Los grandes problemas de La Verneda i la Pau: clanes de la droga y mafias de la okupación
Los vecinos denuncian el trapicheo constante en la calle y las usurpaciones conflictivas
5 febrero, 2021 00:00Noticias relacionadas
La Verneda i la Pau (28.883 habitantes) es un barrio dormitorio. Lo forman decenas de bloques, la mayoría levantados en los años 60. A la poca actividad comercial se le suman los locales que en los últimos años han quedado vacíos. Numerosas zonas verdes salpican la trama urbana con jardines y zonas arboladas. “Este es un barrio chulo para vivir, pero se está envejeciendo. Se vacía de gente joven y ha quedado en manos de los clanes”, comentan dos veteranas vecinas. “Si vienes de paso no percibes la inseguridad. El problema lo tienen los vecinos en el día a día. El miedo”, resume.
Los delitos han caído en picado durante la pandemia en Barcelona, también en el barrio del distrito de Sant Martí, que en 2019 registraba 1.491 personas en el paro. Pero existe una sensación de inseguridad latente entre los vecinos de este barrio al este de la ciudad. La Asociación de Vecinos La Pau y tres partidos políticos (ERC, Ciudadanos y Junts per Catalunya) coinciden en señalar los dos principales problemas: el negocio de la droga y las okupaciones, gestionadas por grupos delictivos que echan abajo una puerta a cambio de una suma de dinero.
ZONA 'COMPLEJA'
La Asociación de Vecinos Verneda Alta limita los problemas de seguridad a los robos en la calle a vecinos a causa de la falta de turistas y robos en interior de vehículos. "Aquí tenemos un problema con los locales vacíos por la falta de actividad económica. Algunos están okupados por gente joven y familias que no dan excesivos problemas, pero estamos atentos a los posibles conflictos de convivencia que puedan surgir", explica Sergio Pacho, miembro de la entidad vecinal. Pacho subraya la importancia de tener equipamientos e inversiones suficientes que ayuden a cohesionar el barrio.
Cuando cae la noche, dos traficantes a pie se apostan en uno de los puntos de venta. “Ya ha empezado la venta”, cuenta una vecina. También hay un coche. “Es por si tienen que huir a toda prisa”, comenta. En los últimos tres años, el trapicheo ha crecido en esta zona que colinda con el río Besòs. Pegado al barrio del Besòs i Maresme y La Mina (Sant Adrià de Besòs), la Verneda i la Pau conforma un distrito que tiene su “complejidad”, como reconocía el jefe de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez, en el Consell de Seguretat de Sant Martí el pasado 26 de enero.
PISTOLAS
Fernando Gómez, consejero del distrito de Junts per Catalunya, atribuye la actual “degradación” del barrio a los retrasos de obras urbanísticas –como la estación del AVE de la Sagrera y del Puente de Santander– y a la inacción municipal. “En los 80 tuvimos un problema importante de drogas, que desapareció en los 90 y 2000. Ahora ha vuelto a aparecer, acompañado de los conflictos en la calle, el incivismo y también las okupaciones”, señala.
Para Gómez, la construcción de 1.200 viviendas en la antigua fábrica de la Coca Cola y el espacio verde y actividad económica que podrá atraer la infraestructura ferroviaria, serán claves para dinamizar el barrio. Pero hasta que eso ocurra, reclama al Ayuntamiento que actúe y que no se limite a esperar la iniciativa privada. La diversidad de culturas, con un 13,8% de inmigración (3.980 personas en 2019), no genera conflictos de convivencia. Aquí, la delincuencia es nacional, subrayan los vecinos.
Una vecina considera que el miedo en el barrio es mayor que en la época dura de la heroína. “Ahora te enseñan la pistola”, dice. Algunos traficantes imponen la ley del silencio mostrando armas de fuego al vecindario. En febrero de 2020, un enfrentamiento entre dos clanes de etnia gitana relacionado con la droga derivó en un tiroteo que atemorizó a todo un barrio. Tres balas impactaron en un vehículo y en una parada del autobús en una refriega que no causó heridos, como mínimo, oficialmente.
DETENCIONES
El tiroteo, localizado en la calle del Concili de Trento, uno de los puntos negros del barrio, motivó una investigación de la División de Investigación Criminal (DIC) que “desarticuló un grupo importante de personas, actualmente en prisión”, explicó un mando de la policía catalana en el Consell de Seguretat, con la presencia del regidor de Seguridad, Albert Batlle. Entonces, la policía realizó un “trabajo intenso para minimizar la alarma social”. Durante todo el año pasado y la pandemia, relató una inspectora, se ha mantenido la presencia policial en el barrio con unidades de seguridad ciudadana de Mossos y Urbana. El pasado noviembre se “incrementó” la presencia de agentes para abordar “problemáticas enquistadas que generaban alarma social”.
Fuentes vecinales, sin embargo, critican la impunidad con la que se trapichea a diario. “No se esconden. Siempre hay investigaciones, pero no tienen consecuencias”, lamentan. La portavoz de ERC en Sant Martí, Lourdes Arrando, advierte de la preocupación ciudadana por el regreso de la droga. “Si la percepción es que la inseguridad ha subido, aunque los datos digan lo contrario, tenemos un problema”, reflexiona la consejera, que se muestra “muy preocupada” por las mafias de la droga.
OSCURIDAD
Los independentistas confían en que el Compromís Besòs-Maresme, un plan propuesto por ERC para transformar la zona en los próximos 15 años y aprobado en noviembre por el Ayuntamiento, sea la “punta de lanza” para reformar todo el eje del Besòs, también en políticas de seguridad. La falta de iluminación en algunos puntos también contribuye a generar una sensación de inseguridad, junto a la escasa actividad comercial y el poco movimiento de personas a causa de la pandemia.
Salvador Cuixart, un farmacéutico de la zona, considera que en los últimos años se ha avanzado en seguridad. Sabe bien lo que es sufrir en sus propias carnes la delincuencia. Hace más de 10 años recibió una puñalada en un atraco. También le han encañonado con un arma. "En aquella época se robaba más en los comercios. Ahora los robos son contra las personas. La última moda son los robos con patinetes eléctricos. Si no consiguen nada, da igual, te cogen y te tiran al suelo", explica.
PLANTACIONES DE MARIHUANA
Las plantaciones de marihuana son un grave problema en esta zona del Besòs. Se ubican en pisos okupados, a veces sin insonorización. El ruido atronador de los ventiladores y el fuerte olor causa molestias a los vecinos. “Las okupaciones conflictivas han subido mucho en la Rambla Guipúzcoa. Lo hemos denunciado en los consejos de barrio. El Ayuntamiento ha sido muy permisivo con la okupación”, reprocha Maria Eugenia Angulo, consejera del distrito de Ciudadanos. Asegura que ha pedido en reiteradas ocasiones un listado con las okupaciones de pisos de bancos y de particulares, y que el consistorio no facilita la información.
La consejera señala la calle Ca n’Oliva como una de las más problemáticas. También denuncia el incivismo de grupos de vecinos que se concentran en bares que no cierran en el horario establecido por las normas contra la pandemia. El control por las mafias de la okupación también degenera en conflictos entre grupos como el que se vivió en enero de 2020 con agresiones, machete en mano.