El irreparable Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, llevaba una temporada oculto y callado para perjudicar menos a su partido y más a Barcelona. Porque por su grandísima culpa, el Eixample es la única zona de toda España que el año pasado incumplió el límite legal de dióxido de nitrógeno. Y porque por su descomunal incompetencia, la compañía Tersa, que se supone que preside, ha costado a Barcelona más de cincuenta millones de gastos en electricidad, incrementando el precio de la energía.
Además, sobre la incineradora de Tersa en Sant Adrià pesa una denuncia ante la Justicia por presunto delito ecológico a causa de su elevada emisión de contaminantes. Y según la Fiscalía es “un grave riesgo para el medio ambiente y la salud de las personas”, ya que Badia y el jefe de explotación “habrían estado realizando y/o tolerando conscientemente una serie de prácticas contrarias a la normativa ambiental aplicable”. Por si fuese poca cosa, Tersa fue sancionada en 2021 por impago de impuestos y tuvo que pagar una multa de más de medio millón de euros por un mal cálculo de unos trabajos en Gavà.
Tan larga es la lista de desaguisados y fracasos con dinero público cometidos por Badia en todo lo que ha puesto sus manos y su desvergüenza, que cuando el colauismo sea sólo una mancha negra en la memoria de Barcelona, el caso del ingeniero que siempre ha vivido de subvenciones se estudiará en la facultades de política y económicas. Y tal vez en las de Derecho, si no acaba ante la Justicia.