El Ayuntamiento de Barcelona destinará casi 180.000 euros para el servicio de vigilancia, seguridad y control de accesos de la Fundación Muñoz Ramonet, donde se expone el legado de Julio Muñoz Ramonet, un prócer de la ciudad la mayor parte de cuyo legado está bajo el control del Ayuntamiento barcelonés. Entre otros edificios, esta fundación tiene su sede en el palacete que hay en la calle Muntaner 282-290, aunque también dispone de otro edificio en la calle de Avenir, ambos en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.

Estas fincas están bajo la supervisión municipal desde el año 2013, tras un largo pleito de casi 20 años con las cuatro hijas de Muñoz Ramonet, que llegó a ser el hombre más rico de Barcelona y que, en 1986, tras el descalabro económico de su imperio (y concretamente tras el hundimiento de su buque insignia, la Compañía Internacional de Seguros), huyó a Suiza, donde murió en 1991. Una de sus hermanas fue concejala del Partido Popular en Barcelona.

El concurso para la seguridad de la Fundación propiedad de los inmuebles fue convocado por Anna Ferrer, directora de la misma. Lo ganó la empresa Sabico Seguridad, que pujó frente a Seguridad Preventiva Cuatro y a Grupo Control Seguridad, que hasta ahora ostentaba ese servicio. El monto total del contrato será de 179.471,09 euros por un año de trabajo.

PERSONAL SUBROGADO

Sabico ha tenido que subrogar algún personal de Grupo Control que hasta ahora prestaba sus servicios en la Fundación. Se trata de cuatro vigilantes privados junto a un jefe de equipo, todos ellos a tiempo completo y sólo uno con contrato a tiempo parcial. Los inmuebles objeto de vigilancia, según las estipulaciones del contrato, serán los dos inmuebles citados, más los jardines del palacete de la calle de Muntaner y los estanques. Este personal tiene una caseta de vigilancia dentro del recinto.

Interior del palacete de Muñoz Ramonet 



De los vigilantes depende no sólo la seguridad y vigilancia de todo el recinto, sino el cierre y apertura de las puertas del jardín en los horarios de atención al público, la contabilización de visitantes, la atención a los requerimientos de información tanto telefónica como personalmente, el servicio de rondas interiores diurnas y nocturnas y la custodia de la recaudación generada por la actividad del centro.

CONTROL DE IDENTIDAD

Tras hacerse con el concurso, la empresa ha de presentar un plan operativo del servicio de seguridad “que incluirá necesariamente las funciones específicas preventivas del servicio de vigilancia y seguridad de todas las posiciones”. También ha de hacer “un protocolo/dossier de custodia de llaves de la finca, consensuado con el responsable de la Fundación” para tener controlado en todo momento quién entra en las dependencias.

El personal debe disponer también, además de móviles, walkies y ordenador portátil, de material como máscaras antigás, máscaras panorámicas, guantes de látex y de algodón o brazaletes reflectantes. También ha de disponer de detector manual de metales, desfibrilador. Asimismo, debe disponer de un “sistema informático para realizar el servicio de control de identidad de los visitantes o proveedores marca ICAR o similar”. Curiosamente, ésta es la marca que valida a los asistentes del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona.

Los jardines de la Fundación Muñoz Ramonet 



UN FONDO ARTÍSTICO FABULOSO

Tantas precauciones no son gratuitas. La Fundacion Muñoz Ramonet guarda importantes cuadros que el empresario había ido atesorando a lo largo de su vida (una de las leyendas que circulaban sobre el personaje era que en los años 60 del siglo pasado llegó a encender los puros con billetes de 1.000 pesetas), aunque muchas de las obras de arte están todavía en paradero desconocido. Sea como fuere, la Fundación que lleva su nombre acoge casi 3.000 obras. La mayor parte de las mismas provienen de la colección de Ròmul Bosch, presidente de Unión Industrial Algodonera, una empresa que en los años 50 pasó a manos de Muñoz Ramonet y, por tanto, su fondo artístico.

Las obras fueron diseminadas por algunas de las residencias del magnate y todavía hoy están en paradero desconocido. El grueso de las colecciones, en cambio, ya está en las dependencias de la Fundación.

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