Ada Colau, la candidata de los comunes a la alcaldía de Barcelona, tendrá adversarios independentistas en la carrera electoral. Pero, ¿ha jugado ella misma con el independentismo? La respuesta, para el historiador Jordi Canal, es clara. En muchos momentos decisivos, a lo largo de sus dos mandatos al frente de Barcelona, “ha sido partidaria del independentismo”. Canal asegura, sin dudarlo: “Colau ha jugado con la ambigüedad en su defensa del independentismo”.
Jordi Canal (Olot, 1964), profesor investigador en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París tiene claro lo que ha sucedido en Cataluña y en Barcelona desde la recuperación de la democracia. Con una larga obra publicada, uno de sus grandes trabajos recientes fue una colección editada por Taurus, que ha coordinado diferentes obras sobre los días históricos en España, en los últimos cien años, abordando desde la crisis de 1898 al 23F de 1981. Él mismo trabajó un día y un año muy concreto para Barcelona: el 25 de julio de 1992, un libro, con ese título, que llevaba un subtítulo diáfano: La vuelta al mundo de España. Sigue, por tanto, todo lo que sucede en la capital catalana con sumo interés y, a pocos meses de las elecciones, clama con contundencia: “Los dos mandatos de Colau han sido un verdadero desastre para Barcelona, porque ha provocado que la ciudad pierda fuerza en el contexto nacional e internacional, al no ser la referencia que había sido”.
EL COLOR MORADO
Canal considera, en una entrevista en el programa Converses, en la Cadena Cope, con la presencia de Metrópoli, que Barcelona, con Colau, ha quedado marcada por movimientos “antisistema, como los okupas”, recogiendo “una tradición histórica, caracterizada por gestos revolucionarios y rupturistas”. A su juicio, “es poco comprensible que la ciudad le diera el apoyo a Colau en 2015”, al considerar que ya se conocía la impronta de la ahora alcaldesa –como activista—y de los miembros de los comunes, “con un componente claro antisistema”.
El historiador, siempre activo en el campo de la edición, acaba de publicar Los colores de la política en la España contemporánea (Marcial Pons), en el que encarga a diferentes autores que expliquen el por qué de determinados colores en los partidos políticos. Canal afirma que no está claro que el morado fuera el color de la II República, y que pudo ser un “rojo desteñido”, procedente de los comuneros castellanos. Ese morado, que es el color de los comunes y de Unidas Podemos responde a una “mezcla” entre el color del femismo y el rojo socialista, que la llamada izquierda alternativa habría elegido, precisamente, para marcar diferencias con los socialistas.
De la misma forma, el amarillo de los independentistas lo atribuye Canal a una “invención” del momento, que tuvo un “enorme éxito” durante el proceso soberanista de los últimos diez años. Pero ese color “se asocia históricamente a la cobardía y lo populista, con expresiones como ‘sindicatos amarillos o prensa amarilla’”.
Con el libro sobre los colores de los partidos, Jordi Canal reivindica una forma de narrar la historia, a partir de cuestiones aparentemente secundarias, que sirve para llegar a un público más numeroso que demanda “mucha historia, sucesos, cuestiones relacionadas con el pasado”. Esa forma de escribir la historia, de forma más ágil, ha sido una característica de los historiadores anglosajones. “En España se sigue más esa línea, para ganar lectores, pero todavía hay muchos recelos”, señala este historiador, que vive y trabaja en París, con periódicas estancias también en Girona, su población natal.
LOS ANTISISTEMA
Precisamente, sobre Francia, Jordi Canal señala que se trata de un país “irreformable”, que es incapaz de llegar a “grandes consensos, como sí se ha producido en España sobre la edad de la jubilación o las pensiones”. En Francia se han organizado huelgas por la decisión del gobierno de Emmanuel Macron de elevar la edad de jubilación a los 64 años.
Pero con la vista puesta en lo que pueda suceder en Barcelona, Jordi Canal insiste en que la ciudad “no podrá aguantar mucho más” con los gobiernos de Colau, al entender que “el elemento decisivo es el antisistema, que es de donde procede la mayoría de políticos del equipo de Colau”.