Teodor de Mas: “El problema de Barcelona es el alquiler temporal a 'expats' muy bien pagados"
El economista, autor ‘El arte del dinero’, señala que todavía existe una burguesía en Barcelona y que invertirá en otros sectores cuando vea que el inmobiliario “ya no le compensa, o entienda que es muy perjudicial para la sociedad”
27 enero, 2024 23:25Dinero. Inversiones. Teodor de Mas Valls (Barcelona, 1973) se ha interesado siempre por los asuntos económicos, y admite que su familia ha tenido mucho que ver en ello. Forma parte de una estirpe amplia de la burguesía catalana, de orígenes judíos, aunque con mucha mezcla. Y ha querido contar con todos ellos, con sus padres, abuelos y bisabuelos: los De Mas, Rocabayera, Tejedor, Valls, Izard, Ventosa y Badia para explicar su visión de la economía y de la vida en el libro El arte de hacer dinero (Arpa). De todos ellos, Teodor de Mas ha aprendido distintos valores, como el esfuerzo y también el saber disfrutar de los buenos momentos. ¿Una herencia clara? El burgués, el que aparentemente dejó de serlo, se le identifica por llevar “unos buenos zapatos”. Y esa burguesía “sigue existiendo en Barcelona”, la que cerró sus fábricas, porque no daban más de sí, y se centró en el sector inmobiliario, viviendo de renta e invirtiendo en startups, siempre con mesura. De Mas, en esta entrevista con Metrópoli, señala que Barcelona debe superar algunos problemas, que pueden ser graves a medio plazo. Uno de ellos es la falta de vivienda para los locales, porque la ciudad es una enorme estrella en el firmamento mundial. Su atractivo puede ser contraproducente: “El problema de Barcelona es el alquiler temporal, de 'expats' muy bien pagados", asegura, en alusión a la llegada de profesionales internacionales que se establecen en la capital catalana por cinco, seis o siete meses, pagando lo que sea necesario por una vivienda.
De Mas parte de una premisa. Él vive con su mujer y sus hijos en Sant Cugat. En el libro explica con precisión las diferencias entre esa localidad del Vallès Occidental –muy cerca de Barcelona—y Rubí, que está al lado. ¿Qué es mejor, teniendo en cuenta las escuelas públicas, el precio de la vivienda, la comunicación con la capital catalana? De Mas eligió Sant Cugat, muy consciente de que el precio de vivir en Barcelona era y es “demasiado alto”. ¿Primera lección? “No todo el mundo puede vivir en el centro de la ciudad, hay que saber elegir, calcular, y ver qué nos puede interesar más”, insiste.
Sin embargo, el problema no desaparece tras una decisión individual. Los pisos turísticos distorsionan toda la economía de las grandes ciudades globales. “En la etapa de Xavier Trias como alcalde se regularon los pisos turísticos, y se hizo bien, anticipándose a otras ciudades, y luego se ha seguido esa línea, pero con una grieta legal importante, y es que esa oferta se ha decantado por los alquileres temporales. El problema de Barcelona es el alquiler temporal, de 'expats' muy bien pagados. Está muy bien que vengan, pero se van y vuelven otros, y se crea toda una oferta para ellos, que deja de dirigirse para los locales”. ¿Primera conclusión? “Está claro que falta vivienda pública, que se puede generar con la colaboración público-privada, pero hay que crearla, porque mucha gente se queda fuera de esa necesidad”, señala Teodor de Mas.
Este economista, director de Inversiones de Infinitum Group, señala que las administraciones han reaccionado frente a los pisos turísticos, y que han regulado los contratos de alquiler, “aunque todo se ha complicado con los gobiernos de izquierda”, en alusión al mandato de Ada Colau en Barcelona. Pero “quedó un hueco para la gente que quería ganar dinero que ha comprado edificios para alquilar viviendas a partir de 31 días de estancia, aprovechando la gente que quiere vivir unos meses en la ciudad”.
Esa es una realidad a la que, por ahora, no se le pone coto. De Mas entiende que se debería intervenir, “con un impuesto, por ejemplo”. Pero, en todo caso, la solución pasa por entender el área metropolitana como un todo. “Barcelona, como ciudad acotada, es como Manhattan, y no todo el mundo puede vivir en Manhattan. Puedes vivir en Queens o en Brooklyn. Eso supone que en Barcelona podemos vivir en Vilanova, en Mataró o Manresa, y llegar en una hora o menos al trabajo, si Renfe funciona, porque siempre habrá que contar con ese ‘si’, en relación a Cercanías”, señala De Mas. “Si Renfe funciona, el precio de Barcelona no subirá tanto y conseguiremos una metrópolis más equilibrada”, remacha.
Este integrante de familias que siempre han tenido en cuenta el dinero, la necesidad de guardar sumas para cuando las cosas se pongan feas, que de pequeño quiso tener unos ahorros que le daba su abuelo en "marcos alemanes", --el Gobierno devaluó la peseta hasta en tres ocasiones tras la crisis de 1992-- reclama que el ciudadano esté siempre atento a las oportunidades. Comprar regalos cuando están de oferta, por ejemplo, y guardarlos para las Navidades, o para cuando una ocasión lo merezca, evitando el aumento de precios en las temporadas altas, o tener siempre un pequeño excedente para comprar a familiares o amigos cosas que necesiten vender. Es la mentalidad de Teodor de Mas, que tiene claro que una de las principales decisiones en la vida de alguien es acertar con su pareja, para que los dos vayan "en una misma dirección". En el libro explica cómo uno de los hermanos mayores de su abuelo materno entró en el negocio de los seguros, Lluís Valls Ventosa, tras una mala experiencia con sus negocios. Huyó al Caribe, después de dedicarse al negocio del comercio del gas. En uno de sus viajes hacia Argelia, el barco de regreso a Barcelona explotó y no lo tenía asegurado. Recaló en Guatemala y coincidió con otro catalán, que le propuso asociarse en un negocio de seguros que acababa de montar. De ahí surgió la saga de los Valls Planas, con Seguros Universales, "ahora asociada con Mapfre". De Mas señala: "Como buen emprendedor, Luís Valls había convertido un problema --no estar suficientemente asegurado-- en una oportunidad, y se convirtió en empresario de seguros en un pais nuevo para toda la familia, la desconocida y peligrosa Guatemala".
Pero la conversación se centra en Barcelona. Teodor de Mas se refiere a la "técnica Capuccino", que pasa por gastar cuando no quede más remedio, sabiendo que es caro, pero que, al final, vale la pena. En el aeropuerto de Singapur, tomarse un café supone un desembolso de cinco euros. "Si ves que son cinco euros, pues ya puesto en ese punto, mejor tomarse un capuccino, de seis euros, lo mejor que te dé la carta de cafés", señala este economista, que lleva ese mayor dispendio de los turistas al caso de la ciudad de Barcelona. Preguntado por la dependencia de la ciudad del turismo, De Mas considera que "es en cierta medida lógico el interés por el turista, porque gasta mucho más que un residente local, como lo hacemos nosotros cuando viajamos. No tiene sentido, por ejemplo, querer ahorrrar cuando estás en Nueva York, y gastarás aquello que te reporte un buen recuerdo en el futuro". Pero, ¿no puede ser contraproducente? "La cuestión es que ese turismo se debe descentralizar. Si divides el número de turistas por todos los días del año, lo que vemos es que, aunque hay momentos de concentración, la cantidad no sería muy elevada si se pudiera descentralizar por todo el territorio, por Girona, por Montserrat, por distintos barrios de Barcelona y del área metropolitana".
¿Y la apuesta por las startups? De Mas entiende que Barcelona "está en muy buena situación", y señala que se ha creado un ecosistema de unas 200 personas, que en su momento tuvieron éxito con sus empresas y que las vendieron, generando dinero para nuevas inversiones. "Hay un grupo amplio, de unas 200 personas que actúan como bancos, y eso es muy bueno, es dinero que se presta, que se invierte, sin necesidad del banco privado", precisa.
Partidario de que se amplie el aeropuerto de El Prat, "de forma intuitiva siempre diré que prefieron el aeropuerto más grande posible", De Mas entra en el meollo del asunto, sobre los burgueses que han apostado por invertir en el sector inmobiliario. "En Barcelona, la burguesía existe, la situación es como en la india, podríamos decir, porque las castas existen. Puedes ser un burgués sin tantos recursos, pero la mentalidad nunca desaparece, como le pasa a una de mis tías. Pero lo que ha pasado es que se cerraron las fábricas, después de llevarlas a China, siguiendo el modelo que habían marcado los norteamericanos. Con la crisis de 2008, todo desaparece. Y todos los países comienzan a practicar, aunque sin el estruendo de Trump, un repliegue nacional, para fabricar en casa. Macron, en Francia, está obsesionado con eso, con crear fábricas de calcetines, por ejemplo. De todo, se quiere fabricar, de nuevo, de todo. Y la burguesía catalana, la que ha podido decantarse por el sector inmobiliario, entiende los cambios. Si hay una saturación de lo inmobiliario, y, además, perjudica a una mayoría, cuando vean que fabricando otras cosas volverán a ganar dinero, entonces lo harán, sean fármacos, ordenadores, tecnología, lo que pueda ser competitivo".
¿Enseñar a los hijos el valor del dinero, desde el primer momento? De Mas tiene larga experiencia en ello. De joven revendía entradas de conciertos, de fiestas universitarias. Perdió dinero revendiendo entradas de los Rolling Stones. Y probó con la reventa de entradas en partidos del Barça. Aquí la cosa se pone fea. "Revendía entradas con mi hijo número 2 para que viera lo que supone, el intercambio y la ganancia de dinero. Pero con el Barça vi que era peligroso. Hay mucha gente que depende de ello, para pagar una habitación, para drogarse. Y me encontré en un sitio complicado, como un pijo en un terreno que no me correspondía. Lo vi cuando una mujer desdentada me miraba como diciendo, pero ¿qué haces aquí?".
Teodor de Mas se queda con sus lecciones, con la idea de que el ciudadano debe saber cómo manejar su economía, cómo "vivir, en definitiva".