Una jungla de chatarra, la herencia de un 'histórico' narcopiso del Raval
Los Mossos d'Esquadra desalojan al okupa de un piso insalubre donde se consumía y se trapicheaba
13 noviembre, 2020 00:00Noticias relacionadas
El fenómeno de los narcopisos de Barcelona –pisos donde se vende y consume droga– apareció en 2013, pero su eclosión se produjo en verano de 2017. En esas fechas, los bajos del número 3 de la calle Sant Erasme, un piso de la Generalitat, eran okupados por un hombre que rondaba los 40 años. Consumidor habitual, también trapicheaba y el local se convirtió en lugar de paso para toxicómanos. "Era un histórico, uno de los primeros narcopisos", recuerdan desde Acció Raval. Este miércoles, los Mossos d'Esquadra desaojaban el apartamento, convertido en una jungla de chatarra acumulada en los últimos años.
"No era un narco al uso ni pertenecía a ninguna mafia y el local no reunía al 100% los requisitos de un narcopiso", explica el portavoz de la plataforma, Ángel Cordero. Sin embargo en el interior se traficaba con drogas y también se consumían, una actividad que se realizaba de manera "muy intermitente". El punto de venta se reactivaba cuando el inquilino se drogaba en abundancia. Entonces, también crecían los conflictos denunciados por los vecinos en numerosas ocasiones.
INSALUBRIDAD
"¡Hoy es un día histórico!", celebraba una mujer al salir del portal. La actividad de este local representaba un problema de "insalubridad impresionante" y de limpieza. Mal pintada con diversos colores, la puerta de hierro entre abierta revelaba este miércoles un gran almacén de chatarra con centenares de trastos y objetos diversos. El particular stock incluía decenas de bicicletas desmontadas, trozos de parqué, montañas de hierros e incluso un coche, un Chrysler descapotable con matrícula de Madrid.
Desde Acció Raval explican que en este supermercado de chatarra se compraban objetos robados. Los Mossos aseguran no tener constancia de ello. La plataforma vecinal, que denuncia la existencia de 35 narcopisos en el barrio, definen este tipo de viviendas okupadas como "puntos conflictivos". A diferencia de un "narcopiso al uso", donde un grupo de personas usa el piso exclusivamente para vender droga, los inquilinos de estas casas se dedican a ello esporádicamente.
EDIFICIO PROTEGIDO
Agentes de los Mossos acompañaron a las 9.30 a la comitiva judicial y a representantes de la propiedad de la vivienda, un amplio local de más de 400 metros cuadrados. Se trata de una de las casa-fábrica que proliferaron en el Raval entre finales del siglo XVIII y el XIX. En 2018 el Ayuntamiento concluyó que hay 26 edificaciones de este tipo protegidas por su valor patrimonial. Son construcciones de una única pieza que cumplían una doble función: eran la fábrica y la residencia de los obreros.
NUEVE GATOS
El okupa y a otras tres personas que se hallaban en el interior no opusieron resistencia. Se llevaron varios bártulos, unas bicicletas, guitarras y un piano eléctrico. Los dueños habían concedido varias prórrogas a los ocupantes hasta que el proceso judicial terminó y un juez ordenó el desalojo. Hasta la casa, a unos pasos de la ronda de Sant Antoni, también se desplazó una protectora de animales que se llevó a nueve gatos que habitaban la finca. La enorme cantidad de chatarra dibuja diferentes pasadizos y hace impracticable el acceso a otras dos plantas superiores.
Los actuales propietarios compraron el edificio hace cosa de un año y medio. El antiguo propietario había fallecido y la Generalitat se quedó el inmueble hasta que lo subastó. Los dueños han instalado una verja metálica para impedir una nueva okupación. Durante estos años, los vecinos han denunciado algunas peleas y discusiones, a menudo fruto de la compraventa de las sustancias. También se quejaban de los malos olores que salían del lugar.
COORDINACIÓN
Acció Raval pone este desalojo como ejemplo de lo que se debería llevar a cabo en el resto de narcopisos. Los servicios sociales municipales ofrecieron al ocupante una alternativa a la calle. La entidad pide que se lleven a cabo actuaciones coordinadas entre Ayuntamiento y Generalitat ofreciendo, si es necesario, ayuda a personas en situaciones de vulnerabilidad. Además, los vecinos piden una Fiscalía de barrio que agilice las investigaciones.