Una fotografía circula estos días por las manos de los indigentes de Barcelona. Se trata del presunto asesino de, al menos, dos personas sin hogar el pasado 16 y 18 de abril. Los Mossos d'Esquadra reparten la imagen entre las personas que duermen en la calle para localizar al sospechoso. 

Ángel confiesa que tiene miedo. Hace seis años, este andaluz de 60 se quedó en la calle tras perder su trabajo. Ahora duerme en su coche, que arranca de vez en cuando para que no se enfríe. De su grupo de amigos es el único que tiene móvil y está al tanto de la actualidad sobre la pandemia. A través de su smartphone, también sabe que en un mes han muerto tres personas sin hogar de forma violenta en Barcelona. Los homicidios se han producido en el distrito de l'Eixample y los Mossos d'Esquadra sospechan que detrás de los crímenes podría estar la misma persona.

Los fallecidos son dos personas de unos 60 años de nacionalidad española y un joven marroquí de entre 20 y 25 años. Las tres víctimas eran usuarias de Fundació Arrels, según fuentes de la misma entidad. Entre los indigentes hay "preocupación", pero no una "alarma social", señala la organización, que lucha desde 1987 para que nadie duerma en la calle. En los centros que ofrecen comida, higiene y alojamiento, los usuarios preguntan y piden información a los educadores sobre los homicidios.

SOLIDARIDAD

"No creo que sea un loco, quizá puede ser un ajuste de cuentas", insinúa a su lado Jaime desde el paseo Lluís Companys, a unos pasos del Arc de Triomf. Las cinco personas que forman el reducido grupo asienten con la cabeza. Son las doce del mediodía y el sol brilla con fuerza en esta zona ajardinada del paseo. A esta hora ya han desayunado, pero aceptan agradecidos tres bocadillos que un ciudadano les ofrece.

Personas sin hogar, cerca del paseo Lluís Companys / G.A



Basta un paseo de dos horas por l'Eixample para constatar que decenas de personas siguen durmiendo en la calle estas semanas de estado de alarma. Según Arrels, más de 100 indigentes pernoctan a la intemperie estos días. Una veintena de ellos escogen los alrededores del Arc de Triomf para dormir. 

Este grupo de indigentes asegura que unos agentes de los Mossos les dieron una fotografía del sospechoso. La imagen muestra a un hombre moreno, calvo y con bigote. Las personas sin hogar no hablan demasiado de los homicidios, pero el grupo está convencido de una cosa: el posible asesino no es una persona que duerma en la calle. "Nosotros no nos matamos entre nosotros", zanja Jaime.

Estos días de confinamiento, los vecinos se muestran más solidarios con este colectivo. "La gente está ayudando más que antes. Nos traen comida", comenta Jaime, de 51 años. El más joven es Jesús, un zamorano de 30 años, con el rostro curtido tras años sobreviviendo en las calles. "En el Condis, donde yo pido, me dan más que antes de la pandemia", explica. 

EL PELIGRO DE LA CALLE

Entre el 16 y el 18 de abril, en un espacio de tiempo de 48 horas, la policía recibió sendos avisos sobre dos indigentes gravemente heridos. En ambos casos, los sanitarios solo pudieron certificar la muerte. En la calle, recuerdan, el peligro es constante. "Nunca sabes lo que te puede ocurrir. Hasta te pueden quitar la vida", suelta Ángel. "Mira, hasta en tres ocasiones", lamenta Jesús.

Pertenencias de una persona sin hogar en el Auditori de Barcelona, en la zona donde murió una de las víctimas el 16 de abril / MA



Desde Arrels creen que los homicidios han recibido más atención mediática debido a la situación de confinamiento. Desgraciadamente, señalan, las muertes violentas de personas sin hogar suceden cada año. "Violencia en la calle siempre ha habido, pero a las personas sin hogar les cuesta mucho denunciar o decir que han sufrido una agresión", explican. Para Ángel son muertes que no interesan demasiado. "No importan mucho, no somos gente famosa", dice.

GRUPOS 

Hace unos días, la entidad recibía la recomendación de los mossos de proponer a los indigentes que se dirigen a un albergue o cualquier recurso de emergencia abierto estas semanas para estar más seguro. En caso de quedarse en la calle, la policía recomienda que se autoprotegan formando pequeños grupos aunque eso signifique romper la medida de distancia social de seguridad de un metro y medio para evitar el contagio del Covid-19.

En los alrededores de la Sagrada Familia, uno de los educadores ha notado que los indigentes pasan el día más agrupados, aunque no perciben un cambio de comportamiento generalizado. Jesús duerme muchos días en Sant Vicenç de Calders, en un cajero que tiene fichado. Se desplaza hasta este municipio tarraconense porque no se fía de la calles de Barcelona. "Ahora hay más gente en la calle y habrá más", pronostica Jaime. Excepto una mujer, los cuatro viven en la calle. Ninguno se ha acercado al campamento que el Ayuntamiento de Barcelona abrió el 4 de abril en un pabellón de la Fira de Montjuïc.

PELEAS EN FIRA  

"Un conocido nos dijo que ni se nos ocurriera", dice Jaime. Cuentan que en este albergue improvisado las peleas son frecuentes. La mezcla de diferentes nacionalidades es una mezcla explosiva que genera conflictos diarios. Además cuando entran deben estar confinados 20 días sin poder salir. "Han montado una cárcel", ilustra Jaime. Desde Arrels explican que muchas personas evitan confinarse en la Fira por miedo a contagiarse.

Indigente durmiendo en l'Eixample durante el confinamiento, este mes de abril / GUILLEM ANDRÉS



En la calle, los educadores de la entidad perciben personas diferentes a las habituales. Estos días, además, se muestran más abiertas a relacionarse. "Normalmente les cuesta más formar un vínculo y tener conversación por la limitación de relacionarse con el entorno", ilustran. 

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