Hay calles que cuestan de entender. Su diseño es tan inverosímil que solo una mente retorcida podría haberlas ideado, por lo que es más probable que sean el resultado de décadas de dejadez y parches provisionalmente definitivos que han solucionado algunos problemas, pero han creado otros nuevos por el camino. Es el caso del tramo de Via Augusta entre la Diagonal y la plaza de Gal·la Placídia, apenas 400 metros de pesadilla urbanística que además son la puerta de entrada hacia una de las grandes arterias viarias que conectan el centro de Barcelona con Sarrià-Sant Gervasi.
Lo que más choca de este tramo es una rambla central arbolada que, sin embargo, es imposible de recorrer entera porque no hay pasos de cebra que conecten las distintas isletas en línea recta, por lo que hay que hacer malabares para no perder los nervios. Y aunque se pudiera hacer, sería como andar por el medio un desfile de motos aparcadas que hace un pasillo de honor con cierta desgana, como si fuera el viandante el que sobra en ese lugar.
Un peatón amante de cumplir las leyes que quiera bajar tranquilamente desde Gal·la Placídia hasta la Diagonal puede utilizar las estrechas aceras laterales y apretarse contra la pared cuando se cruza con alguien (deseando que ese alguien no lleve un carrito o una maleta grande) o puede jugársela aventurándose en un laberinto de pasos de cebra que entran y salen de la rambla y que muchas veces llevan a un punto de no retorno. Todo mezclado con autobuses que bajan a toda velocidad para ahorrarse un semáforo en rojo y coches que giran donde no deben.
LOS VECINOS DICEN BASTA
Los vecinos y comerciantes de la zona han visto como mandato tras mandato nadie ponía remedio a la situación, por lo que finalmente han decidido tomar la iniciativa y han creado la Plataforma Via Augusta 1-51. Mery Pareras y Esther Alsina, dos de las promotoras de la plataforma, se hicieron amigas paseando a sus perros. Mery vive en la plaza Narcís Oller, en Gràcia, y Esther es de la calle Comte de Salvatierra, en Sarrià-Sant Gervasi. Curiosamente, lo que las une y las separa es la Via Augusta, que funciona como límite administrativo entre los dos distritos.
“Un día empezamos a hablar de lo mal que está la Via Augusta”, explican. “No podemos quedar allí para pasear al perro, está lleno de motos, hay mucha suciedad”. Los vecinos de ese trozo de calle han visto como en los últimos años el Ayuntamiento arreglaba la Diagonal y la plaza de Gal·la Placídia, pero una y otra vez las máquinas y los operarios pasaron de largo y se olvidaron de la Via Augusta. Como son nuevas en esto del activismo vecinal, pidieron asesoramiento a otra plataforma de Príncep d'Astúries, que junto con la avenida de la República Argentina son las otras dos fronteras entre Gràcia y Sarrià-Sant Gervasi, por lo que tienen problemas parecidos.
Los proyectos de reforma que dependen de dos distritos suelen ser “más complicados de tirar adelante” porque requieren más coordinación, pero ya se han puesto manos a la obra para involucrar a quien haga falta. Hace unas semanas se reunieron con el regidor de Sarrià Sant-Gervasi, Daniel Mòdol, y con el portavoz del gobierno en Gràcia, Robert Soro, para explicarles la situación y salieron bastante satisfechas a pesar de que les anunciaron que durante este mandato no habrá grandes remodelaciones porque no hay presupuesto, ya que el Plan de Actuación del Distrito y el Plan de Inversiones Municipal ya están comprometidos hasta 2019.
ESTUDIOS PREVIOS Y REASFALTADO DE LA RAMBLA
Fuentes municipales han confirmado a Metrópoli Abierta que están “completamente de acuerdo” con las reivindicaciones de la plataforma y que en los próximos meses “se empezarán a hacer los trámites y estudios previos necesarios” para que el proyecto de remodelación sea una realidad en el próximo mandato. Durante la alcaldía de Trias, CiU y PP acordaron una serie de inversiones para poner orden en este tramo e incluso se llegó a aprobar una partida de 400.000 euros, pero luego no se movió nada más. Todavía quedan muchas cosas por definir, pero no se descarta hacer un proyecto para toda la Via Augusta y ejecutarlo por tramos, como se ha hecho en la Ronda del Mig.
“Tenemos que hacer mucha pedagogía para explicar que estos proyectos llevan tiempo y que no se pueden poner en marcha de un día para otro”, apuntan desde el consistorio. Por el momento, se ha llegado a un acuerdo para realizar una pequeña intervención en verano y pavimentar la rambla central “para tapar agujeros” y, si es posible, solucionar parte del problema de las motos habilitando nuevos aparcamientos en las calles adyacentes, aunque eso depende de muchos otros factores. Por su parte, desde la plataforma han recogido el guante del Ayuntamiento, pero aseguran que no dejarán de ir a los plenos de distrito para que se acuerden de la Via Augusta.
UN PROYECTO POR DEFINIR
La Plataforma Via Augusta 1-51, que ya agrupa a una treintena de personas activas a pesar de que solo lleva unos meses en marcha, está en plena recogida de firmas para recabar más apoyos. “El primer día y prácticamente sin hacer nada ya éramos unos 15”, reconocen Mery y Esther. Incluso cuando estaban grabando una entrevista para BTV la gente se acercaba y aprovechaba para quejarse de un banco mal anclado o una farola estropeada. “Faltaba que alguien pusiera esto en marcha”, dicen con una media sonrisa. “La gente es muy conformista y a veces necesita un empujoncito para activarse”.
Por ahora lo único que tienen claro es que no pueden “esperar otros diez años” a que se haga algo. Una de las prioridades es ampliar las aceras. “Los comerciantes están muy interesados porque ahora esto es una vía de paso y no invita a darse una vuelta y comprar. Algunos aguantan porque son más solventes, pero hay otros que ya ves que no durarán”. Tampoco se oponen a que la rambla central desaparezca si eso permite ensanchar las aceras. “Queremos que sea una calle agradable para pasear, luego son los técnicos los que deben encontrar soluciones para que todo el mundo pueda convivir”.