El local okupado, convertido en un narcopiso desde el pasado abril, tiene dos entradas que conducen a un escenario de mugre y desorden. La puerta de metal reforzada lleva a un cuartucho donde solo quedan unas cajoneras y un sillón. Una lata de cerveza descansa en el mueble de madera y hay una pequeña lámpara de escritorio en el suelo. Quedan algunos papeles en el suelo, pero nada comparable con la siguiente habitación.

El ambiente es más cargado que en la otra sala. La luz de la linterna del móvil ilumina un somier destrozado, un taburete, una silla y una vieja nevera garabateada con rotulador negro. Hay una garrafa rota, restos de papel de liar cigarrillos, envoltorios diversos, ropa usada tirada por el suelo y un contador de la luz sin tapa protectora. Muchos de los enseres y otros objetos podrían haber desparecido en las últimas horas antes de que una decena de mossos d'esquadra reventaran uno de los accesos.

FIESTA VECINAL

Muy probablemente, la presión vecinal ejercida en el número 27 de la calle Piquer durante los últimos ocho días precipitó la operación policial que este jueves desamantelaba dos puntos de venta de droga en los que también se consumía estupefacientes. Tras ocho días de caceloradas y meses aguantando peleas, robos y agresiones debajo de su casa, los vecinos celebraron el cierre de este conflictivo local con un brindis de cava. "Poble-sec, Poble-sec", gritaban en un alarde reivindicativo.

 

La policía ha detenido en este bajo a dos personas y ha recomendado a los dueños del local, un matrimonio mayor, que cambiaran la cerradura. El marido de Isabel Fernández esperaba que finalizara la actuación de los agentes con los nuevos candados en una bolsa de plástico. Cuando se han marchado sobre las 14.00 horas, un par de operarios se ha puesto a trabajar para sellar el acceso y evitar una nueva okupación. Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana han detenido en total de seis personas. Los otros cuatro se encontraban en el segundo narcopiso desmantelado ubicado en la calle Blesa, 10.

5.000 EUROS

El local tiene unos 50 metros cuadrados. Hay bolsas de plástico y suciedad diversa, un destartalado microondas y piezas de estantería desmontadas y apoyadas en el suelo. Seguramente el local, gestionado por un grupo de hombres y en el que en ocasiones dormía gente a cambio de pagar una suma de dinero, contenía más mobiliario y enseres personales. También hay lavabo, también destartalado, y un patio con otras prendas de ropa tiradas en el suelo.

Interior del antiguo narcopiso en una imagen de este jueves 30 de diciembre / METRÓPOLI

 

Mientras los agentes registraban su local, Isabel contaba que pagó 3.000 euros a la empresa Gestokupa por una desokupación extrajudicial que nunca llegó. Intentaron negociar con los ocupantes, pero al ver que era imposible un acuerdo, esta organización no actuó. Fue entonces cuando el matrimonio decidió denunciar a la justicia la okupación conflictiva. Luego se han gastado 2.000 euros más en los honorarios del abogado.

SILENCIO EN PIQUER

A Isabel le "dolió" las palabras del concejal de Sants, Marc Serra, cuando dijo que la propiedad no estaba "implicada" en la resolución del caso. "Algunos vecinos nos han cogido manía, pero nunca hemos tenido problemas con nadie". Este jueves han instalado una alarma para asegurar que la negra historia del narcopiso ha llegado a su fin. Esta noche el silencio ha reinado en la calle Piquer.

Noticias relacionadas