Después de más de 35 años levantando prácticamente a diario la persiana de La bodega d'en Rafel, su dueño lo hará por última vez este 31 de diciembre. Rafel Jordana se jubila, y con él cierra uno de los bares más emblemáticos de Sant Antoni. "El local se lo queda otra familia. A partir de ahora, yo me dedicaré a descansar", explica desde el otro lado de la barra.
TENÍA QUE ESTAR UNOS MESES Y SE QUEDÓ MÁS DE TRES DÉCADAS
Mientras atiende a Metrópoli, son varios los clientes que desfilan delante de él para despedirse. Han venido a degustar la última tapa de anchoas, las albóndigas o sus famosas croquetas, antes de decirle adiós a Rafel, que ha hecho de este rincón de la calle Manso, 52, el bar de referencia para muchos vecinos del barrio. "Es que ha sido casi una vida. Empecé en 1987, por unos pocos meses, para suplir a mi suegro, y aquí seguimos", relata a este diario.
Por aquel entonces, el bar se llamaba Terra Alta. Él le cambió el nombre y lo hizo suyo. En estas más de tres décadas han pasado por aquí generaciones de barceloneses, algunos ilustres como Quim Monzó o Carlos Zanón. "Trabajar con mimo y cariño es lo que ha hecho que la gente quiera volver. Hemos intentado hacerlo siempre así", relata. Pero todo tiene un final, y con 64 años recién cumplidos –el pasado 20 de noviembre– Rafel cuenta las horas que le quedan para colgar el delantal.
SIN FIESTA DE DESPEDIDA POR LAS RESTRICCIONES ANTICOVID
Debido a las restricciones anticovid, el dueño no prevé ninguna fiesta de despedida. De hecho, el aumento de los contagios ha llevado a la Generalitat a decretar un aforo máximo del 50% en zonas interiores para negocios de restauración, por lo que La bodega d'en Rafel está estos días un poco más vacía que en los picos de más actividad antes de la crisis sanitaria. "La pandemia lo ha complicado todo un poco. Habíamos pensando en hacer algo en el mercado, pero no es el momento. Si más adelante planeásemos algo, ya lo comunicaríamos", expone.
La familia que se quedará La bodega d'en Rafel se dedica al mundo de la hostelería, explica el dueño a Metrópoli, y tendría intención de mantener el estilo del negocio, la cocina y la plantilla. Faltará el dueño, que les desea toda la suerte. Quizás, cuando reabra, él volverá como un cliente más.