Albert Batlle
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El jefe político de la Guardia Urbana, Albert Batlle, continua poniendo sus agentes al servicio de los cuatro gatos insolidarios, amenazantes y ultraderechistas que se hacen llamar independentistas, cortan la Meridiana sin respetar la normas anti-covid y causan daños y perjuicios a comerciantes, vecinos, transporte público, transportistas, conductores y viandantes. El año 2020, Batlle declaró que quería prohibir semejante gran canallada, pero sus superiores de la Generalitat y del Ayuntamiento no lo han permitido. Al contrario, autoridades antidemocráticas y grupúsculos de sectarios supremacistas iban y van a saludarles, aplaudirles y animarles.
Batlle es un socialista que ha vivido del cuento como experto en seguridad en el Ayuntamiento y como director de los Mossos d’Esquadra. Desertó cuando vio que podría pasarle lo mismo que al súper-agente Trapero. Y fue algo que jamás le perdonarán el forajido de Waterloo ni las fuerzas de choque del Ku Klux Klan amarillo. Con edad de estar más que bien jubilado. Sin credibilidad alguna en ambas partes de la plaza Sant Jaume ni en la propia Guardia Urbana, Batlle ha acabado siendo cómplice necesario del aumento de contaminación y de todos los males que causan los cortes de la Meridiana. Una salvajada incívica que gusta a la alcaldesa, al gestor del palacio de enfrente y a la presidenta del circo parlamentario que va caminito del banquillo acusada de presunta prevaricación, fraude en la Administración y falsedad. Mientras, el veterano Batlle sigue bajando la cabeza ante tan malas compañías.