A Jesús Ángel García Bragado (Madrid, 51 años) le va la marcha. Literal y metafóricamente. Campeón del mundo de 50 kilómetros en Stuttgart en 1993, ha participado en siete Juegos Olímpicos y aspira a su octava presencia en Tokio. Y, entre carrera y carrera, el atleta eterno cuestiona las políticas sociales y económicas de la Generalitat y de los ayuntamientos de Barcelona y Sant Adrià del Besòs, donde fue el jefe de la oposición entre 2011 y 2015 como concejal del PP.
Tokio será la última parada olímpica de Bragado. Su aventura comenzó en Barcelona y continuó en Atlanta, Seúl, Atenas, Pekín, Londres y Río de Janeiro. Esperaba retirarse el pasado verano, con 50 años, pero el Covid frustró sus planes y le ha obligado a un sacrificio adicional. “La inactividad me machacó, pero las competiciones regresan en febrero y espero estar a un buen nivel”, recalca el atleta en conversación con Metrópoli Abierta.
VALLECAS Y LA MINA
Bragado, madrileño de nacimiento, inició su idilio con el atletismo en el Colegio Tajamar de Vallecas, con 16 años, y comenzó a flirtear con Barcelona en 1989. Recuerda su primera noche barcelonesa en un hotel de la Rambla. Después, clasificado ya para los Juegos del 92, se instaló en el CAR de Sant Cugat. Dos años después conoció a Carmen Acedo, su ex mujer, que vivía en Lleida. En esta ciudad se instaló años después y fue concejal del PP entre 2006 y 2007.
La política local atrapó al marchador, que actualmente vive en la Mina y conoce la delgada línea que separa la opulencia de algunas viviendas de la zona del Fòrum y las tensiones del barrio más conflictivo de Barcelona y su área metropolitana. Habitualmente se entrena por la desembocadura del Besòs, entre Barcelona y Sant Adrià, población en la que fue el jefe de la oposición entre 2011 y 2015.
MENSAJE A CALLAU
“El PP fue la segunda fuerza política más votada en 2011, con 1.813 votos”, recuerda Bragado. El entonces alcalde, el socialista Sito Canga, obtuvo 5.055 y dos años después fue sustituido por Joan Callau, que sigue siendo el primer edil de esta población del Barcelonès Nord.
Bragado, una voz crítica, le pide más ambición para resolver los problemas de Sant Adrià: “Debe dejar de actuar como un ayuntamiento adolescente y actuar como un ayuntamiento adulto. Debe tener más iniciativa y no pedir siempre que Barcelona y Badalona resuelvan sus problemas”.
EL EDIFICIO VENUS
Bragado se refiere, por ejemplo, a una sentencia de Callau en la que afirma que “Barcelona tiene una deuda pendiente con Sant Adrià por la Mina”. Admite que la Mina “es una centrifugadora de los problemas de Barcelona y Badalona”, pero pide más determinación para resolver un problema enquistado durante décadas.
“La demolición del edificio Venus es imprescindible, pero tengo la sensación de que no interesa resolver este tema. La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se hacen los remolones. Colau fue a pedir el voto a la Mina pero ya no ha vuelto”, esgrime Bragado, que forma parte de la Ejecutiva del PP en Cataluña. “El caso de la Mina es parecido al del barrio de Villaverde de Madrid. Los problemas se resuelven con voluntad y dispersando a la gente”, añade.
LAS TRES CHIMENEAS
Bragado también está pendiente de la transformación de las Tres Chimeneas y la creación de un nuevo barrio. Alerta, no obstante, que será un error “trasladar el ocio nocturno del Port Olímpic a la zona del Besòs” y pide que Barcelona copie el modelo de Berlín con Kreuzber, una zona conflictiva que se integró a principios del siglo XXI a la capital alemana. Una gran parte de su población es de origen turco.
“Barcelona intentará escupir los problemas de la Villa Olímpica a Badalona y Sant Adrià. El futuro de la desembocadura del Besòs y de las Tres Chimeneas pasa por combinar zona residencial y oficinas, por un barrio abierto que dé continuidad al eje de la Sagrera”, comenta Bragado, crítico ya con los ruidos que soportan los vecinos en verano con la celebración del Primavera Sound y otros festivales de música.
DISCÍPULO DE LLOPART
El atleta olímpico reivindica una mayor inversión de la Generalitat y el Área Metropolitana de Barcelona en el Barcelonès Nord, similar a la realizada en la zona del Llobregat, donde hay muchas más empresas por su proximidad con la Fira y, sobre todo, con el aeropuerto de El Prat, población en la que nació Jordi Llopart, el primer atleta español que logró una medalla olímpica.
Bragado se entrenó con Llopart a finales del siglo XX. Entre 1997 y 2000. Hoy lamenta su reciente muerte, tras unos últimos años muy complicados para el héroe de Moscú (medalla de plata) en 1980. Llopart fue un referente para Bragado y otros muchos atletas, ya retirados y en activo. “Él nos enseñó el camino, pero yo, desgraciadamente, no he ganado ninguna medalla olímpica. El momento más duro fue cuando acabé cuarto en Pekín. Entonces tenía 38 años y era mi última oportunidad de subir al podio”, recalca. En el currículum del madrileño, no obstante, destacan su victoria en Stuttgart y sus subcampeonatos en los Mundiales de 1997, 2001 y 2009. También figura una plata en el Europeo de Goteborg (2006) y un bronce en Múnich (2006).
LOS JUEGOS DE BARCELONA
“De joven era muy impulsivo y cuando tuve experiencia me faltó juventud”, añade Bragado. Sus resultados han sido más regulares en el siglo XXI que en el XX, pero los Juegos de Barcelona fueron los más emotivos para él. Con los Juegos, Barcelona se modernizó y se abrió al mar. Pasó de ser una ciudad con muchos complejos a ser admirada en todo el mundo. “La organización fue perfecta y, desde entonces, solo Pekín ha elevado a su nivel”, remarca.
Los Juegos cambiaron la historia de Barcelona y del deporte español, que pasó de lograr cuatro medallas en Seúl a 22 en la capital catalana. Lamentablemente, la celebración del XXV aniversario de la cita olímpica fue muy fría. Muchos atletas expresaron su malestar por el desprecio del Ayuntamiento de Barcelona. Entre ellos, Fermín Cacho, medalla de oro en los 1.500 metros. “Colau y sus satélites tienen muchos complejos con el deporte e ignoran al pueblo”, denuncia Bragado. “En ningún país se valora tan poco lo suyo como en España. Los Juegos del 92 tuvieron un gran reconocimiento internacional. En Tokio, por ejemplo, siguen el modelo de Barcelona en su intento de transformar zonas degradadas de la capital japonesa”, agrega.
DOS OPERACIONES
La cuenta atrás de Tokio ya ha comenzado. “Con ocho Juegos basta”, bromea Bragado, quien ya ha tenido que operarse dos veces de la cadera. En Japón disfrutará por última vez de la “magia olímpica” y sufrirá “las largas esperas antes de competir”. Luego, la vida será más tranquila y relajada, pero sin renunciar a su mirada crítica de los problemas de Barcelona y Sant Adrià del Besòs, dos mundos tan próximos y, muchas veces, tan antagónicos.