Enrique Castro es un vecino del Triángulo Golfo que, después de 20 años viviendo en la calle de Pere IV, se ve obligado a abandonar el piso en contra de su voluntad. Tal como explica él mismo y otras fuentes vecinales del Parc i la Llacuna del Poblenou, un fondo inversor ha comprado el edificio y no le renuevan el contrato. "Esto no solo me afecta a mí, es algo generalizado en este barrio y todo es por culpa del 22@", lamenta el hombre a Metrópoli.
Los vecinos de los seis barrios del distrito de Sant Martí ya hace años que están visibilizando los problemas de este plan urbanístico. Explican que no los están teniendo en cuenta y que el Ayuntamiento está priorizando a las empresas antes que a las personas. Están quemados y con indefensión ante unos problemas a los que se sienten completamente solos por la supuesta pasividad del consistorio.
ESPECULACIÓN INMOBILIARIA
"Gracias al referéndum que se hizo en el Observatori dels Barris del Poblenou, se han conseguido algunas reformas, pero sigue sin ser suficiente", lamenta otra vecina, que ha querido preservar su anonimato y que asegura que tanto ella como el resto de personas que viven en la zona están siendo víctimas de la gentrificación y la especulación inmobiliaria.
PARC I LA LLACUNA DEL POBLENOU
El Parc i la Llacuna del Poblenou siempre ha sido una zona conflictiva por el ocio nocturno, hecho que empeoró drásticamente después de la pandemia del coronavirus. Se han manifestado en varias ocasiones para reivindicar su derecho al descanso. Los gritos a altas horas de la madrugada, la suciedad, los vómitos y los jóvenes borrachos y drogados se han convertido en un escenario habitual las noches de miércoles a sábado, denuncian los vecinos.
De hecho, hace unos meses, entregaron una queja a la Sindicatura de Greuges de Barcelona en relación con la falta de convivencia pacífica y la persistente contaminación acústica. El informe de David Bondia al que ha tenido acceso este medio es claro: "La actuación municipal no ha sido suficientemente eficaz para garantizar el derecho al descanso de la ciudadanía, así como la buena calidad de vida".
SITUACIÓN LÍMITE
"Estamos muy quemados y con indefensión. Ni los Mossos d'Esquadra, ni la Guardia Urbana, ni los políticos están haciendo nada", lamenta la mujer. Por si no fuera poco, a todo esto se le suma un nuevo problema: la presión inmobiliaria. Las personas que llevan toda la vida viviendo en el barrio, se están empezando a encontrar con una situación límite, ya que no les renuevan el contrato.
Esto no solo afecta a los vecinos, también afecta directamente a los pequeños locales de la zona. Un claro ejemplo de este fenómeno es el cierre de la discoteca Merlin que, después de más de 30 años haciendo historia en Barcelona, se ha ido de la ciudad por culpa de un fondo inversor. Esta sala no ha sido la única víctima, según confirman fuentes vecinales a este medio, otro fondo inversor ha comprado un edificio de la calle de Pere IV en el que viven cinco familias.
MIEDO AL AYUNTAMIENTO
Esto supondría, aparte del desalojo de algunos vecinos, el cierre de bares y estos, se verían en otro problema: el Ayuntamiento no puede dar más licencias de ocio nocturno en el barrio. Esto, a priori, beneficiaría a los vecinos del Triángulo Golfo, que están hartos de los problemas que generan los jóvenes cuando salen de fiesta. "Tenemos miedo de que el Ayuntamiento haga juego sucio y den las licencias igualmente", concluye la vecina.
SOS TRIÁNGULO GOLFO
Enrique Castro es miembro de la asociación SOS Triángulo Golfo y vive en el edificio de la calle Pere IV número 76 y, hace dos meses, le llegó un burofax anunciándole que tenía que abandonar el piso. "Vivo aquí desde el 2003. Siempre he estado al corriente de todos los pagos y la casa está mejor ahora que cuando entré. He luchado a capa y espada proponiendo negociaciones, pero nos echan", dice Castro.
Este vecino del Triángulo Golfo lamenta que ni la propiedad, ni la inmobiliaria, ni el Ayuntamiento le han dado ninguna otra opción. En su edificio hay nueve viviendas. En dos de ellas viven dos familias de más de 80 años con renta antigua y, por lo tanto, no las pueden echar. Al resto de vecinos se les acaba el contrato en pocos años y no los van a renovar.
CULPA AL 22@
"Este problema afecta a todo el Parc i la Llacuna del Poblenou. Todo esto es por culpa del 22@: la mayor parte del suelo se dedica a las empresas y se ha destinado muy poco a la vivienda. Por este motivo, los alquileres tienen unos precios tan desorbitados en el barrio y no nos renuevan el contrato a las personas que llevamos toda la vida viviendo aquí", lamenta el hombre, que ha aprovechado la ocasión para decir que, según dicen varios vecinos, quien está detrás de todo esto es una propietaria que tiene 17 edificios por toda la ciudad, unos hechos que, de momento, no se han podido corroborar.
CULTURA Y VECINDAD
"Entiendo que es la ley de la oferta y la demanda, pero en ese trayecto se van a perder muchas cosas: cultura, vecindad y autenticidad. El barrio ya no va a ser lo que era, pero parece que a nadie le importa en qué se va a convertir el Parc i la Llacuna del Poblenou por culpa del 22@, que está arrasando con todos nosotros", concluye.