La histórica masía de Can Miralletes, en el barrio del Camp de l'Arpa del Clot, estará totalmente reformada el próximo mes de octubre. Los trabajos de transformación de la finca, del siglo XVIII, en un equipamiento infantil han empezado este mes de abril tras años degradada. Como informó Metrópoli en septiembre de 2020, el espacio estaba tapiado y lleno de grafitis.
La recuperación de la masía fue aprobada en la comisión de gobierno del pasado enero y cuesta unos 843.000 euros. La intención del Ayuntamiento de Barcelona es convertir el inmueble en un espacio de juegos y talleres relacionados con la naturaleza, la sostenibilidad y el clima [ver aquí la nota de prensa municipal]. La finca también está en proceso de ser catalogada a nivel patrimonial, añaden fuentes municipales. Hasta ahora no tenía ningún tipo de protección, lo que ha acrecentado el abandono.
LA MEJORA DE LOS JARDINES DEBERÁ ESPERAR
La masía se encuentra dentro de los jardines del mismo nombre, entre las calles de Sant Antoni Maria Claret, Conca e Indústria. El parque necesita también un urgente lavado de cara. Está previsto que se hagan algunas mejoras pero no la reforma integral que necesita. Los jardines están muy dejados de la mano de Dios, con un escaso mantenimiento, y se han convertido en los últimos años en un punto de botellón y de incivismo.
El edificio de Can Miralletes tiene 290 metros cuadrados y consta de planta baja -cuadrada- más un piso. La masía conserva las cuatro paredes exteriores de piedra, así como las interiores, vigas y algunos elementos de carpintería de hace casi 300 años. Las obras consolidarán la estructura y el aspecto existente. Las carpinterías originales se mantendrán mientras que las que no lo sean serán sustituidas por otras que cumplan con los requerimientos de eficiencia energética. También está previsto reparar la cubierta, crear un espacio común y recuperar el espacio original en el que estaba la escalera interior.
UN EDIFICIO DE 1736
Todavía en la puerta principal del inmueble se puede leer que que el edificio fue construido en 1736. Pertenecía a la familia Miralles, que trabajaba las tierras del entorno. En la década de los 70 del siglo XX, la masía estuvo a punto de desaparecer. Un constructor pretendía levantar pisos en el parque, pero la presión vecinal lo impidió. La expropiación municipal no llegó hasta los años 90, coincidiendo con la inauguración de los jardines.
En 2017, el Ayuntamiento anunció la intención de recuperar la masía como ludoteca y ejecutar el proyecto en 2018. Pero la iniciativa no ha salido de los cajones municipales hasta cinco años después.