Jaume Collboni

Felicidades a Jaume Collboni por ser alcalde de Barcelona. Por su tenacidad. Por saber jugar a todas las cartas con comodines en la manga. Por demostrar que los políticos que logran sus objetivos al precio que sea enfadan a los adversarios, cosa normal, y a sus propios votantes, cosa menos normal. Porque lo que deseaba la mayoría de quienes le votaron es perder de vista a Ada Colau, a su marido, a sus amigos y a su camarilla.

Collboni tiene ahora luz verde para emprender su proyecto de ciudad con o sin aquellos socios que tan mala vida le han dado durante la cohabitación de un presunto gobierno progresista que de progresista ha tenido cada vez menos y de casta autoritaria cada vez más.

Con su cierto maquiavelismo en su manual de política, Collboni espera con cartas en la manga a ver qué le pasa a Pedro Sánchez en las elecciones a Cortes y a ver qué deciden sus jefes Salvador Illa y Miquel Iceta. Mientras, guarda concejalías, estructuras y cargos. Además, promete salvar algunos cargos que hacen bien su trabajo, aunque no se sabe si se refiere al marido de Colau, quien se ha considerado el alcalde en la sombra.

Socialista veterano que recuerda el desencanto y dulce derrota del felipismo y los desencantos de sus anteriores alcaldes Joan Clos y Jordi Hereu, a Collboni le toca mimar y contentar a su electorado para evitar que en las próximas elecciones generales Barcelona deje de ser ciudad socialista. En todo caso, felicidades y a esperar si sube de sobresaliente a matrícula de honor o empieza a bajar nota.