Isabel Porta tiene 54 años y trabaja como responsable de limpieza. Vive con su marido y es muy cabezota. Su vida transcurría con normalidad hasta que el pasado 11 de agosto sufrió un ictus estando en casa. No sabía que era lo que le estaba pasando. Notó como se le inmovilizaba la parte derecha de su cuerpo. Tozuda como es ella, arrastró la pierna como pudo hasta el baño y todavía se duchó antes de acudir al hospital.
Hasta el 11 de agosto Isabel compaginaba su trabajo con las labores del hogar. El ictus lo cambió todo. Por ahora, sigue ingresada en el hospital, donde realiza terapia para recuperarse. “Es un proceso muy lento. Sí que ves que mejoras, pero deseas recuperar la movilidad que tenías antes, la destreza, la agilidad y la verdad es que a veces es muy decepcionante lo lento que va”, señala.
“Si antes fregaba los platos en siete minutos, ahora tardo una hora”, lamenta Isabel, que cada día acude durante una hora a la sala de terapia ocupacional del Parc Sanitari Pere Virgili. Allí practica labores tan cotidianas como tender la ropa, lavar los platos o llevar un vaso en una bandeja. Antes eran acciones habituales, ahora son retos que, paso a paso, va superando. “Lo que encuentro es que todo lo que hago me cansa mucho”, explica mientras reposa entre actividad y actividad.
CAMA, COCINA Y BAÑO
La sala recrea un piso. Tiene cocina, cama y baño. Allí, trabajan la autonomía y las actividades en la vida diaria. “Estas mismas actividades del día a día son recursos terapéuticos que nos sirven para recuperar funciones perdidas. Trabajar algo como lavar los platos nos puede servir para mejorar la sensibilidad que ha quedado alterada tras el ictus”, explica Nuria Plaza, terapeuta ocupacional y coordinadora de las terapias.
Las actividades se adaptan a las necesidades y la evolución de los pacientes. Roser Isern trabaja pelando una manzana. A ella el ictus le afectó en su lado izquierdo. Fue el 14 de julio y poco a poco ha ido recuperando la movilidad en la pierna. Ya nota que pronto podrá volver a andar. Con el brazo lo lleva peor, aunque ha conseguido empezarlo a mover por si sola.
Hasta que le dio el ictus, Roser, de 83 años, vivía sola y era autosuficiente. Ahora asume que necesitará ayuda, aunque no tiene claro lo de ir a vivir con sus hijos. Dice que lleva muchos años viviendo sola y le costaría acostumbrarse. Aunque no lo dice, se le nota también que no quiere molestar. Por ahora se centra en recuperar la movilidad en su brazo.
El ictus es equivalente a un ataque al corazón pero afecta el cerebro. Un tercio de las personas que lo sufren fallece. Otro tercio se recupera y el restante queda con secuelas. Tanto Roser como Isabel son del tercer grupo y acuden diariamente a la sala de terapia ocupacional. El Parc Sanitari Pere Virgili fue pionero hace 10 años en Catalunya al convertir la sala en una recreación de una vivienda. Desde las 9:30 y en turnos de una hora, los pacientes entran de cinco en cinco al piso, donde trabajan con los terapeutas. Más de 650 pacientes han pasado por allí desde 2016.
PACIENTES DE TRAUMATOLOGÍA
Por la sala, además de personas que han sufrido un ictus, también pasan pacientes de traumatología o con alteraciones respiratorias y cardiopatías. “Si tienen un problema respiratorio, les enseñamos como han de respirar a la hora de vestirte. Como ponerse un pantalón para no fatigarte. Se llama economía de energía, que permite tener una mejor calidad de vida”, explica a Metrópoli Abierta Nuria Plaza.
Tender la ropa es una de las actividades que se practica en el aula piso / PABLO ALEGRE
A Jordi Amorós, que tiene 86 años, le operaron hace 11 de la cadera derecha y ahora le ha tocado a la izquierda. Tras un mes recuperándose y trabajando en el aula, este martes recibe el alta. En la sala ha aprendido a ponerse los zapatos y quitarse los calcetines utilizando herramientas. Concretamente, un calzador y unas pinzas de cocina.
ADAPTARSE A LA NUEVA VIDA
“En las ortopedias la cosas están estandarizadas, pero hay veces que no se adaptan a las necesidades de la persona”, cuenta la terapeuta Nuria Plaza, por lo que en estos casos los terapeutas les facilitan utensilios que tienen otra función o los adaptan al paciente.
También ayudan a las familias a adaptar la vivienda a las necesidades del paciente, para que cuando vuelva a casa pueda tener una vida lo más independiente y cómoda posible. “Nos traen planos o fotografías de la casa y les orientamos en las adaptaciones que han de hacer. A veces se han de hacer obras, pero a veces no hace falta. Con algunas adaptaciones que les recomendamos podemos conseguir que la persona se mueva de manera autónoma en su casa”, explica Nuria Plaza.
Jordi, que cuando reciba el alta este martes se irá a casa de su hija, tiene claro que se pondrá en la bañera un adaptador para poder ducharse sentado con el que ha estado practicando en la sala. “A mi me gusta y en casa lo tendré. Aunque si no lo tengo, no lo dudes que me limpiaré, con una esponja o con lo que sea”, señala entre risas.
Y es que el sentido del humor y el optimismo están muy presentes en la sala. “Lo importante es no pensar ¿por qué me ha pasado esto? Lo importante es pensar que ha pasado y hay que salir. Para salir hay que poner mucho esfuerzo. Mi objetivo es recuperarme en un 95%”, explica Isabel, que se muestra preocupada por recuperar su letra, de la que estaba muy orgullosa.
Su terapeuta, Nuria Plaza, cuenta que ha mejorado mucho en los diez días que lleva acudiendo a la sala. Ya ha vuelto a escribir y puede firmar. Cada día hace ejercicios de caligrafía para recuperar esa buena letra de la que presume.
REEDUCAR
Cuando se sufre un ictus, no todo el mundo es capaz de recuperar la destreza o movilidad de la parte afectada. En esos casos, los terapeutas trabajan con los pacientes un cambio de dominancia.
El proceso de recuperación del ictus es muy largo, puede durar años en algunos casos. En la sala atienden la primera parte de la recuperación, pero luego han de volver al hospital de día, que es un aula similar cuyos pacientes son más autónomos y no están ingresados, o trabajar con rehabilitación domiciliaria.
Los terapeutas están coordinados con los servicios sociales. “Nuestro trabajo sirve como valoración para decidir qué necesidades tienen de ayuda en su casa”, explica Nuria Plaza. Además de incidir en la recuperación, se encargan de prevenir caídas, porque los pacientes suelen ser gente mayor. Al reamprender una habilidad perdida o practicar una acción que puede comportar problemas de movilidad como entrar en la bañera o salir de la cama, también se corrigen posiciones o se mejora la seguridad.