La dueña de la pizzería Marinella vive una auténtica pesadilla. Marina (nombre ficticio), una italiana procedente de Cerdeña, jamás imaginó que un malentendido con el catalán pudiera llegar a amenazar la viabilidad de su negocio.
Un mensaje en Twitter del pasado viernes 4 de diciembre alertaba que el establecimiento, situado en el barrio de El Clot, se negaba a atender en catalán. Desde entonces, sectores radicales del independentismo iniciaron un acoso sistemático al restaurante.
El asunto ha llegado al extremo esta madrugada, cuando un grupo de desconocidos ha lanzado pintura contra la fachada del local y ha pintado “habla catalán o emigra” en la puerta. El texto iba acompañado de un “33”, que significa “Cataluña catalana”, un mensaje habitual entre los círculos neonazis catalanes.
TENSIÓN ENTRE CLIENTES
Según ha informado Marina a este medio, el conflicto empezó cuando un cliente habitual –con el que nunca había habido ningún problema– fue a recoger un pedido. Al llegar, el vecino preguntó por un servicio concreto del restaurante en catalán. La dueña del italiano le pidió que se lo repitiera en castellano o que hablase más lento porque no le entendía, y él replicó que le estaba “quitando el derecho de hablar en su lengua en su país”.
Marina afirma que se disculpó por su desconocimiento de la lengua catalana y le ofreció la opción de cancelar el pedido. No obstante, el cliente continuaba ofendido y la discusión continuó hasta tal punto que los demás presentes se inmiscuyeron en la disputa. Fue entonces cuando la dueña le invitó a irse porque "no quería vender una pizza a alguien que va a su casa a faltarle al respeto a ella o a sus clientes”.
PERSECUCIÓN Y AMENAZAS
Las amenazas verbales empezaron desde que el cliente salió por la puerta. “Me dijo que perdería todos los clientes catalanes y que las cosas no se quedarían así”, cuenta la dueña de Marinella con preocupación.
No obstante, el ascoso sistemático empezó a través de las redes sociales y de páginas de recomendación como TripAdvisor o Google. Durante una semana, Marina no ha parado de recibir llamadas, pedidos y reservas falsas. “Cada vez que descolgaba el teléfono me preguntaban si sabía hablar catalán o no”, explica.
Además, las redes sociales del restaurante fueron bloqueadas. A pesar de que la dueña del local especifica que aún no saben quién se ha encargado de hackear sus cuentas, afirma que cambiaron el nombre de su cuenta de Instagram a “Marinella Anticatalán”. A día de hoy han podido recuperar todos los usuarios, pero no quieren hacer ninguna declaración en las redes sociales para “acabar con esta pesadilla” lo antes posible.
VENTAS A LA BAJA
El fin de semana pasado fue muy duro en cuanto al número de clientes y pedidos recibidos en el italiano de El Clot. “Pasaban vecinos por delante, miraban el restaurante con mala cara y se iban”, recuerda la italiana.
Marina dice que llegó a sentirse tan asediada por las llamadas telefónicas que llegó a plantearse bajar la persiana del local. “Quería cerrar, tenía miedo a las amenazas y me preocupaba que el declive de las ventas continuara”, se justifica Marina.
RÉPLICA A LA CAMPAÑA DE ACOSO
Varios clientes se interesaron por difundir la versión de la dueña de Marinella en las redes. Desde entonces, empezó una gran réplica por parte de grupos constitucionalistas frente a la campaña de acoso.
“Me he sentido muy apoyada en un momento de desolación”, agradece Marina. Varios usuarios han pedido que se hagan pequeños pedidos al restaurante y han lanzado una etiqueta en Twitter para apoyar al establecimiento: #yoconrestaurantemarinella.
INVESTIGACIÓN ABIERTA
La responsable del establecimiento acudió a los Mossos d’Esquadra después de recibir las primeras amenazas verbales. Esta mañana, después de amanecer con las pintadas xenófobas en la fachada, los Mossos han acudido al restaurante y han abierto una investigación para saber qué grupo de desconocidos hay detrás de los destrozos del local.
No obstante, las pintadas ya han sido retiradas esta misma tarde y los mensajes xenófobos contra el italiano en las redes evidencian que detrás del acoso se esconden grupos ultras independentistas.