Cementiris de Barcelona (CBSA), empresa de titularidad municipal que gestiona el 100% de las incineraciones y las inhumaciones de Barcelona, ha visto mermados sus ingresos en los últimos meses. Según fuentes del sector, la compañía que preside Eloi Badia recibe menos derivaciones de cremaciones por parte de Áltima, uno de los operadores privados de la ciudad, desde el fuerte desencuentro entre las dos partes cuando el Ayuntamiento de Barcelona presionó a la Generalitat para que fijara un precio máximo por los sepelios, en marzo de 2020.

La crisis del coronavirus, que estalló con gran virulencia en marzo y abril de 2020, escenificó las tensiones entre Cementiris de Barcelona y los dos operadores privados de Barcelona: Áltima y Mémora. En los momentos más delicados, la empresa municipal se vio desbordada por la demanda creciente de incineraciones, fijando el tiempo de espera entre siete y 10 días. Badia incluso presionó a las familias para que enterraran a sus seres queridos de forma provisional con el compromiso de que serían quemadas dos años después sin coste adicional. Esta propuesta suscitó un gran malestar en muchos ciudadanos.

MÉMORA, AL RESCATE DE BADIA

La supresión de la incineradora de Collserola, en mayo de 2019, por razones medioambientales agravó el colapso de Cementiris de Barcelona. Badia asumió que los cuatro hornos de Barcelona no daban abasto. Mémora, entonces, acudió al rescate al gestionar la llegada de un nuevo horno móvil desde Gran Bretaña.

Las buenas intenciones iniciales se transformaron en una total desconfianza cuando el Govern fijó un precio máximo de 1.900 euros para los servicios funerarios y de 550 para las incineraciones o entierros. Con estas tarifas, eran los operadores privados los que debían asumir importantes recortes. Las reducciones, en cambio, apenas afectaban a Cementiris de Barcelona.

Vista aérea del crematorio de Montjuïc / CEMENTIRIS DE BARCELONA



LA NUEVA PLANTA DE SANT ADRIÀ

Superados los peores momentos de la pandemia, Áltima rebajó su colaboración con Cementiris de Barcelona. Hasta entonces, la contribución del operador privado a la empresa municipal era, aproximadamente, de un 20%. “Este porcentaje se ha reducido sustancialmente y Áltima prioriza las incineraciones en la nueva planta de Sant Adrià y en el Parc de Roques Blanques”, explican fuentes del sector a Metrópoli Abierta.

Las derivaciones de Áltima a Cementiris de Barcelona, según las mismas fuentes, se concentran durante el fin de semana por cuestiones logísticas del operador privado.

CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN

Preguntados por este medio, Áltima y Cementiris de Barcelona optan por minimizar sus diferencias. Según la primera empresa: “En el marco de las reuniones de coordinación que estableció Cementiris de Barcelona y las principales funerarias de la ciudad en el periodo más crítico de la pandemia se decidió redistribuir de forma puntual los servicios de incineración para reducir los tiempos de espera y facilitar el proceso de incineración a las familias. En el caso de Áltima, el operador se vio obligado a recurrir a las instalaciones que tiene en el área metropolitana”.

Tanatorio de la Ronda de Dalt, gestionado por Áltima / CEDIDA



Una fuente del Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, asegura que las relaciones de CBSA con los operadores privados “son las habituales”. Explica que el 50,77% de los servicios fueron de incineración, pero no detalla los servicios procedentes de Áltima.

Este viernes (12 de marzo) se reúne el consejo de administración de Cementiris de Barcelona. Se espera que la compañía informe de la venta del 15% de las acciones que todavía tenía en Serveis Funeraris de Barcelona (SFB) a cambio de 28 millones de euros. Catalana Occidente, a través de su filial de servicios funerarios, el grupo vasco Asistea, completó la privatización de SFB. El 85% restante está en manos de Mémora.

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