Ada Colau se empeñó en dejar la plaza Sant Jaume sin pesebre y su pelele Jordi Martí se ha encargado de sustituirlo por una gran y cara chapuza que el viento se ha llevado. Saltimbanqui ideológico de partido en partido, lo único destacable que ha hecho en la vida es vivir de la política sin apearse del coche oficial. También se hace llamar gestor cultural, oficio no muy reglado y escandalosamente bien pagado que sirve para un roto, un descosido y para colocar a parientes y amistades.
Los casi 190.000 euros púbicos que ha costado el desgraciado invento pretendidamente laico, moderno y sostenible se los han llevado una ventisca y un chaparrón. Las láminas de plástico que intentaban representar el buey y la mula han sido sustituidas por leds, dando como resultado otra birria irreconocible. Para salvar al responsable político y a su ama, el Institut de Cultura de Barcelona) culpa a causas climatológicas y técnicas y no cuenta cuánto dinero más costará el desaguisado. Escondido tras las faldas de Colau y el desconocimiento de cálculo de estructuras del arquitecto elegido para el nuevo ridículo, Jordi Martí se ha quedado con el trasero al aire. Pero no se va a tomar viento porque sería un bien para la ciudad.