Los Juegos Olímpicos de 1992 han marcado, personal y profesionalmente, a Jordi Vallverdú. Regidor del Ayuntamiento de Barcelona (1979-1987), vicepresidente de la Diputación y miembro del Comité Ejecutivo de la candidatura olímpica, visualizó el proyecto más ambicioso de la ciudad desde que en 1981 Narcís Serra tuvo la idea de llevar los Juegos a Barcelona. Figura clave en la unidad de las distintas instituciones públicas, gestionó las instalaciones olímpicas con perspectivas de futuro para garantizar su máxima rentabilidad.
En esta entrevista concedida a Metrópoli Abierta, quien fuera el director de Barcelona Promoció destaca el protagonismo de Pasqual Maragall y Josep Miquel Abad. Desde su privilegiada atalaya, repasa las claves del éxito, reivindica el legado olímpico y lamenta que Barcelona desaprovechara la gran oportunidad de llevar el metro hasta Montjuïc por los recelos de Jordi Pujol. También expresa su preocupación por el futuro del Estadi Olímpic.
¿Quién tuvo la idea de organizar los Juegos en Barcelona?
Narcís Serra. Él fue el primero en proponerlo en 1981 y quien habló con Samaranch para ver qué posibilidades tenía la ciudad. Serra tuvo el primer liderazgo para impulsar la candidatura y coordinó a todas las instituciones del país. Como estuvo poco tiempo, ya que en otoño de 1982 dejó de ser alcalde, este episodio se ha olvidado con el paso de los años. Eso sí, Pasqual Maragall cogió el relevo y se convirtió en la gran locomotora del proyecto.
¿Cómo se construyó esa candidatura ganadora?
Gracias al trabajo de mucha gente, pero destacaría dos nombres: Pasqual Maragall y Josep Miquel Abad. También fue determinante la buena sintonía entre las administraciones. En 1983, tres años antes de la proclamación, ya estaban representadas las cuatro instituciones en el comité ejecutivo de la candidatura: el Ayuntamiento, la Generalitat, la Diputación [del que Vallverdú era su representante] y el Estado. Todas ellas asumieron el proyecto como propio y se pusieron manos a la obra.
¿Cuál fue la influencia de Samaranch en la elección de Barcelona?
Jugó un papel trascendental. No de forma directa, porque no podía, pero sí facilitándonos los contactos internacionales. En la captación de votos, que al final era lo más importante, tuvieron un rol determinante tres personas ya fallecidas: Carles Ferrer Salat, Leopoldo Rodés e Ignasi Masferrer.
¿Cómo se financió la candidatura?
París era una de las candidatas y teníamos que configurar el proyecto más potente posible. Un momento clave fue cuando Narcís Serra fue a la Càmara de Comerç y pidió a 92 empresas de Barcelona que aportaran cada una 10 millones de pesetas a fondo perdido. Todas las empresas de la ciudad respondieron. Cuando crees en una idea, la gente es mucho más participativa de lo que algunos piensan. Pasó lo mismo con los voluntarios.
"Maragall quería aprovechar los Juegos para llevar el metro a Montjuïc, Zona Franca y aeropuerto, pero Jordi Pujol se opuso tajantemente"
La unidad política fue determinante para la elección de Barcelona, pero después hubo muchas tensiones...
De 1981 a 1986 hubo unidad política y por eso nos dieron los Juegos. De 1986 al 1992, en cambio, tuvimos todas las tensiones del mundo. La línea 9 del metro fue un claro ejemplo de ello. Maragall quería aprovechar los Juegos para llevar el metro a Montjuïc, Zona Franca y al aeropuerto. Era un razonamiento lógico, y con una idea de ciudad, pero Jordi Pujol se opuso tajantemente.
¿Por qué?
En la Generalitat estaban preocupados porque Maragall estaba cogiendo demasiado protagonismo. En todos los Juegos, la ciudad es quien acoge el evento y el alcalde es el organizador. Eso no gustaba al otro lado de la Plaça Sant Jaume por razones políticas.
Un episodio crítico fue la inauguración del Estadi Olímpic, en 1989, con el Mundial de Atletismo. ¿Qué pasó aquel día?
Yo ya estaba gestionando el Estadi Olímpic y lo pasé muy mal, pero de aquello aprendimos. Ese día cayó el diluvio universal y el estadio no aguantó. No es que hubieran algunas goteras en la tribuna... ¡Aquello era una auténtica tromba de agua! Ese fracaso nos fue muy bien, ya que aprendimos que no éramos los mejores del mundo, como nos pensábamos. Nos pusimos a trabajar para que los Juegos fueran impecables.
El hockey en Terrassa, el balonmano en Granollers, el baloncesto en Badalona...¿Cómo se eligieron las sedes olímpicas?
El comité organizador y las áreas deportivas de todas las administraciones nos pusimos de acuerdo para repartir las sedes. Era importante que todo el país se hiciera suyo el proyecto. Josep Maria Vilaseca (Generalitat), Enric Truñó (Ajuntament) y yo (Diputación) conseguimos un consenso institucional que permitió repartir las inversiones. Así, se eligieron las sedes para que sus instalaciones tuvieran continuidad más allá de los Juegos. Con esta decisión hicimos partícipes a muchas otras localidades, como Badalona, Granollers, Castelldefels, la Seu d'Urgell, Terrassa, Valencia...
Barcelona se presentó al mundo en la inauguración. Y fue un éxito rotundo. ¿Quién ideó todo aquello?
La persona clave fue Lluís Bassat. Y evidentemente Pepo Sol, el productor de las ceremonias. Elegir a la Fura dels Baus y als Comediants era una apuesta arriesgada pero imaginativa, que salió a la perfección. David Stern (comisionado de la NBA) me dijo tras los Juegos: “Yo esperaba de vosotros una imaginación desbordante en la ceremonia de apertura, pero no esperaba que una carrera programada a las 22:03 empezara exactamente a las 22:03". El éxito de Barcelona fue la combinación entre la imaginación mediterránea y una precisión germánica.
Por ello Samaranch dijo aquello de “los mejores Juegos de la historia”.
Se dejó llevar por la euforia, como todos, pero tenía razón. Había una organización muy bien preparada, pero la suerte también jugó su parte. Todo nos salió a la perfección.
¿Qué significaron los Juegos para la ciudad?
La recuperación de la playa y la creación de las rondas son los dos grandes legados urbanísticos de los Juegos. Y el tercero tendría que haber sido el metro, pero no pudo ser. Estos cinco kilómetros de playa, que van del Fòrum al Hotel Vela, nos han situado como gran destino turístico mundial.
Las 22 medallas del deporte español también contribuyeron al éxito de Barcelona '92.
Sí. Hubo una conjunción de estrellas en algunas medallas, como las que ganaron García Chico y el hockey femenino en su debut en unos Juegos. Las federaciones hicieron un gran papel, pero el gran salto del deporte español llegó con la implantación del plan ADO, cuyos resultados se recogieron en Barcelona y en los 25 años siguientes.
Los éxitos del deporte español, antes, eran esporádicos.
Barcelona '92 fue el punto de inflexión. Esos Juegos explican que España tenga hoy grandes deportistas como Rafa Nadal, Fernando Alonso, Pau Gasol y Mireia Belmonte. En los deportes de equipo, España también es un país poderoso en balonmano, baloncesto, fútbol, hockey y un largo etcétera. Todo viene de los Juegos.
Usted ha jugado un papel determinante en el llamado postolimpismo...
Desde la concesión de los Juegos en 1986, Maragall estaba preocupado por rentabilizar las instalaciones olímpicas y me puso al frente de Barcelona Promoció. Los Paralímpicos terminaron el 14 de septiembre y en los siguientes 30 días hicimos hasta 35 actos en las instalaciones olímpicas. Entre ellos, un concierto de Michael Jackson con un Estadi Olímpic completamente lleno. Queríamos demostrar que la vida no se acababa con los JJOO, como había ocurrido en otras ciudades.
¿Cuál era su modelo?
Nuestro ejemplo siempre fue Múnich, cuyas instalaciones todavía parecían modernas 25 años después de los Juegos del 72. El tiempo también ha demostrado que el diseño de la Vila Olímpica fue un gran acierto.
"Quisimos preservar el legado histórico del Estadi Olímpic y no supimos aprovechar los Juegos para hacer una instalación nueva y moderna"
¿Qué se pudo haber hecho mejor?
El Estadi Olímpic. Quisimos preservar su legado histórico y no supimos aprovechar los Juegos para hacer una instalación nueva y moderna. En 1997 llevamos al Espanyol, que estuvo en Montjuïc hasta 2009, y nos inventamos los Barcelona Dragons, con asistencias superiores a los 40.000 espectadores en algunos partidos. La otra instalación que no supimos rentabilizar fue el Velódromo de Horta, que lo construimos para los Campeonatos del Mundo de 1984. A finales de los años 80 acogió muchos conciertos, como por ejemplo uno de Lou Reed, pero el Palau Sant Jordi se lo comió desde su inauguración.
¿Qué se debería hacer para rentabilizar el Estadi?
El Espanyol se fue por motivos patrimoniales y sentimentales, pero llegó a Montjuïc con 17.000 abonados y se marchó con 31.000. El acuerdo del traslado lo negocié personalmente con José Manuel Lara. En una ciudad mediterránea como la nuestra, un estadio con capacidad para 55.000 espectadores solo puede estar ocupado por un equipo de fútbol. Hace años, grandes inversores árabes, rusos y norteamericanos entraron en el fútbol europeo y Barcelona tenía que haber promocionado al Europa o al Sant Andreu porque en esta ciudad podrían convivir tres equipos en Primera División. No hubiera sido ninguna barbaridad. En Lisboa hay cuatro clubes en la máxima categoría y en Londres, siete.
¿El 'Open Camp' es una buena alternativa?
Es una gran solución para el Estadi Olímpic. La iniciativa comenzó con el gobierno de Xavier Trias y con un acuerdo muy restrictivo para el responsable de Open Camp. Este proyecto necesita ayuda institucional, que no pasa necesariamente por una subvención, porque el grado de aceptación es muy superior al de otros parques temáticos. El Estadio Olímpico de Múnich y el de Roma ya se han interesado por esta iniciativa. El Open Camp, además, es una buena solución para descongestionar el turismo.
¿Le parece correcto el homenaje que el Ayuntamiento ha preparado para conmemorar el 25 aniversario de los Juegos Olímpicos?
La presentación del programa, en el Saló de Cent, fue excepcional y también se han hecho bien algunos actos pequeños, pero falta homenajear la fecha mágica, que es el 25 de julio. La inauguración merece una gran celebración, que tenía que haberse celebrado en el Estadi Olímpic y con las gradas llenas. El Ayuntamiento tenía que haber preparado la ceremonia con un año de antelación y hablar con la Fura dels Baus, els Comediants, los Manolos y Josep Carrera. Y encender junto a ellos el pebetero. Nadie se hubiera negado. Los Juegos también fueron muy importante para ellos.
¿Qué ha pasado en el Ayuntamiento?
Las discusiones internas han generado muchas dudas en el gobierno municipal y pienso que es un error que el acto central se haga en la plaza Catalunya, de por sí siempre llena. Durante mucho tiempo valoraron un homenaje en el anillo olímpico, pero les dio miedo que la gente no respondiera.