El consumo de heroína se consolida en el barrio del Besòs i Maresme. Aunque en invierno el número de drogadictos sea menor que en verano, los heroinómanos siguen marcando el paisaje diario de las calles de este barrio de Sant Martí.
Un grupo de vecinas de la zona, que evitan dar su nombre, corroboran el repunte de consumidores que empezó a manifestarse entre 2018 y 2019. Lamentan que imágenes de jeringuillas en parques infantiles se hayan convertido en habituales. De la estación del metro de Besòs salen muchos de los consumidores que se dirigen a la Mina, barrio de Sant Adria de Besòs fronterizo con este barrio barcelonés que delimita, a su vez, con la ciudad condal.
EL CONSUMO SE DESPLAZA
El consumo también se desplaza hasta esta zona de Barcelona. La degradación de muchos bloques, con al menos una o dos ocupaciones en cada uno de ellos, invita a los drogadictos que se cuelan en los edificios rompiendo las puertas para drogarse en el interior. El trapicheo de drogas, marihuana especialmente, crea un contexto que acentúa el problema.
Una vecina asegura que el Ayuntamiento ha aumentado el servicio de recogida de jeringuillas de dos a tres días por semana. Por contra, señala que las autoridades siguen negando el repunte "tremendo" que, según ella, registra el barrio. Las imágenes que difunde la plataforma El Besòs por un barrio digno revelan cintas elásticas usadas por los drogadictos, además de decenas de jeringuillas y restos de papeles que un día envolvieron droga.
Los dos grandes operativos policiales contra los narcopisos del Raval de 2018 y 2019 provocó que muchos consumidores se movieran hasta el Besòs. Cualquier día entre semana, decenas de personas sin hogar, algunos enganchados a las drogas, hacen cola para poder comer.
POCAS SILLAS EN LA SALA DE CONSUMO
En la calle Llull se ubica el Centro de Reducción de Daños de la zona, el CAS Forum, un lugar donde consumir las sustancias de una manera más segura para evitar la transmisión de enfermedades. Para estas residentes, el espacio es insuficiente para atender al gran número de personas que la necesitan. "¡Hay dos sillas para todo el Besòs!", alerta una de ellas.
El vocal de la Asociación de Vecinos Maresme, Ramón Tur, cree que la situación ha mejorado sensiblemente en los últimos meses desde que el Ayuntamiento retirara unos coches abandonados que usaban los drogadictos para pincharse. Ahora, la colocación de unos pivotes ha alejado a este grupo de personas.
PLANTACIONES DE MARIHUANA
En los últimos años, las ocupaciones se han extendido en este barrio de Barcelona, afectado por la degradación de sus edificios causado por la aluminosis, un problema endémico que la zona arrastra desde hace 40 años. Este contexto lo utilizan mafias organizadas que venden droga desde algunos de los edificios. Las plantaciones de marihuana han proliferado y los olores son evidentes para muchos vecinos, que evitan denunciar por miedo a las represalias.