Mural ‘Mil bestioles sota terra’, de Jorge Ochagavía

Mural ‘Mil bestioles sota terra’, de Jorge Ochagavía Cedida a Metrópoli Barcelona

Vivir en Barcelona

El rincón de Barcelona que conserva una cicatriz histórica: una “vergüenza” para la ciudad maquillada por un artista

El ilustrador Jorge Ochagavía cubre los muros del Casal Pou de la Figuera con un ejército de seres fantásticos que llenan de vida el ‘Forat de la Vergonya’

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Hay lugares en Barcelona cuyos nombres son una cicatriz. El ‘Forat de la Vergonya’ es, sin duda, uno de ellos. Este espacio abierto a la fuerza en el tejido del barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera nació de la demolición y la polémica, dejando un vacío que la comunidad tuvo que aprender a llenar. Y lo hizo, vaya si lo hizo, con huertos urbanos, vida vecinal y, finalmente, con arte.

El apodo no fue ocurrencia de un urbanista, sino un grito de guerra vecinal. A principios de los 2000, la piqueta de un plan de reforma interior derribó fincas enteras para "esponjar" el barrio.

Los residentes, que denunciaron la operación como un asalto especulativo que destruía el tejido social, bautizaron la herida abierta con este nombre cargado de rabia y dignidad. Fue su forma de plantar cara y reclamar como propio un vacío impuesto.

Explosión de vida

Justo ahí, sobre esa tierra conquistada, en los muros exteriores del Casal de Barri Pou de la Figuera, desfila hoy un ejército de criaturas imposibles. Es el mural ‘Mil bestioles sota terra’, una explosión de vida y color firmada en 2019 por el ilustrador Jorge Ochagavía.

Sobre un fondo neutro que imita la tierra, cientos de seres fantásticos —insectos mutantes, monstruos amables, figuras geométricas con patas— reptan, trepan y se asoman desde un mundo subterráneo que parece bullir bajo el asfalto.

Relato visual

Ochagavía, con su trazo de ilustrador, no pinta un mural: despliega un ecosistema. Cada criatura tiene su propia personalidad, su color vibrante, su forma única. Juntas, componen un relato visual que resignifica por completo el concepto del "forat".

Ya no es un agujero de vergüenza, sino un portal a un universo oculto y maravilloso, un recordatorio de la vida que se abre paso en los lugares más inesperados.

Este mural no es solo decoración. Es una declaración. Es la prueba de que el arte puede colonizar una herida y convertirla en un jardín de fantasía. Un rincón donde el nombre ya no evoca un pasado polémico, sino que invita a agacharse y buscar entre la multitud de "bestioles" a tu criatura preferida.