Marcé: “El PSC debe marcar sus diferencias con los comunes de forma racional dentro del gobierno"
Marcé, concejal de Turismo, señala que Collboni será el candidato del PSC y el próximo alcalde: "Se ha preparado y tiene las condiciones adecuadas para ello"
12 diciembre, 2021 00:00Noticias relacionadas
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Xavier Marcé (L’Hospitalet, 1957) ha gestionado situaciones muy complicadas, en cargos públicos y también al frente de responsabilidades privadas. Es concejal de Turismo e Industrias Creativas en el Ayuntamiento de Barcelona, y concejal de Nou Barris. Forma parte del equipo de gobierno del PSC que busca ahora marcar diferencias con los comunes de Ada Colau. Marcé, que fue vicepresidente del Grupo Focus, y ha sido gestor cultural en diferentes instituciones, señala que se siente “cómodo” en el actual gobierno municipal, pero que los socialistas deben poder marcar diferencias dentro del gobierno. "El PSC debe marcar sus diferencias con los comunes de forma racional dentro del gobierno", señala en esta entrevista con Metrópoli en el edificio del Ayuntamiento de Barcelona y poco antes de que los dos socios en el consistorio cerraran el acuerdo sobre el Peuat, que ha tenido como telón de fondo las discrepancias sobre la regulación de los hogares compartidos.
El PSC marca diferencias con los comunes con el Peuat, con la cuestión sobre los hogares compartidos. ¿Qué se defiende?
Somos partidarios de una ordenanza que regule esos hogares compartidos, porque es un mandato de la Generalitat, que posibilita que los ayuntamientos lo hagan. El criterio de inspección tiene sentido cuando hay un marco de publicidad. Es decir, los hogares compartidos, --el alquiler de una habitación--, se inspeccionan si se publicitan y afectan al mercado. Y para llegar a acuerdos con las plataformas es mejor saber quién tiene licencia y quién no. Y la realidad es que hay un limbo legal y la gente se publicita. Hay otro elemento importante para nosotros y es que esos hogares compartidos pueden ser fundamentales para la economía de muchas familias. Existe, además, una cuestión que afecta a la soledad de muchas personas que buscan compartir experiencias. No estamos a favor de liberalizar, pero sí queremos regular esa práctica en determinadas zonas. Y no tenemos una mirada tan radicalmente ortodoxa. Somos más pragmáticos. Y es necesario solucionar esa realidad sin principios ideológicos, porque se habla mucho, pero se avanza poco.
Eso supone marcar diferencias con los comunes, con el partido de la alcaldesa Ada Colau. ¿Se intensificará ahora esa posición?
Se marcan diferencias, sí, pero al final hay acuerdo, con la inclusión de las ordenanzas. Se aprueba un texto que dice que habrá una ordenanza. Ahora bien. Hay diferencias a la hora de abordar el problema, hay perspectivas diferentes y sería absurdo negarlo.
¿Los hoteleros con Colau y frente al PSC en los hogares compartidos? ¿Qué ocurre?
Es obvio que el sector hotelero puede tener el interés en reducir la competencia, pero creo que es una posición más normativa que otra cosa. Es más ‘lo que tenemos que decir’ que una posición de fondo. Saben que los hogares compartidos supone una afectación pequeña, y que el mercado habitacional es también pequeño. He hablado mucho con el gremio y lo que quiere es que se hagan las cosas bien y con calma. Me recuerda la misma posición que tuvo sobre la tasa turística, de oposición inicial y de colaboración posterior para decidir el destino de esos recursos.
Los hoteleros señalan que llegarán los fondos de inversión y que la pretensión de regular ese sector no servirá de nada.
En los hogares compartidos no se puede entrar de esa manera, por parte de los fondos. No se puede mezclar los pisos turísticos con los hogares compartidos. Un piso turístico es una entidad jurídica, necesaria para explotarlo. El hogar compartido supone, solo, el derecho de una persona a poner en alquiler una habitación, con un máximo de cuatro personas. Creo que los pisos turísticos sí son una competencia para los hoteles, pero con una habitación en alquiler se buscan otras cosas, la experiencia de compartir, por ejemplo. La afectación es mínima.
¿Qué supone la desgracia de la plaza Tetuán, con cuatro miembros fallecidos de una misma familia que vivía en una oficina de una entidad bancaria okupada?
Demuestra que hay familias que viven en unas condiciones muy poco razonables, y que hay un derecho a la vivienda y a la propiedad, y que hay también una gran inmoralidad por parte de los grandes tenedores de pisos, que los administran con escaso critero social. Pero expresa también que estamos en un limbo legal, con pisos vacíos y que todo en su conjunto provoca desgracias de este tipo. Los servicios sociales están muy encima y lo estuvieron en este caso, pero, desgraciadamente, pueden pasar estas cosas.
¿El PSC ha presionado para que la alcaldesa Colau apueste realmente por la vivienda social?
Hay coincidencia absoluta por parte de los dos socios sobre el problema de la vivienda. Lo que hay, sin embargo, son diferencias metodológicas. No solo existe una perspectiva pública, como se pretende hacer ver, sino privada. Y se debe poder agilizar la construcción y salir del marco administrativo. Se trata de debates metodológicos. Pero no hay una diferencia sobre la percepción del problema habitacional que existe en Barcelona.
¿Entiende la oposición que se ha generado frente a la alcaldesa Colau, con entidades cívicas y gremios, que se manifestaron con el impulso de la plataforma Barcelona es imparable con la máxima de que se ha dado la espalda al modelo de colaboración público-privada?
Se ha instalado en Barcelona un debate sociopolítico e ideológico sobre maneras de entender la ciudad. Y a ello no ha ayudado que se sitúe el modelo de Madrid. Es fácil y ridículo establecer esa disyuntiva, la de la ciudad del ‘no’, frente a la ciudad dinámica del ‘sí. No es cierto, no es real. Lo que sí es verdad es el debate sobre lo público y lo privado. Se ha situado el predominio en lo público, y creo que se debe colaborar con lo privado, en una relación sin predominio de lo ideológico.
¿Esas diferencias entre comunes y PSC se marcarán de forma nítida hasta el final del mandato, sin romper el gobierno municipal? ¿Se puede funcionar así?
Las diferencias existen y no solo se puede funcionar así, sino que se debe caminar en esa dirección, en beneficio de la ciudad. El PSC debe marcar sus diferencias con los comunes de forma racional dentro del gobierno. Hay muchas experiencias de gobiernos que encuentran soluciones pragmáticas. Los gobiernos deben ser un reflejo real de la sociedad. Y no sé si lo veremos de forma nítida, aunque todo es más claro cuando se aproximan las elecciones, y los opinadores y los medios de comunicación trasladan esa realidad. Pero si reclamamos gobiernos amplios, los gobiernos de coalición no pueden ni deben renunciar a sus puntos de vista. Se debate desde dentro. ¡No sé qué problema supone eso! Si sabemos que los gobiernos de mayoría absoluta no serán habituales, precisamente, deberemos acostumbrarnos a la dificultad en la gestión, que enriquece el debate.
¿El PSC debe marcar más su perfil?
Debe actuar en el marco de un debate que se desea, que se quiere, sin esconder los conflictos y con la posibilidad de llegar a acuerdos, como ha ocurrido con el Peuat: consensos desde la racionalidad.
Un gobierno de coalición, con Jaume Collboni ahora de teniente de alcalde, ¿hasta el final del mandato?
Lo que creo es que la actual composición del gobierno municipal es la mejor opción sociopolítica para la ciudad de Barcelona.
¿Y en el futuro inmediato?
Dependerá de las elecciones, porque las matemáticas mandan y se pueden ofrecer otras posibilidades.
¿Cuáles?
Lo que digo es que yo estoy en un gobierno en el que me siento perfectamente cómodo.
¿Tanto como para repertirlo, aunque me dirá que con el PSC en la alcaldía?
Perfectamente, sí, yo creo que sí, que es posible.
Usted, en un debate en el Círculo del Liceo señaló que el proyecto del Hermitage, sin embargo, si se quiere se deberá esperar a un cambio en el gobierno.
Lo que señalé es que será necesario otro mandato, con otras condiciones que se dan siempre cuando llega un momento nuevo, al margen del tipo de gobierno que se produzca. Se había entrado en un bucle. Ya no se hablaba del Hermitage, del contenido de las obras, sino que el propio nombre se había convertido en un conflicto. No se preguntaba sobre qué había detrás del Hermitage, sino que se rechazaba el Hermitage por él mismo. El tema se ha judicializado y será necesario un cambio de variables para desbloquearlo. Será un tema de la campaña, seguro. Y creo que pueden cambiar las cosas. Nuestro grupo es partidario de sentarse con el Hermitage. Yo mismo he sido crítico con sus promotores, creo que tras la muerte de Wagensberg no ha habido un liderazgo del proyecto, que no ha tenido una dirección formal. Sus promotores también deben reflexionar. Y confío en que no se vayan a otra parte y que se pueda rehacer el diálogo.
¿Me habla de cambio de personas, más que de cambios en la configuración del gobierno? ¿Personas que complican ese diálogo?
Un cambio de variables, que en una campaña siempre se produce.
¿Un cambio en la ‘ortodoxia ideológica’, como calificó la posición de los comunes respecto al Hermitage?
Cuando te quedas anclado en las siglas, en los nombres, eres prisionero de la ortodoxia y se debe encontrar el modo de salir de ahí. Salir y apostar por la colaboración público-privada y abordar la cuestión desde el campo cultural. Es un proyecto que puede ser un equipamiento en Barcelona de importancia estratégica. Y nosotros buscamos una salida con la incorporación al proyecto del Liceu. Todo eso quiere decir que se debe entrar en los contenidos.
¿Se puede quedar todavía en Barcelona?
Deben ser los responsables del Hermitage los que decidan. Lo que nosotros ofrecemos es poder debatirlo en el momento adecuado. Y confiamos en que se darán esas circunstancias.
Ha fallecido Oriol Bohigas, y corre el riesgo de que el llamado ‘modelo Barcelona’, propio de la administración socialista de la ciudad, se desdibuje. ¿La colaboración público-privada es la gran damnificada?
Si hacemos un análisis de lo ocurrido en los últimos años, podemos decir que la ciudad se tensó mucho tras la crisis de 2007-2008. Y que se pusieron sobre la mesa debates que eran marginales, como el ecológico, la vivienda o la dimensión del estado del bienestar, con el salario mínimo en primer término. Se trató de un conjunto de elementos que dieron comienzo a nuevo ciclo político, con Podemos o Barcelona en Comú. Esa aportación ha sido importante y no la podemos considerar un problema. Ha tenido aspectos positivos. Pero también es cierto que hay una práctica que tiende a considerar que todas las soluciones deben llegar desde lo público. Y es entonces cuando surge el conflicto. Porque el Estado no puede solucionarlo todo. Con reglas claras entre lo público y lo privado, siempre teniendo en cuenta eso, es necesario una mayor colaboración público-privada. Es el matiz esencial que tenemos con los comunes, señalando, además, que en Barcelona y en el conjunto de Cataluña, esa relación se ha trabajado bien. Y creo que recuperamos esa práctica con normalidad.
¿Está en vías de recuperarse?
Tras la crisis de 2008 y la pandemia, ese debate se ha intensificado. Lo que urge es una máxima complicidad entre todos los agentes sociales. Y es un debate que se da ahora en todo el mundo.
¿Entiende la posición determinada en ese terreno de la patronal Foment y de su presidente Josep Sánchez Llibre?
Dentro de ese entorno de complicidades, hay posiciones en los dos extremos: los que creen que lo público debe ser esencial en un 100%, y los que creen que lo privado debe ser primordial en un 100%. Foment está tensionando claramente en esa dirección. Lo mira desde esa perspectiva y es esperable que mantenga esa actitud. Es su papel.
¿Barcelona está en decadencia, o solo es una percepción que no casa con los hechos?
Hay elementos que son determinantes, más que los propios hechos. En Madrid la gesticulación es muy evidente. Porque no es cierto que Madrid ofrezca más facilidades. Son gestos liberales y un tono diferente, de que todo es posible en Madrid. Eso no existe en Barcelona. Pero creo que en Barcelona se es más responsable. Madrid y Barcelona tienen el mismo marco normativo, no hay diferencias. Por tanto, Madrid no puede correr más que Barcelona en cuanto a una adjudicación pública, por ejemplo. Es una retórica, de derechas, que gestiona percepciones.
Pero también hay hechos, realidades
Barcelona es una ciudad más preocupada para ofrecer una respuesta social que Madrid, sin que ello quiera decir que Madrid no se preocupa. Pero Madrid entiende que las soluciones sociales llegarán a partir de propuestas liberales, como un incremento en la oferta laboral, por ejemplo. Es una tensión que podríamos enmarcarla en un debate Keynes-Hayek, por ejemplo. Y luego debemos tener en cuenta que se habla de Madrid como Comunidad Autónoma de Madrid frente a la ciudad de Barcelona. Y se debería comparar el Ayuntamiento de Madrid frente al Ayuntamiento de Barcelona.
¿Para el PSC Barcelona es la palanca de cambio de la política catalana?
Es esencialmente importante para el PSC, claro, y para Jaume Collboni, es una ciudad capital para el modelo socialista.
¿Ganará la alcaldía el PSC con Jaume Collboni?
Seguro, con total seguridad. Collboni se ha preparado para hacerlo, y tiene las condiciones adecuadas para ello.