La vitalidad de una ciudad se expresa, en gran medida, a través de su comercio, de su capacidad para atraer a un público local y extranjero. Barcelona puede exhibir potencia en ese campo, pero distintos fenómenos pueden alterar el necesario equilibrio. El Ayuntamiento sabe que uno de ellos es el comercio de 24 horas, supermercados de pocos metros cuadrados, que incumplen las normativas del consistorio.
El concejal responsable del Eixample, Jordi Valls, ha asumido ese reto. Y el consistorio acaba de clausurar un establecimiento situado en el número 103 de la calle Pau Claris. Se trata de un supermercado que fue inspeccionado a finales de 2024.
El pasado mes de diciembre fue intenso en ese terreno. El Ayuntamiento realizó una operación contra los supermercados 24 horas en la cual se sancionaron a 112 establecimientos y se impusieron 1.993 sanciones durante cuatro días.
Muchos de esos supermercados están orientados al turismo y ofrecen un servicio a los numerosos turistas, pero se ha detectado el incumplimiento de derechos laborales. E, incluso, el hecho de que en su interior se esconden infraviviendas en los que han llegado a vivir --o viven-- menores de edad.
Una ciudad como Barcelona no se puede permitir que esos establecimientos proliferen. No se trata de cuidar la imagen --que también es importante-- sino de velar por los derechos de los propios trabajadores, la mayoría inmigrantes.