Vitalidad, emoción y técnica. Esa fue la esencia de la aclamada actuación que ofreció el pianista Levon Avagyan durante la 63ª edición del Concurso Internacional Maria Canals. Sobre un emblemático escenario como era el del Palau de la Música, el joven armenio de 26 años interpretó el 'Concierto núm. 3' de Prokofiev que le valió el reconocimiento tanto del jurado como del público, alzándose con el primer premio.
La sintonía que desprendió la actuación de Avagyan junto a la Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JONC), dirigida por Manel Valdivieso, le valió una ovación unánime y el reconocimiento tanto de profesionales como de aficionados. El joven ganó el premio concedico por el jurado, el cual ya le había valorado en eliminatorias anteriores, cuyo importe asciende a los 15.000 euros. También se llevó el galardón otorgado por el público presente, que votó esa misma noche, y que consitía en 25 horas de grabación y audición. Y por si fuera poco, también fue el candidato mejor valorado por los estudiantes de música que asistieron al concurso.
La suya fue la tercera actuación de una noche en la que también brillaron otras dos jóvenes promesas del piano. La primera en subir al escenario fue Anastasia Rizikov, que a sus 18 años interpretó el 'Concierto núm. 1' de Chaikovski por el que ganó el tercer premio de 6.000 euros. El segundo en actuar y en clasificarse fue el joven de 24 años nacido en Hong Kong, Hin-Yat Tsang, quien se llevó el premio de 10.000 euros.
PIANOS EN LA CALLE
La velada en el Palau de la Música, a al que asistió el conseller de cultura, Santi Vila, puso el punto y final a dos semanas de ensayos, pruebas y audiciones entre los 81 jóvenes pianistas de 31 nacionalidades diferentes que este año se presentaron al concurso. Entre ellos, solo un español.
Un evento cultural que no solo se vivió en las salas de audiciones, sino que también se celebró a pie de calle. Del 24 de marzo hasta el 5 junio, la organización volvió a sacar a la calle estos instrumentos de cola y los instaló por diferentes puntos de la ciudad para que pequeños y grandes pudieran sentarse en la banqueta por unos minutos y dejarse llevar por las teclas del piano.