En la falda de Montjuïc se encuentra el Poble-sec. La historia de este barrio del distrito de Sants-Montjuïc se remonta a mediados del siglo XIX, cuando era un espacio rural, con huertas y barracas de labradores. En 1850 empezó a poblarse de familias, sobre todo de inmigrantes, que ya no cabían en el Raval, y que trabajaban en el gran número de fábricas textiles que se instalaron en la zona.
Aparte de la característica actividad, que posicionó al Poble-sec como uno de los nichos de la revolución industrial, el barrio también se ha asociado siempre al mundo del espectáculo. Teatros tan emblemáticos como El Molino, el Apolo, el Condal y el Victòria, o clubes del destape como el Bagdad, lo han puesto en el punto de mira de la oferta cultural más moderna y atrevida de la ciudad.
PROBLEMAS ENQUISTADOS
Desde hace unos años, esta zona –privilegiada por su cercanía al mar, la montaña y al centro de la urbe– se ha ido degradando hasta convertirse en un espacio con problemáticas enquistadas. El que fuera un barrio moderno y demandado por la gente joven que apreciaba sus precios accesibles y su ambiente multicultural, es ahora carne de cañón para el vandalismo, el narcotráfico o la okupación.
Los vecinos y representantes enumeran diferentes problemáticas, pero todos coinciden en que la que más estragos causa es la suciedad.
SUCIEDAD Y DEJADEZ
Esta cuestión es la que degrada con más contundencia la imagen del barrio. Se produce por distintos factores que, en conjunto, conforman una estampa de dejadez. El primero de ellos es la presencia de personas incívicas. Orinan en los parques, defecan entre los coches, lanzan las jeringuillas al suelo, arrojan basura en cualquier espacio...
La suciedad trae consigo otro quebradero de cabeza para los vecinos: el mal olor. Muchas calles se han convertido en verdaderos estercoleros o urinarios públicos. Álex, un vecino de la avenida de Montjuïc, explica que el problema no es por la falta de efectivos de limpieza, sino por los "gamberros" que propician estos problemas.
Otras de las vertientes que avivan la imagen de suciedad son las pintadas y los grafitis. Los vecinos comprenden y aplauden que el Ayuntamiento destine espacios para que los amantes del spray plasmen su arte, pero afean que muchos de ellos no respeten los límites. A pesar de que el parque de las Tres Xemeneies dispone de muros de hormigón para esta finalidad, son muchos los que actúan de forma vandálica subiéndose a edificios, fachadas e incluso monumentos como las chimeneas industriales de la antigua fábrica La Canadenca con tal de dejar su firma. "Se ha convertido en un polo de atracción para el vandalismo", confirma Sergi Gàzquez, portavoz de la Asociación de Vecinos del Poble-sec, a Metrópoli Abierta.
IRREGULAR MODELO DE LIMPIEZA
El pasado mes de agosto los habitantes de las calles de Vila i Vilà, Puig i Xoriguer, Albareda y Carrera detectaron una plaga de ratas proveniente del colegio situado entre estas vías, los Jesuïtes Poble Sec. Col·legi Sant Pere Claver. La acumulación de basura en los contenedores, las desesperantes obras del colector –parte de un plan "anti-inundaciones" del consistorio– y el calor fueron los motivos por los cuales los roedores formaron un nido en el patio escolar.
Gàzquez asegura que la suciedad es una de las quejas más recurrentes, que el barrio precisa de una mayor severidad de limpieza y que los efectivos "limpien de una manera más exhaustiva", para que no se sigan dando estas incómodas situaciones.
RUIDO Y VANDALISMO
El ruido es otra de las molestias que tienen los vecinos en esta zona de Sants-Montjuïc. Aunque eran mucho más recurrentes antes de la pandemia –cuando el ocio nocturno estaba en auge–, aún se realizan macrobotellones que afectan al descanso de los vecinos. "Cuando discotecas como la sala Apolo estaban abiertas, desde el jueves hasta el domingo, esto era un ir y venir de personas borrachas y drogadas que no nos dejaban dormir", explica Marta, que reside en la calle Nou de la Rambla. También son muchos los habitantes que se quejan del ruido que se origina cada noche a la salida de los teatros y las salas de conciertos.
Anselmo, vecino de la calle Palaudàries, lamenta que las reuniones previas a la fiesta imposibilitaban su descanso y que, de vez en cuando, provocaban contratiempos vandálicos: "llegaban a forzar el cuadro de conexiones de los jardines de las Tres Xemeneies para quitar la luz y convertir el parque en una discoteca", explica. Por eso, argumenta que están pidiendo al consistorio "el cerramiento del parque".
La porquería que queda en los espacios públicos que son tomados por vándalos durante las fiestas ilegales representan también un peligro público, sobre todo para los niños que juegan en las zonas infantiles. "Los padres se encontraban jeringuillas, botellas de cristal rotas y demás cosas. Por eso prefieren llevar a sus hijos a espacios verdes de otros barrios", argumenta el vecino.
NARCOTRÁFICO
El narcotráfico es otra de las prácticas ilegales extendidas por el territorio. Existen dos mafias: la dominicana y la paquistaní, que dominan el mercado de la droga en el Poble-sec. El clan latino es el más peligroso, según explicaron con anterioridad los afectados a este digital: "Tienen el monopolio de la droga, llegan incluso a repartirla a domicilio con sus patinetes eléctricos. Si intentas frenarlos o te inmiscuyes en sus asuntos se ponen violentos: te cortan una mano o un dedo y asunto cerrado. También te eliminan del panorama si intentas hacerles la competencia en la venta de droga", lamentaba Gael, un residente que los conoce muy bien.
Este aseguró que son pocas las calles que se salvan de tener varios pisos o locales okupados en los que se desarrolla la preparación y la venta de estupefacientes. "Los clanes arrasan con todo lo que pueden. Pedreres, Murillo, Tapioles, Margarit o Blai son las vías que cuentan con más propiedades okupadas", enumeró.
OKUPACIÓN
En cuanto a la mafia paquistaní, es otro cantar. Sus motivaciones para okupar son muy diferentes, incluso su modus operandi está totalmente alejado al de los dominicanos. Estos okupan sobre todo grandes locales comerciales en los que pueden llegar a vivir hasta 30 personas. Estos inmuebles no están acondicionados para la vivienda, por lo que comportan un peligro añadido para los residentes de los bloques, que viven con temor de que se produzcan incendios como el de la Barceloneta o averías graves.
En estas propiedades duermen las personas que los clanes tienen explotadas. Trabajan fuera del Poble-sec, ya que saben perfectamente que el dominio del barrio pertenece a las bandas latinas. Es por eso que han hecho del litoral barcelonés su perímetro de actuación. Pasan el día vendiendo refrescos y mojitos, conduciendo bicitaxis y trapicheando con droga.
ASENTAMIENTOS ILEGALES
Hay otro tipo de okupación que también preocupa al vecindario: la de los asentamientos. Desde hace tiempo, Montjuïc está repleto de tiendas de campaña apiñadas unas con otras. Aunque la gran mayoría de las personas sinhogar aprovechan la montaña para construir barracas, también se originan asentamientos en espacios abandonados de la vía pública.
A principios de febrero, Metrópoli Abierta denunció la situación de precariedad de una veintena de personas de origen filipino. Estas malvivían en ruinosas construcciones hechas con objetos y materiales encontrados en la calle en el interior de un solar. Una semana después, los Mossos d'Esquadra desalojaron el espacio de 197 metros cuadrados y el Ayuntamento actuó subsidiariamente ante las condiciones de infravivienda, llevando a cabo el correspondiente acompañamiento social a los sintecho. También durante los meses de reclusión por la pandemia, los indigentes okuparon el skate park del barrio con un auténtico asentamiento urbano.
Los indigentes tienen una presencia notable en el barrio. Desde la asociación vecinal aseguran que la gran mayoría convive sin problemas con el vecindario, pero que otros acumulan chatarra y suciedad en distintos lugares: "algunos de ellos consumen alcohol y otras sustancias. Hemos perdido parques como los jardines de Les Hortes de Sant Bertran o de Walter Benjamin porque no es agradable este panorama", dice el portavoz.
INSEGURIDAD
A pesar de que ha aminorado con el tiempo, la inseguridad sigue siendo una de las preocupaciones del vecindario del Poble-sec. A los hechos se remiten los que la denuncian. El pasado mes de agosto se produjeron dos acontecimientos que conmocionaron al barrio. Según indicó la plataforma Helpers, un okupa amputó la mano de un hombre que intentaba evitar un robo a un turista en la calle de Blai. El otro suceso se produjo tres días después cuando un individuo apuñaló mortalmente a otro en la calle Maria Montessori y se entregó a la Guardia Urbana.
En el mes de noviembre también tuvo lugar un suceso truculento, aunque esta vez bajo tierra, concretamente en la estación del metro de Paral·lel. El "Freddy Krueger del Raval", denominado así por los habitantes del Poble-sec y el barrio colindante, apuñaló en el muslo a un agente de seguridad. La policía catalana investigó el caso y determinó que el atacante padece de un trastorno psiquiátrico severo. Además, en los últimos años se han producido diversas violaciones.
La portavoz adjunta de Ciutadans en el Ayuntamiento de Barcelona, Marilén Barceló, argumenta a Metrópoli que "el gobierno de Colau y el PSC no es capaz de establecer las medidas de seguridad que se necesitan y que deberían de ser una prioridad para el Poble-sec". Por ello, asegura que desde el grupo municipal se ha presentado "un plan de seguridad con medidas específicas para afrontar este problema" pero el "sectarismo" de la administración les "impide implementar unas iniciativas buenas para combatir la inseguridad". "Estamos ante un gobierno municipal que siempre intenta negar o minimizar los problemas para no tener que afrontarlos", carga la edil.
ESCASA PRESENCIA POLICIAL
La inseguridad también se refleja en los robos. En los últimos meses, los comercios de la zona han experimentado un aumento de hurtos en zonas de carga y descarga. Los "descuideros" aprovechan cualquier despiste para entrar en los camiones y robar el contenido. María Luisa, dueña de una floristería del barrio desde hace 23 años, explica a este medio que ha notado un incremento de la inseguridad en el último año: "un día que no me di cuenta y me estiraron una joya, pero como a mí, a 200. El barrio es bueno, pero ha ido viniendo gente que no lo es", argumenta mientras cierra la persiana del establecimiento. Los saqueos también tuvieron mucha repercusión hace un año, cuando aparecieron decenas de coches con los cristales rotos en la avenida de l'Estadi.
Desde la asociación de vecinos del Poble-sec imploran una mayor presencia policial para evitar este tipo de problemas: "aunque es cierto que están las unidades de proximidad de Mossos y de la Guardia Urbana, a los vecinos nos gustaría ver patrullas a pie, como se veía hace 10 o 15 años". "El reclamo planea cubrir la sensación de seguridad, proximidad, que falta en el vecindario", insiste su representante.
"ABANDONO MUNICIPAL"
"Los vecinos hace años que se quejan" lamenta la regidora del partido naranja. A pesar de que el Poble-sec ya tiene un Pla de Barris, la asociación vecinal hizo hace un par de meses un mapa que incluye las inversiones más urgentes que se necesitan y que están intentando presentar a todos los grupos municipales.
"Es un barrio falto de inversiones. El Poble-sec absorbe mucha carga de ciudad y los vecinos nos enorgullecemos, pero no recibimos los recursos para paliar este peso", justifica el portavoz de la AA.VV, que reclama reformas de calles y equipamientos municipales nuevos para abastecer la densidad de la zona. "Los jardines del Mirador del Poble-sec son una de las zonas donde se evidencia la poca inversión municipal: los toboganes y los columpios que hay son los mismos con los que yo jugaba cuando era pequeño, y tengo 26 años. Hace por lo menos 20 que no se hace una inversión a nivel de actualización", añade.
Las pocas reformas que hace el consistorio tampoco convencen a sus residentes. Los jardines de las Tres Xemeneies pasaron por chapa y pintura el pasado mes de diciembre. La administración barcelonesa inyectó 68.000 euros para "renovar el pavimento, las mesas, replantar el arbolado y limpiar el espacio", según explicó el departamento de prensa a este digital. Durante una semana, operarios municipales trabajaron en la mejoría de la "zona verde", pero los cambios fueron imperceptibles para el vecindario, que la sigue viendo "completamente abandonada".
Mapa de las inversiones "enquistadas" del Poble-sec elaborado por la asociación vecinal / CEDIDA