El mensaje debe ser diáfano. Así lo entiende el cuarto teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Valls, que hace suya por completo la decisión del alcalde Jaume Collboni: en el horizonte de 2028 no habrá pisos turísticos en la ciudad. El equipo de gobierno socialista --y a la espera de integrar a un socio para gobernar con mayor comodidad-- tiene claro que "el turismo se debe gestionar". Valls señala que se hará todo lo posible por cambiar el modelo: "Utilizaremos la fiscalidad para que los pisos turísticos no sean rentables".
La posición es contundente. Valls, que ha asumido el área de economía, turismo y ciencia en el Ayuntamiento, asegura que los pisos turísticos fueron el fruto de una "autorización" del Ayuntamiento en los años de la alcaldía de Xavier Trias. Pero "en ningún caso se trata de una licencia". Es decir, la relación del Ayuntamiento con los distintos actores que operan en el sector turístico es muy diferente en función de si son hoteles o pisos turísticos.
Gestionar el flujo turístico
En el primer caso, se trata de "licencias", con derechos y obligaciones por parte de los hoteleros. Y ese es el modelo por el que apuesta el Ayuntamiento. Valls, en una entrevista en el programa Converses de la Cadena Cope, con la participación de Metrópoli, rechaza la idea de que se quiera favorecer a los hoteleros. De lo que se trata, a su juicio, es de "gestionar" el turismo, después de constatar lo que ha sucedido en los últimos años.
"Hay un problema con la falta de vivienda, y también se ha generado un problema de convivencia con la irrupción de los pisos turísticos, con una alta tensión en determinados emplazamientos del centro de la ciudad. Y lo que quiere el Ayuntamiento es gestionar ese flujo turístico y para ello reclama más margen en la fiscalidad", asegura Jordi Valls.
Esa será una de las guerras del consistorio, gobernado por los socialistas. El alcalde Jaume Collboni pidió al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en su reciente entrevista un mayor margen para los municipios. Se trataría de poder incrementar tasas como la turística, que la recaudan los hoteles, pero la pagan los visitantes.
Esa fiscalidad podría aplicarse en diferentes direcciones. Valls insiste en que el Ayuntamiento hará lo que esté en su mano para que esos pisos turísticos no sean rentables, y, por tanto, se orienten hacia otros mercados, como el residencial, el que más necesita la ciudad de Barcelona.
Margen para subir tasas
"Lo que queremos es tener más margen, con una fiscalidad mayor, para controlar la demanda", incide Valls. Es decir, la manera para filtrar, para regular una demanda que será mayor en los próximos años --porque Barcelona es un destino atractivo y se incorporan cada año más turistas procedentes de todo el mundo-- debe pasar por esas tasas, como las turísticas, que los visitantes pagan por pernoctar en los hoteles, o la que se cobra a los cruceros, cuyos clientes pasan sólo unas horas en la ciudad.
La patronal de los pisos turísticos, Apartur, asegura que la batalla legal puede ser larga. El Ayuntamiento asume tal posibibilidad. No hay, por ahora, espacio para un posible acuerdo. En la presentación del libro del consultor Pau Solanilla --La República verde-- con la participación de Metrópoli, Collboni insistió en que queda "margen", al comparar lo que cobra Barcelona con lo que exigen muchas ciudades italianas y holandesas.
Negociar las cuentas de 2025
Valls señala que el gran problema en la ciudad es la vivienda, y que "se debe tratar como una infraestructura". El equipo de gobierno socialista ha apostado por modificar la medida de reservar el 30% para vivienda pública en todas las promociones inmobiliarias. Pero, por ahora, sigue vigente, porque el PSC no ha encontrado un socio para implementar otra distinta. Valls asegura que entre el último trimestre de este año y el primero de 2025, el PSC ya estará en condiciones de aprobar una alternativa junto con otros socios. El PSC suscribió un acuerdo de gobernabilidad con Esquerra Republicana que no se ha materializado, a la espera de que los republicanos celebren su congreso en noviembre.
Precisamente le toca a Valls negociar con otros los grupos municipales para sacar adelante los presupuestos del próximo año. Afirma que las conversaciones ya están en marcha, y que falta el PP. La situación ha cambiado respecto a los últimos meses y para aprobar las cuentas ni ERC ni los comunes --con Ada Colau ya con un pie fuera del Ayuntamiento-- han relacionado la luz verde a las cuentas municipales con la entrada en el gobierno. Eso facilita las cosas a Valls, pero, por ahora, no se ha cerrado nada.