Aunque en la pista aún no se ha proclamado el vencedor, tras las gradas hace rato que corre el cava. De fondo pueden oírse algunos aplausos puntuales, pero el éxtasis ocasional no logra interrumpir las decenas de conversaciones paralelas en desarrollo. Para una parte importante de los asistentes al Trofeo Conde de Godó, durante esta primera jornada del torneo, el tenis ha sido básicamente un pretexto para socializar, hacer negocios, exhibir producto y codearse con celebrities.

No esperen encontrarse con una burbuja de opulencia nada más cruzar la puerta de acceso al recinto. Lo primero con lo que se uno se topa no es precisamente un baño de glamour, sino varios estands promocionales de marcas deportivas y algún patrocinador del evento. Es la 'Fan Boulevard', una especie de calle comercial por la que hay que desfilar forzosamente antes de llegar a las cuatro pistas del torneo.

La imagen que uno proyecta en su mente cuando le hablan del “ambiente del Godó” transcurre en el Village. La línea divisoria entre fanáticos del tenis y el área 'VIP' la trazan unos amables agentes de seguridad que lejos del tópico 'portero de discoteca' musculado, aquí siempre lucen sonrisa y a la segunda vez que pones un pie dentro ya se han aprendido tu nombre.

DRESS CODE UN TANTO DISPAR

A partir de ahí se empiezan a ver más trajes y corbata por metro cuadrado que en una reunión del IBEX 35, lo que da a entender que pocos de los presentes han venido a ver cómo Albert Montañés bate a Guillermo García-López. Aunque lejos de lo que pueda parecer, el dress code no es nada homogéneo. Eso sí, a diferencia del baile de máscaras del Liceu, aquí la burguesía va desenmascarada, algo que los periodistas suelen agradecer.

Si las americanas son la prenda más reclamada, también hay quien luce camiseta, tejanos y deportivas, como Juan Carlos Navarro, que ha hecho acto de presencia durante esta jornada inaugural. Y, por supuesto, no faltan los que han optado por el clásico conjunto de camisa y chalequito, ni cabezas coronadas por gorros de paja.

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Pero si algo destaca de la vestimenta del Village es que las azafatas 'luzcan' minifaldas de tenista y sus compañeros, en cambio, lleven pantalones largos. Aunque no seamos malpensados, quizá rehusaron el look deportivo para ellos porque no era demasiado estético que se recolocaran continuamente la ropa interior a lo Rafa Nadal.

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'UN MERCADILLO PIJO' Y MUCHOS NIÑOS

Subiendo unas escaleras presididas por uno de los coches que patrocinan el evento se esconde la 'Terraza Market', con expositores de ropa, complementos y comida. “Un mercadillo pijo”, comenta de fondo el actor Bruno Oro, que también se ha dejado caer por el torneo. Muy hábilmente, el recinto tiene forma de pista de padel, por lo que los menos ágiles tienen que pararse a pensar para cruzar de bando.

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Al lado de la pista, un grupito de niños espera ansioso su turno para tomarle el relevo a los actuales recogepelotas. No son los únicos menores que desfilan por el torneo, algunos han tenido suerte y les han dejado saltarse el cole para venir al Godó. También aguarda igualmente impaciente un fan que busca el momento adecuado para abrir una valla y hacerse con una de las pelotas del partido en la pista 2.

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EN COCHE O...

Tras engullir algún canapé, llega la hora de comer y algunos optan por quedarse en el restaurante del Village. Otros, sin embargo, aprovechan para volver a casa y desfilan de nuevo hacia la puerta blindada por varios coches de exhibición. Es difícil aguantar una risilla al leer en el dossier de prensa que se recomienda el uso del transporte público. Para los que acaben animándose, no estaría de más recordar que este lunes 24 de abril es día de huelga en el metro.

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La salida del recinto coincide con un río de niños y adolescentes que se dirigen al Liceu Francès por el carrer de Bosch i Gimpera. Mezclados entre los que evacuan el Godó a pie, los más mayores recitan la lección de carrerilla, aquí los exámenes son orales.

Por delante, los platos fuertes de este trofeo: Rafa Nadal y Andy Murray. El mallorquín acaba de aterrizar en Barcelona para igualar su récord de títulos en Montecarlo. El escocés, número 1 del mundo, es el otro gran reclamo del certamen. Esta vez, el destino ha querido que solo puedan verse las caras en una hipotética final. Aunque como demuestra la pompa del Village, esto no solo va de tenis.  

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