La plaza de Les Glòries es la de todos los caos menos gloriosos de la historia de Barcelona. Hora y media para entrar en la ciudad, más atascos, más contaminación, más perjuicios a los vecinos y cierres nocturnos por mantenimiento. Pero Manuel Valdés López, doctor ingeniero de caminos, canales y puertos, lo niega. Afirma que “el túnel ha funcionado correctamente”, y recomienda usar transporte público.
Con resignación de cabeza de turco, Valdés es otro de la casta municipal que cobra más de cien mil euros anuales. Formado en el elitista IESE de Navarra, en la UPC y en la State University of Railway Engineering de Moscú (macabro dato actualmente), es uno de los pocos cargos de la corte colauera altamente preparado y con experiencia en la empresa privada.
Su fotografía oficial del Ayuntamiento parece hecha por un estilita podemita y le da cierto aire a lo Pablo Iglesias que asusta. Le hace más justicia la de su linkedin, donde aparece vestido de negro sobre fondo oscuro, sentado y como si pensase. El contraste entre ambos retratos refleja una personalidad partida en dos. Una es la del hombre serio que merecería algo más acorde con su formación que trabajar para un Ayuntamiento vergonzoso. La otra, la de un señor con forzada sonrisa de publicidad de dentista que es la voz de su ama, porque quien le paga, manda.