Reciclaje de bolsas y limpieza de cacas de perro: el proyecto de unos alumnos para mejorar Sant Andreu
Estudiantes de primero de ESO del instituto Vapor de Fil cuentan con una asignatura que les incentiva a "mejorar el barrio desde el barrio"
11 febrero, 2024 23:30Pequeñas iniciativas pueden suponer grandes acciones. Un grupo de alumnos del barrio de Sant Andreu, en Barcelona, con poco más que papel, cuerda y plástico, ha comenzado un proyecto para cambiar el barrio, haciéndolo más limpio y amable para las mascotas.
Se trata de los alumnos de Primero de ESO del instituto público Vapor de Fil. Los estudiantes, a través del proyecto Som Sant Andreu, se han lanzado a mejorar el barrio. Los alumnos ataron con cuerda dos carteles en el tronco de un árbol en los jardines de las mujeres de la Motor Ibérica en los que explicaban el proyecto. Al lado, colocaron una botella cortada por la mitad y boca abajo, llena de bolsas de plástico para recoger los excrementos de los perros.
Cuidando el barrio
Todo el que quiera, puede coger una de esas bolsas. Asimismo, también se pueden dejar almacenadas las sobrantes que no se quieran llevar a casa. Basura de unos, tesoro de otros, que reza el refrán.
El objetivo, explican los alumnos a Metrópoli, es crear una alternativa que incentive a mantener limpio el barrio --tanto de bolsas como de excrementos de perro-- y que sea gratuita "para quien no puede gastar ese dinero". Tras la iniciativa, se esconde un profundo amor por Sant Andreu. "Es nuestro barrio y nos dicen que somos el futuro (...) tenemos que cuidar de nuestro hogar", explican varios de los jóvenes que llevaron a cabo el proyecto.
Mirada crítica
Este proyecto se enmarca en la asignatura de Pensament i recerca (Pensamiento e investigación), una materia versada en estimular la creatividad de los alumnos con una mirada desde el poble y para el poble. Según la coordinadora del curso, Natàlia Pomareda, a través de Som Sant Andreu, se forma a los alumnos como sujeto activo dentro de la sociedad. Tras un "aprendizaje" del entorno en el que viven, adquieren una "mirada crítica" y piensan en cómo pueden intervenir como ciudadanos en su barrio para mejorarlo.
Además, el feedback ha sido bueno. Algunos vecinos les han felicitado por la iniciativa y han querido colaborar en otros proyectos. La primera botella se colocó en noviembre, al lado de un pipican. Tres meses después, todavía sigue allí. Este tiempo, vecinos se han acercado para coger y depositar bolsas, en función de sus necesidades. Y así, se ha asegurado la continuidad de este rinconcito que, hoy, es un poco más amable para los perros y sus dueños.
Otras iniciativas
"No imaginé --y me sorprende--, que la idea llegaría tan lejos", añade otro de los participantes, que suponía que "a los pocos días alguien habría arrancado los carteles o habría vaciado todas las bolsas". Lo que apenas se mantiene es el pipican, que ha perdido, a lo largo de los años, todas las plantas que contribuían a hacer el espacio algo más natural para los canes.
El instituto no solo ha impulsado esta iniciativa. "Hicimos también encuestas a pie de calle y recogida de firmas para que el Ayuntamiento colocara una facultad en el barrio", añade una alumna. Otros, propusieron que se plantaran flores para luego colocarlas en los alféizares de las ventanas y embellecer así el vecindario. Los alumnos disponen de un espacio para plantear proyectos que contribuyen a crear mejores espacios para la ciudadanía.
Con estas ideas, mejora Sant Andreu, pero también mejoran ellos, admiten. En este proceso de aprendizaje, sienten que ven con mejores ojos el barrio, lo conocen con mayor profundidad y le dan más importancia a su entorno. Al término del curso, el mayor logro es, quizá, su crecimiento interior, pues Sant Andreu es el conjunto de sus calles y edificios, pero, sobre todo, es su gente.