La plaza d'Amich, en Sarrià

La plaza d'Amich, en Sarrià Inma Santos

Sarrià - Sant Gervasi

El rincón de Sarrià que conserva la esencia de barrio rural: la plaza "más pequeña de la ciudad" escondida en una gran calle

Este capricho urbanístico conserva al fondo una verja metálica, un vestigio de otro tiempo que hoy marca la simbólica frontera que separa el viejo barrio rural del moderno y actual

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Hay rincones en Barcelona que no se buscan, se encuentran. Son recovecos que se asoman, casi de puntillas, a la vuelta de una esquina.

A veces en una calle discreta; otras, como en este caso, irrumpiendo en el corazón bullicioso de una vía principal como es Major de Sarrià. Así se nos aparece la Plaça d’Amich.

Aunque llamarla "plaza" es casi una hipérbole, una licencia poética. Podría competir por el título de la más pequeña de la ciudad, un diminuto cul de sac que es más un ensanchamiento accidental que un espacio planificado.

Y ahí radica toda su magia. La plaza entera parece existir por y para un solo edificio: la antigua masía de Can Coletes, una de las pocas que ha resistido, con reformas y adaptaciones, en el núcleo antiguo.

La obstinación arquitectónica de Can Coletes

Su historia es un capricho urbanístico. Mientras Sarrià crecía y las casas se alineaban para mirar al bullicio del Carrer Major, Can Coletes se mantuvo testaruda, con su fachada basilical orientada al mar, como si se negara a darle la espalda a su pasado rural.

Esa obstinación arquitectónica es la que nos regaló este pequeño vacío, este respiro de falsa plaza.

Hoy, su pared desconchada, que deja ver las heridas del tiempo y las capas de su historia, dialoga con un suelo de panots grises recién puestos y unos bancos de diseño.

Es el perfecto resumen de Sarrià: la convivencia de la masía ancestral con la ciudad contemporánea.

Un nombre con raíces profundas

El nombre también nos habla de este profundo arraigo. El nomenclátor, tras enmendar un antiguo error que lo atribuía a un mercader forastero, confirma que el rincón honra a los Amich, una saga familiar ligada a Can Coletes que fue clave en la expansión del barrio: Miquel urbanizó estos mismos terrenos; Vicenç levantó una casa en la calle de Sant Salvador; y Jaume edificó varias fincas en el mismo Major de Sarrià.

Una verja que separa dos mundos

Asomarse a la Plaça d’Amich, hoy remodelada, es como mirar a través de una cerradura en el tiempo. Y esa sensación de estar en un espacio de frontera no es solo una metáfora.

Al fondo, una vieja verja metálica, coronada por unos capiteles de hierro, sirve de umbral físico entre dos mundos: el viejo Sarrià, de casas bajas y amigables, y el que asoma por detrás, moderno, enorme y de diseño.