Isabel Vidal es hija del barrio de Gràcia, en Barcelona. Y su pasión por la cultura, por el teatro, por la música, por la danza, le viene de muy pequeña, gracias a su madre, que la llevaba de la mano para “bajar al Romea”, para ver teatro. Es licenciada en Derecho y es la gran dama de la gestión cultural en Barcelona, como directora general de Focus (grupo de empresas de producción teatral) y presidenta de Adetca, (Asociación de Empresas de Teatro de Catalunya), y vicepresidenta de Faeteda (Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza). Ama el teatro y es la “facilitadora” de soluciones en el sector empresarial, en contacto permanente con actores, actrices, directores y escritores teatrales. Está contenta por los números de la temporada, un récord de asistencia de público, y de facturación que sólo se puede comparar a los resultados únicos que se alcanzaron en la temporada de 2011. En esta entrevista con Metrópoli, Vidal señala que se debe alcanzar un sueño, el de ir a los tetros Romea, Juventut o Atrium sin pensar que se está en Barcelona, L’Hospitalet o Viladecans, y que se vive con naturalidad en el ámbito metropolitano. Por ello, Isabel Vidal sostiene que la identidad metropolitana, que la ve "necesaria y que se acabará imponiendo", dependen en gran medida de los hábitos culturales:"La cultura puede acelerar el sentimiento de pertenencia metropolitana de Barcelona".
El público en Barcelona y en el área metropolitana es fiel al teatro. Vidal señala que los “muchos años de esfuerzos” han dado resultado y las cifras así lo atestiguan, con 2,7 millones de asistentes en la pasada temporada. Hay fieles a determinadas salas, como La Villarroel, o el Romea, pero “no se vive sólo de los fieles, sino de todo el público de Barcelona y de los que llegan desde otras ciudades del territorio”. El temor que el sector tenía, a partir de la pandemia del Covid, se ha disipado. El público quiere salir, asistir al teatro y a otras manifestaciones culturales, y no ha habido el cambio de hábito que se había temido. Por lo menos, no en el teatro. “Se ha hablado mucho sobre los efectos del teatro, y creo que se debe insistir en ello, me parece que es sanador, que ante un problema personal o profesional te da pistas, te sirve para ver otros puntos de vista, para tener más empatía. El público responde, porque necesitamos el teatro. Sin embargo, y siempre lo digo, hay que trabajar bien para ganarse esa confianza”, asegura Isabel Vidal.
En Barcelona hay buen teatro, a juicio de esta gestora cultural, que estudió derecho y para pagarse la carrera vendía entradas teatrales. Su buen hacer la llevó a entrar en Focus, en 1996. Y la carrera ha sido exitosa, hasta llegar a ser la directora general del grupo de empresas de producción teatral más importante de España. Vidal insiste en la calidad de los textos, en la apuesta por determinados autores. Y en una constante en los últimos años: “Buscamos textos catalanes en mayor medida que hace un tiempo. En lugar de poner en pie versiones de textos anglosajones, de la dramaturgia anglosajona, se ha apostado por autores locales, con una gran calidad. El paso siguiente será el de tratar de exportar esas producciones”, asegura Vidal, con un punto de satisfacción.
¿Hay teatro en Barcelona en varias lenguas? Vidal señala que la producción se decanta más por el catalán, pero que, en el volumen de asistencia, tanto el catalán como el castellano están prácticamente a la par. En cuanto a producción, el 40% de las obras han sido en lengua catalana, por el 30% en castellano, y el resto en otras lenguas. La gran diferencia, lo que marca las producciones en Madrid y en Barcelona, es la mayor presencia de musicales en la capital española. Vidal reflexiona sobre ello cuando se le pregunta por esa cuestión, cuando se menciona que grandes espectáculos como Mago Pop o el musical Pretty Woman han sido determinantes en Barcelona para lograr también esas grandes cifras.
“Hace muchos años que en Barcelona se hacen musicales, pero es cierto que en Madrid empresas multinacionales han hecho de la Gran Vía el gran centro de los musicales. Han decidido instalarse allí, con una producción, quizá, excesiva, porque no todos los musicales funcionan bien. Deberían mirar que no se les vaya de las manos. En Barcelona hay pocas productoras catalanas, porque el riesgo es alto, con un mercado pequeño. Pero hay que probar con la tecnología, con la subtitulación, como pasa con el inglés. En Madrid y Barcelona los formatos son distintos, las dos son grandes capitales teatrales. Yo, en todo caso, escojo más el modelo de Barcelona”.
Vidal entiende que se trata también de experiencias sociológicas distintas. En Madrid muchos visitantes se quedan un par de noches en la ciudad, y entre la oferta de ocio eligen un musical. Vidal cree que en Barcelona esa práctica no está tan instalada, pero le gustaría intentarlo. “Estaría bien que si alguien visita Barcelona piense, para una noche, en una oferta teatral, y que se pierda el miedo a las lenguas, como se ha perdido al inglés. Que se experimente, porque la calidad está. Miramos, con la idea de aprovechar un mayor presupuesto en Cultura, y con la Ley de Mecenazgo que se pueda hacer promoción fuera de Catalunya”.
Pero, ¿qué pasa en Barcelona y en su zona de influencia, en toda el área metropolitana? Vidal es una firme defensora del “ámbito metropolitano”. Señala que las administraciones públicas han jugado un papel clave. “Hay que reconocer la red de teatros públicos que se han creado, con la idea de que el teatro privado necesita densidad. Y lo que falta es trabar un circuito teatral, que sea conocido. La empresa privada dotaría de contenidos ese circuito y se movería con tranquilidad”. Vidal recurre a su propia experiencia: “Mi madre me decía, cuando era pequeña: ‘bajamos al Romea’, desde Gràcia. Y lo que falta ahora es asumir diferentes teatros como propios. El que está más integrado es el Joventut, en L’Hospitalet. Pero no tanto el Atrium, de Viladecans. Nosotros, en Focus, llegamos a estrenar los espectáculos de Calixto Bieito en el Atrium, y la crítica debía ir a Viladecans. Queríamos que se viera con normalidad. Eso todavía cuesta, pero llegará. La cultura puede acelerar el sentimiento de pertenencia metropolitana de Barcelona”.
Esta gestora cultural, amante del baloncesto, enamorada de los escenarios, apuesta por una figura icónica que pudiera favorecer ese proceso metropolitano, y no duda en apoyar “un alcalde metropolitano”. Entiende que podría ser “un símbolo que haga realidad lo que parece sólo como teórico”.
Pero las administraciones tienen problemas. Vidal llegó a señalar que había “violencia burocrática”, que lo que se pedía a las empresas para cualquier cosa era excesivo. Y mantiene la idea, porque, a su juicio, “no ha mejorado mucho”. No lo dice únicamente respecto a las empresas culturales, como las que dirige, sino “en general con todas, y para todo”. Para Vidal “la burocracia nos entierra en papeles. Una misma administración puede pedir el mismo papel en varias ocasiones. Nosotros tenemos la ventaja de que podemos levantar teléfonos y reclamar, pero es un problema que se debería poder solucionar”.
En el Ayuntamiento de Barcelona las cosas han cambiado, con el cambio de alcaldía. Para Vidal, aunque con el anterior responsable de Cultura, Jordi Martí, se percibía una “sensibilidad” con el sector cultural, la relación ha mejorado con Xavier Marcé. “Colau marcó unas prioridades y Collboni ha marcado otras, y a las empresas les va bien ahora”.
La relación entre la empresa y el artista siempre es compleja. Lo que defiende Isabel Vidal es que hay empresarios que han optado, en referencia al fundador y alma mater de Focus, Daniel Martínez. Las empresas deben ganarse la vida, para, precisamente, poder invertir y mantener una estructura determinada. Y “algunos hemos escogido este mundo, somos productores teatrales por vocación. Hemos decidido invertir nuestros recursos en Cultura”. Eso sí, los actores y actrices, los autores teatrales, “son seres a proteger. Son seres con talento que deben ser protegidos”, sentencia Vidal, que admira la capacidad de un actor o de una actriz para subir a un escenario.