Más de una treintena de heridos, entre ellos 20 agentes de los Mossos d’Esquadra, tres de la Guardia Urbana y siete ciudadanos, dos tiendas saqueadas, destrozos en dependencias del Ayuntamiento de Barcelona, una cincuentena de contenedores en llamas y un total de 14 personas detenidas, dos de las cuales eran menores de edad. Es el resultado de las dos noches de disturbios en la ciudad, después de las concentraciones del viernes y el sábado contra las restricciones por el Covid-19. Las manifestaciones las convocaron sectores afectados por las medidas, como el de la restauración, y también colectivos que protestaban contra los desahucios. Y en ambas ocasiones derivaron en graves incidentes al terminar. ¿Quién está detrás?

Tras la primera noche de incidentes, el pasado viernes día 30 de octubre, el director general de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, explicó a RAC1 y Catalunya Ràdio que el cuerpo no esperaba “ese nivel de violencia”, y que por eso el dispositivo se vio totalmente sobrepasado. En seguida se comenzó a hablar de la posible motivación de los alborotadores, e incluso el comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent apuntó este lunes que los disturbios habían sido provocados por grupos diversos entre los que había “personas de la extrema derecha y radicales del fútbol”. Afirmaciones que matiza este martes Toni Castejón, portavoz del SAP-Fepol, el sindicato mayoritario de la policía catalana.

Un agente de la BRIMO de los Mossos d'Esquadra durante los disturbios en Barcelona / EFE



LA VERSIÓN DE LOS SINDICATOS POLICIALES

En declaraciones a Metrópoli Abierta, Castejón apunta que si bien es cierto los Mossos d’Esquadra detectaron la presencia de miembros de los Boixos Nois, los ultras del Barça, el viernes pasado en plaza Sant Jaume, muchos de ellos acudieron porque trabajan en el sector del ocio nocturno. “Evidentemente ahí estaban los restauradores, pero también grupos de extrema derecha y extrema izquierda. Fue muy raro”, señala. Pudieron reconocerlos porque ya habían sido identificados anteriormente. Y añade: “Llegó un punto que los compañeros de la BRIMO se preguntaban si acabarían pegándose entre ellos”. Finalmente, los fuertes disturbios acabaron en enfrentamientos con la policía.

“Ahí estaban los de siempre. También había gente muy joven que se deja arrastrar y antisistemas”, afirma Castejón, antes de poner en duda la versión que Sallent dio tras las protestas. “No se puede culpar a la extrema derecha. Los de los saqueos eran menas”, puntualiza. Enumera igualmente los factores que podrían haber provocado los disturbios: el toque de queda, los bares cerrados… “Todo esto instiga a esos jóvenes a divertirse así, porque además ellos lo ven de esta manera”, señala. Una violencia callejera que se pudo ver en otras ciudades de España, como Madrid, Logroño, Burgos o Santander. “Se está investigando si existe un nexo entre todos ellos”.

Radicales lanzan objetos contra la policía el pasado fin de semana en la Via Laietana de Barcelona / CSIF



ZAMBRANO SEÑALA HACIA EL AYUNTAMIENTO

Contundente, aunque contra los responsables del Ayuntamiento, se muestra también Eugenio Zambrano, portavoz de la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF). No entra a valorar la tendencia política de los alborotadores, y los califica de “grupos organizados y heterogéneos sin simbología” visible: “No iban con una pegatina en el pecho (…) Gritaban consignas contra la alcaldesa. Lo que ahí había era un hartazgo por parte de la ciudadanía. Se mezcló todo. El elemento comunicador entre todos ellos es que están cansados de la política”.

El sindicalista acusa a los responsables municipales de inacción policial durante las protestas al no activar a la unidad antidisturbios de la Urbana (UREP). Esto es, a Ada Colau, Albert Batlle, concejal de Seguridad, y Pedro Velázquez, intendente mayor y jefe de la Guardia Urbana: “Tienen que hacer una profunda reflexión, no pueden mirar hacia otro lado”.

Zambrano lamenta que el estado anímico de los agentes de la Guardia Urbana estos días es de “desazón”. Y es que algunos de ellos se sienten utilizados: “Nos están llevando a una omisión del deber de perseguir delitos. Ahí nos lleva Colau. No se puede usar a la policía por motivos políticos, como está pasando”.

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