Fermín Villar
El presidente de la Asociación Amics de la Rambla, Fermín Villar, es persona que habla claro porque lo tiene claro. Como prueba, esta breve antología de verdades como puños en el rostro de tantos culpables. “No puedes arreglar Barcelona sin arreglar la Rambla, porque aquí empieza todo”. “Hay que conseguir que 'los barceloneses' vuelvan a la Rambla”. “Barcelona padece la enfermedad de las mesas reservadas sólo para comer”. “Si un barcelonés no puede tomarse una caña en la Rambla es un fracaso”. “La culpa es de la falta de ayuda del Ayuntamiento, del sector privado y de la normativa”. “Cuando Barcelona no era turística, la Rambla ya lo era”. “Nosotros no renunciaremos nunca al turismo, porque sería injusto”. “Como no hay conexión con el Paral·lel, el Moll del Rellotge, el Maremagnum y la Barceloneta para que no lleguen los turistas, al final, sólo hacen que subir y bajar por la Rambla”.
Empeñado en devolver la Rambla a vecinos y barceloneses, da por perdida el alma de la Boquería, que “se ha convertido en un espacio que vende “pinchos de longaniza”. En cuanto a los coffee shops, toxicómanos y delincuentes, “Barcelona ha perdido el control del espacio público”. Limitar el número de cruceristas que llegan a la ciudad (delirio del colauismo), es “criminalizar el sector”. Y los que no pernoctan en la ciudad “suponen un impacto positivo, aunque hay una saturación puntual cuando llega un barco”… Enamorado de la Rambla, confía en Collboni y Batlle para que sea realidad su ideal: “Barcelona es la Rambla”.