De perdida al río, Ada Colau gastará casi veinte millones de euros para publicidad de su persona y obra. De nuevo, el dinero público irá a dar a medios de comunicación afines, a redes sociales y a afear los transportes y el mobiliario públicos. Se ocuparán de ello tres empresas publicitarias, alguna con directivos muy de derechas y alguna otra con problemas con la Justicia a causa de sus negocios con la Ganeralitat. Además, su red de webs pirata, con sede en Francia y Estados Unidos dedicadas a atacar a disidentes y adversarios mediante noticias falsas y técnicas de guerra sucia informativa. Presidente de una de esas cloacas es Joan Subirats, ministro y director espiritual de Colau.
Dispuesta a dejar Barcelona lo más arrasada posible cuando ya no sea alcaldesa, la frase de perdidos al río parece hecha a su medida. Según los diccionarios filológicos, se dice cuando se ha iniciado una acción y hay que procurar terminarla pese a su peligrosidad y aceptando todas las consecuencias. También se emplea para indicar que, ante una situación muy difícil y el avance de los adversarios, se opta por la solución más descabellada. Y tirarse al río se debe a la desesperación que conduce a que ya nada importe, o ante la idea de que lo más absurdo representa la única solución. Colau se ve atrapada en su propia telaraña de mentiras, patrañas, desinformación y propaganda clásica de dictaduras y gobiernos autoritarios. Ahora le toca alimentar a las arañas y a su fondo de reptiles.