Un maniquí da la bienvenida con un cartel: "Estamos abiertos". Es la señal que invita a adentrarse en unas galerías que, a primera vista, parecen fantasmagóricas, pero que esconden una pequeña joyería. Rosa Marta y Joaquim llevan más de 40 años levantando la persiana de su tienda. Las Galerías Sarrià son su 'casa', donde han visto crecer a sus hijos y a los hijos de los vecinos. Desde 1982, el matrimonio se ha dejado el alma en su querida joyería familiar Marsans Maluquer, que ahora se ha convertido en un símbolo de resistencia contra la especulación en estas galerías, ubicadas en Major de Sarrià 108.

Las Galerías Sarrià, con la mayoría de los negocios cerrados / GALA ESPÍN

Las Galerías Sarrià eran un punto de encuentro para los vecinos del barrio, pero poco a poco este espíritu se ha ido desvaneciendo. En 2019 había 26 tiendas, ahora sólo queda en pie la joyería de Rosa Marta y Joaquim, que luchan para que un grupo inversor no acabe con sus cuatro décadas de negocio. 

"SUFRIMOS UN ACOSO DESCARADO"

Según explican a Metrópoli, los inversores se reunieron con los propietarios de cada una de las tiendas de las galerías en 2019 para comprarles su participación en la comunidad. Varios de los comercios acabaron vendiendo: "A los que estaban de alquiler no se les renovaba el contrato, a un bar le subieron la cuota a un precio abismal que no pudieron pagar... y así hasta llegar a nosotros", asegura Rosa Marta. A pesar de ver cómo las galerías se quedaban cada vez más huérfanas de negocios, el matrimonio se negó a vender. Desde entonces, sufren un constante acoso para forzarlos a marcharse.

Clientes en la joyería / GALA ESPÍN

"Despidieron al trabajador de seguridad a tres años de jubilarse, sacaron los caballitos de la entrada pensando que nos perjudicaría, pero la verdad es que nos ayudó porque bloqueaban la entrada a la gente mayor", explica Joaquim. "También cerraron la puerta principal de la calle de Major de Sarrià, reventaron el suelo con la excusa de que tenían que hacer catas". A todo esto se suma la última 'novedad': les han cortado el cable de ventilación y han empapelado la tienda de delante para que no se les pueda ver desde fuera. "Todo el que pasa por aquí se piensa que estamos cerrados", lamentan.

Escombros de las obras en las galerías  / GALA ESPÍN

Pasaron los años y el grupo inversor se hizo con el 90% de las galerías, mientras que el 10% restante es propiedad del matrimonio joyero. Las alternativas ofrecidas por el grupo inversor no convencen a Rosa Marta y Joaquim. "Nos proponen irnos cerca de plaza Artós, pero nuestra clientela no está allí, no es nuestro barrio", critican. 

Los cables de la ventilación cortados / GALA ESPÍN

VÍCTIMAS DE UNA ESPECULACIÓN

El espacio es de gran "interés" para los inversores. Repartido entre un parking inferior, las galerías se encuentran en la primera planta y arriba hay una gran terraza. “Si haces volar la imaginación, seguro que comprenderás porqué tanto interés de los inversores”, comenta con ironía Joaquim.

LOS VECINOS, VOLCADOS CON LA JOYERÍA

A pesar de convivir con el polvo de las obras y los escombros, Rosa Marta y Joaquim siguen allí, atendiendo a sus clientes con una sonrisa en la boca. Ambos agradecen el apoyo que reciben de los vecinos. "Ha sido bestial. La gente nos pregunta si queremos hacer una recogida de firmas, protestar... ¡Hasta nos traen pasteles y cajas de bombones!", dicen emocionados.

Rosa Marta y Joaquim en la Joyería Marsans Maluquer / GALA ESPÍN

El matrimonio tenía 20 años cuando empezó su aventura en las Galerías Sarrià. Toda su vida está en estas paredes. Sus cuatro hijos han crecido correteando entre los pasillos de las tiendas e incluso hacían las siestas en la joyería. Tras cuatro años de muchas alternativas propuestas por los joyeros y denegadas por el grupo inversor, Rosa Marta y Joaquim lo tienen claro: "Ahora sólo hay una opción: Major de Sarrià 108".

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