Tras un trabajo conjunto por toda España con la Policía Nacional, los Mossos d'Esquadra han conseguido localizar y detener a Albert Caballé Ortín, de 36 años, conocido como 'el gigoló estafador', y detenerlo en su ciudad natal, Barcelona.
Caballé, que se llamaba a sí mismo 'papá' y a quien sus amigos conocían como Tito, era un estafador buscado por la policía y pesaban sobre él cinco sentencias por estafa, apropiación indebida y simulación de delito. De hecho, su historial criminal es muy amplio, con más de una cuarentena de denuncias de otras tantas mujeres de toda España, a las que seducía o embaucaba utilizando diferentes apodos (Mike, Joan, Kyle, etc.). Las estafas iban desde los mil hasta los 60.000 euros.
Caballé acostumbraba a actuar siempre de la misma forma. Muy activo en las redes sociales y en las páginas de contactos (Tinder, Meetic, etc.), se presentaba en ellas como un joven adinerado, con un oficio reconocido (desde abogado a empresario) y en busca de una relación seria.
Agraciado físicamente, la foto de turno podía llegar a ser irresistible para cualquier mujer, que se sentía atraída hacia él y comenzaba una relación sentimental que, en realidad, era la tela de araña en las que quedaban enredadas. Tras ganarse su confianza, empezaba a pedirles dinero por cualquier eventualidad, hasta que las engañadas caían en la cuenta de que las había tomado el pelo.
Otra manera de timarlas era que pusiesen su nombre a objetos caros, como coches. Otro de sus métodos era usar las tarjetas de crédito de las estafadas. Lo que ganaba con esta táctica, saltando de mujer en mujer o manteniendo varias relaciones a la vez, lo empleaba Caballé en darse la vida padre: drogas (especialmente cocaína), prostitutas, hoteles de lujo, viajes caros, etc.
Tras ser denunciado, Caballé pasó a estar en búsqueda y captura por estafas cometidas al menos en Barcelona y Pamplona, e incluso en la localidad francesa de Bayona.
Al menos una veintena de víctimas de Caballe se han unido para denunciarle conjuntamente, coordinadas por onBRANDING, un bufete especializado en problemas de comunicación, reputación, seguridad y crisis, y, en concreto, en procesos contra timadores profesionales de mujeres.