca un área más amplia. Está considerada una de las principales causas de pérdida de consciencia y estado vegetativo tras traumatismos cerebrales. Los pulmones los tenía reventados [neumotórax].

LOS MÉDICOS DAN POR DESAHUCIADO AL HERIDO

“Llegó sangrando por boca, nariz y oídos”, asegura Yolanda. “Mirada perdida, con el cuerpo y la cara hundidos, barba larga. Sólo piel y huesos. Parecía recién salido de un campo de concentración. ¡Impresionante! Me lo encontré en coma, con almohadas alrededor de la cabeza e impregnado de aceite para evitar las yagas. Eso fue a mediados de septiembre. El neurocirujano me dijo que me olvidara de Jakub; era imposible que sobreviviera. Un simple catarro podía ocasionarle la muerte. Mi marido y yo decidimos en ese momento que acudiríamos al hospital hasta que falleciese”. Pero lo que son las cosas, o el azar, o vete a saber, en vez de morir, se fue recuperando a medida que pasaban los días. “No le tocaba”, reflexiona.

Jakub Kuba, en Can Torras / YL



La madre de Jakub fue quien, por Facebook, le dijo a la hija de Yolanda que su hijo se encontraba en Bellvitge. “Le mandó una foto; estaba irreconocible”. Y también fue la hija de Yolanda quien, tras una angustiosa búsqueda, localizó a Tracy en la perrera municipal. Hoy Tracy no reconoce a su dueño por la gran cantidad de medicamentos que le han suministrado. “Una especialista canina me ha dicho que Jakub ha debido cambiar el olor de su cuerpo y que esa es la causa, posiblemente, de que no lo reconozca”. Yolanda López cree que en el momento del atropello Jakub posiblemente iba acompañado y que fue esta persona la que informó al consulado checo de la filiación del joven.

DOS MESES ABANDONADO EN EL HOSPITAL

“Cuando acudimos por primera vez al hospital”, recuerda, “hacía dos meses que nadie había ido a visitarle, a interesarse por él, salvo su madre, a principios de julio. Los médicos y las enfermeras recelaban de nosotros; comprensible, no era nada nuestro”. El 10 de noviembre los médicos ya no pueden hacer nada más por él, está estable, y por sugerencia de Yolanda deciden trasladarlo a Can Torras, en Alella, especializado en enfermedades crónicas o en proceso de convalecencia temporal. Del centenar largo de usuarios que atiende el centro sanitario, la práctica totalidad son personas de la tercera edad. Kuba llegó a Can Torras, el 4 de febrero de 2016. Y ahí sigue como un junco malherido. “No lo han echado porque no tiene familia; lo tienen ahí por razones humanitarias, por decirlo de alguna manera”, asegura Yolanda López.

Cuatro años después del accidente en Vilanova i la Geltrú, el progreso que ha experimentado Jakub es asombroso, milagroso para algunos. Y ha sido posible gracias al tesón, esfuerzo y dedicación altruista de la familia de Yolanda López. Aunque ponen un pero. En su opinión, la situación legal del joven -está en un limbo jurídico-, y la falta de personal de Can Torras -necesita una persona que lo atienda en exclusiva-, cercena su correcta rehabilitación. Que pasa sí o sí por sesiones regulares de fisioterapia, logopeda y terapia ocupacional. “Todo lo hemos financiado con los escasos recursos de que disponemos y la ayuda desinteresada de algunas personas como la logopeda Graciela Oliva, que durante un año estuvo rehabilitando a Jakub dos veces a la semana durante media hora; o los televisivos Noemí Ungría y su marido Enric Bayón, que organizaron una fiesta popular para recaudar fondos”. Pero las arcas domésticas están exhaustas, al límite. Ni las pulseras artesanales que hizo Yolanda al principio, ni las microdonaciones a través de una página web -han obtenido 1.354 euros desde que la abrieron, el tres de enero de 2017-, cubren los gastos sanitarios.

Yoly & Kuba, en Can Torras / YL



CAN TORRAS: “NO ES UN CASO ESPECIAL”

“Kuba recibe la atención requerida para sus necesidades básicas y desde el punto de vista clínico”, aseguran en Can Torras. “Esto significa”, agregan, “que tiene atención médica, de enfermería y de personal sanitario, como no puede ser de otra manera”. Y esto sucede, insisten, con independencia de que “tenga los papeles en regla, o no”. “Como él”, dicen, “hay otras personas, no es un caso especial, porque la Seguridad Social no discrimina en función de la situación administrativa”. El quid de la cuestión radica en que el muchacho tiene el alta clínica y requiere de atención continua externa al centro socio sanitario. “En estos casos”, aseguran, “estos cuidados se sufragan con recursos propios o familiares hasta que se acogen a la ley de dependencia. Si no se dan estas premisas, las ayudas tienen que ser públicas; de ahí que Kuba necesite regularizar su situación legal en España”. Y hoy no se da el caso.

LOS BENEFACTORES, EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA

Jakub necesita diariamente rehabilitación y terapia ocupacional, y dos días a la semana, logopedia. O lo que es lo mismo, 445 euros al mes. Que se desglosan así: 200 euros para el fisio; 20 euros para un parche para el ojo que tienen que adquirir en Australia porque en España no se vende, y varios medicamentos; y 225 euros para la asociación neurológica sabadellense AVAN (Associació Vallès Amics de la Neurologia), para sus programas Quedem (citas) y Anem (excursiones). A lo que hay que añadir 40 euros para gastos personales de Jakub. Sumado todo, 485 euros. “Es imposible que podamos hacer frente a esa factura”, reconoce Yolanda, quien desde hace años está en paro por enfermedad. “Me encuentro en un callejón sin salida”, agrega, impotente.

CARECE DEL NÚMERO DE IDENTIDAD EXTRANJERO

A los graves problemas físicos y neuronales de Jakub, se unen los administrativos. Jakub Kuba carece del NIE (Número de Identidad Extranjero), imprescindible para acreditar la permanencia legal en España. Y el pasaporte no es suficiente para tramitarlo. Tiene que tener el DNI de su país, únicamente lo expiden en la República Checa. “Hasta que no tenga ese documento no puedo pedir la discapacidad ni cambiarlo de sitio”, dice su benefactora. Yolanda López, que es la turora legal del muchacho desde hace algo más de un año, considera a Jakub Kuba Vagner como su hijo a todos los efectos. "De hecho me lo entregaron con un pañal y una bata de hospital”, asegura.

Jakub y Yoly / YL



El caso, sea como fuere, está judicializado y deberá ser un juez quien, en último término, dictamine a quién corresponde la representación legal del muchacho.

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