Raúl López, presidente de Monbus y conocido como el 'rey de los autobuses de España', tiene un largo camino por delante si quiere recuperar el prestigio y la reputación de la compañía. Muchos son los ejemplos que relatan el mal funcionamiento de las líneas adjudicadas al grupo de origen gallego que gestiona varias rutas en el aeropuerto, la comarca del Baix Llobregat y la provincia de Barcelona, entre otras.

Pero la larga lista de autobuses que no pasan, las rampas para minusválidos que no bajan y los retrasos constantes queda eclipsada por el catastrófico accidente que un vehículo de la empresa tuvo el pasado martes. Un bus transportaba a unos sesenta trabajadores de Inditex desde Barcelona hasta las naves logísticas de Tordera cuando chocó contra los márgenes de un túnel a la altura de Pineda de Mar. La inmensa mayoría de pasajeros y el conductor resultaron heridos, algunos de ellos en estado crítico.

Todavía queda por saber qué causó el accidente, pero los Mossos d'Esquadra barajan las hipótesis de un reventón de una rueda o que el conductor se quedara dormido al volante. Ante la situación, varios sindicatos se han pronunciado, recordando las paupérrimas condiciones laborales y salariales que obligan a los trabajadores a alargar sus turnos sin descanso, a conducir por rutas desconocidas sin planificación o a ponerse al volante de vehículos con cuyo manejo no están especializados sin un periodo de adaptación.

Esto último es lo que pasó en otro accidente que tuvo lugar en Molins de Rei a inicios de mes. Otro autobús se estampó contra la fachada de un hotel en la localidad metropolitana, dejando unos seis heridos. La colisión desató una fuga de gas que obligó a los bomberos a precintar la zona temporalmente. Según explicaron a Metrópoli, era la primera vez que la conductora, familiarizada con autobuses mecánicos, pisaba esa ruta a los mandos de un vehículo automático, lo que implicaba una conducción distinta. No tuvo un periodo de adaptación para coger la ruta, tampoco para hacerse con el vehículo --los pedales estaban posicionados de forma distinta--.

Raúl López, conocido por su control estricto sobre las operaciones de Monbus, ha sido señalado por su falta de inversión en formación adecuada para sus empleados. A pesar de su éxito en expandir la empresa, su enfoque en la reducción de costes a menudo se ha traducido en condiciones laborales precarias y una preparación insuficiente para los conductores. Además, López ha estado envuelto en varios escándalos de corrupción, incluyendo investigaciones por fraude fiscal y blanqueo de capitales. 

Pero Monbus, a pesar de que sobran los motivos, no lleva bien las críticas. Solo en el Baix Llobregat ha tenido que hacer frente a varias huelgas de meses de duración entre 2023 y 2024. A un miembro del comité de empresa, en una manifestación, se lo ocurrió decir que estaban ofreciendo un servicio de segunda. Las declaraciones se grabaron en vídeo y cuando la compañía vio el metraje, lejos de encajar el golpe y hacer autocrítica, optó por despedirlo. Finalmente, será readmitido gracias a la presión sindical.

A inicios de mes, la Junta de Castilla - La Mancha tardó solo cuatro días en darle un tirón de orejas a Monbus tras ver el desastre producido en una línea recientemente adjudicada entre Tolero y Talavera. El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) debería tomar ejemplo y velar por la calidad del servicio --que es público-- y atar en corto a una compañía que no para de acumular desastres y que, por fortuna, todavía no ha dejado muertos. O se presiona o se rescinden los contratos. No vale la pena seguir tentando a la suerte.