Los atracadores de clubes cannábicos actúan en grupos de entre tres y cinco personas, y el modus operandi, con algunas variaciones, se asemeja en todos los robos. Intimidan al recepcionista, en ocasiones con un cuchillo, y una vez dentro, hacen lo mismo con los socios que fuman en el interior. Se llevan el dinero en efectivo que encuentran y también marihuana. Los robos en estos locales se han incrementado en los últimos meses. Fuentes del sector contabilizan cuatro entre enero y febrero en Barcelona. Desde el centro de la ciudad, el dueño de una de estas asociaciones cuenta un episodio al mes, una cifra que en verano se elevó a dos.

Estas bandas aprovechan las restricciones sanitarias que impiden reuniones de más de seis personas para sorprender a sus víctimas. "Buscan la vulnerabilidad. Saben que está abierto y que no encontrarán demasiado aforo de personas", comenta la abogada Amina Omar Nieto, que representa a varias asociaciones de fumadores desde su despacho homónimo. Asegura que los robos han crecido durante la pandemia. Durante el último año cuenta unos siete, una cifra que en el pasado era menor.

MIEDO A DENUNCIAR 

En muchos de estos robos, la cámaras de seguridad resultan claves para identificar a los autores. Los Mossos d'Esquadra han llevado a cabo detenciones, pero no en todos los casos. Lo dificulta, en parte, la renuncia de muchos clubes a denunciar los robos a la policía. "Tienen miedo por si la denuncia puede motivar una actuación policial contra ellos. Tal vez, ese sea el motivo por el que los roban", señalan fuentes conocedoras del ámbito. 

Una ordenanza municipal regula la existencia de los 200 clubes que hay actualmente en Barcelona. En dos sentencias de noviembre de 2020, el Tribunal Supremo resolvió que el Ayuntamiento no es competente para regular las asociaciones cannábicas. En 2018, el Tribunal Constitucional ya declaró inconstitucional la Ley de la Generalitat en este ámbito. Al margen del reglamento aprobado por el gobierno de Ada Colau en 2016, las decisiones judiciales generan cierta inseguridad jurídica que aleja a los clubes a denunciar los atracos.

MORDAZAS

Rubén (nombre ficticio), gestor de una asociación de fumadores, sospecha que los atracadores son antiguos socios. "Es imposible que robes en un lugar si antes no has estado allí", observa. Estos clubes suelen localizarse en bajos de edificios, con puertas discretas, y no se identifican fácilmente. Los ladrones, cuenta este hombre, aprovechan la salida de un socio para entrar. La primera persona con la que se topan suele ser el recepcionista, que pide el DNI a todos los fumadores desde un control de acceso.

En varios casos, los atracadores amordazan a sus víctimas con cinta aislante, mientras saquean el local. "Sé que si pueden se llevan todo el dinero y el género que encuentran", añade. Omar, conocedora de varios atracos, detalla que en varios casos los atracadores se llevan un puñado de euros, entre 100 y 200 euros y que la hierba robada no supone "grandes pérdidas" porque los clubes no disponen de grandes cantidades. 

ALARMA EN EL SECTOR

La cantidad de marihuana permitida en los clubes, según Rubén, depende de la cantidad de socios. Calcula que un local tiene a disposición, aproximadamente, unos 80 euros en porros por persona y que muchas asociaciones tienen entre 200 y 400 socios. "Es fácil que en algunos momentos disponga de unos 3.000 euros en hierba. Este empresario afirma que los más veteranas, con miles de asociados, son el objetivo de los asaltantes.

Desde el sector admiten "cierta alarma" por los robos cometidos recientemente. Los robos ocurren en gran parte de los distritos. Algunos de ellos: Sants-Montjuïc, Ciutat Vella, Horta y Eixample. Omar rebaja la preocupación señalando que los robos también se producen en panaderías, joyerías y otros comercios. El pasado agosto se produjo un atraco en la calle de Aragó con una pistola, tal vez de fogueo, y un cuchillo. En esa ocasión también se llevaron dinero en efectivo. 

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