El cine Club Pedro IV, en el Besòs, cerró en el año 2000. Desde entonces, la vieja sala de la cadena Balañá espera una transformación para convertirse en equipamiento. Desde hace algunos años, sobre la fachada del Pedro IV hay un gran mural, obra del grafitero Kamil Escruela, que reclama la recuperación del espacio para el barrio. Si nada se tuerce, el cine renacerá como un edificio con usos sanitarios y culturales a finales del presente mandato -primavera de 2023- o principios del otro, explica el concejal de Sant Martí, David Escudé. La posibilidad de que albergara parte de un CAP ya la planteó el exregidor Francesc Narváez (PSC) hace más de una década y es defendida por algunas entidades vecinales.
El proyecto supone un cambio respecto a las intenciones iniciales. La idea era convertir el viejo cine en un edificio que de día funcionara como sede administrativa, con un centenar de trabajadores del Ayuntamiento, y el resto de la jornada como un espacio sociocultural. "El traslado de los empleados públicos se ha descartado", dice Escudé. Y los planes pasan por destinar tres plantas del nuevo inmueble a la ampliación del CAP del Besòs, que se encuentra colindante al Pedro IV. "Pasará de 1.500 a 3.000 metros cuadrados". Antes de iniciar la construcción del nuevo edificio, la histórica sala será derribada.
SALA POLIVALENTE Y PLANTAS PARA USOS CULTURALES
El concejal del PSC detalla que el edificio proyectado, totalmente transparente, se readaptará para acoger los nuevos usos. El diseño del equipamiento, por tanto, no empieza de 0. El espacio dispondrá de un espacio subterráneo que funcionará como una sala polivalente, mientras que las dos primeras plantas se destinarán a la cultura. Según Escudé, los usos culturales concretos todavía no se han decidido y se consensuarán con el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB).
El Pedro IV es un edificio de titularidad municipal desde tiempos del alcalde Jordi Hereu, aunque su transformación acumula años de retraso -el última de 2018-. Ahora, el Ayuntamiento, detalla el edil, cederá al Servei Català de la Salut una parte del equipamiento para los usos sanitarios. El antiguo CAP seguirá funcionando -aunque se renovará- y ambos equipamientos estarán unidos por una pasarela para que queden integrados. Así, los profesionales sanitarios se podrán desplazar por los dos edificios sin salir a la calle. "El número de trabajadores sanitarios podría doblarse", añade Escudé.
El coste del proyecto, cuando el Pedro IV iba a ser sede administrativa y equipamiento sociocultural, rondaba los 8,5 millones, de los que 3,5 se destinaban al derribo de la finca. Ahora, probablemente, el presupuesto se encarecerá. Solo los costes que deberá afrontar la Generalitat para el nuevo CAP y la reforma del antiguo se elevará entre los ocho y nueve millones de euros. Escudé dice que todavía no se tienen los costes definitivos de la parte municipal.
UN CINE ABIERTO EN 1965
El Club Pedro IV abrió en 1992 de la mano de Balañá. Años atrás, la empresa de cines y teatros de Barcelona lo había comprado y lo reconvirtió en una doble sala. El programa inaugural, el 6 de marzo de 1992, incluía El último boy scout y Resplandor en la oscuridad. Antes ser propiedad de Balañá, el Pedro IV funcionó como un cine de barrio. Había levantado la persiana el 30 de abril de 1965.
Según Escudé, la recuperación del Pedro IV, junto a la construcción de la biblioteca García Márquez, que ya se está ejecutando, y el nuevo puente de la calle de Santander son los tres grandes iniciativas de este mandato en el distrito de Sant Martí, más allá de la remodelación del frente marítimo y de la transformación del Port Olímpic, que son proyectos de ciudad.