No saben qué decir. Están en un funeral y no saben cómo reaccionar. En esta escena se enmarca la pieza iUanMi –sí, se escribe tal como se pronuncia– de Lali Ayguadé que ha presentado en el Mercat de les Flors. A través de cuatro intérpretes –Anna Calsina Forrellad, Nick Coutsier, Marlène Rostaing y Diego Sinniger de Salas– el espectador se acerca a la muerte y a la transformación del individuo. Se trata de la segunda pieza de larga duración de la coreógrafa después del éxito de KOKORO.
Lali Ayguadé (Barcelona, 1980) tiene un estilo único: los movimientos secos y tajantes de sus piezas contrastan con otros más fluidos y orgánicos. Siempre con un denominador en común: la abstracción. En momentos, su danza contemporánea se aproxima al popping y la energía de los movimientos, junto con la escenografía y el juego de luces, embriaga el patio de butacas.
La pieza transcurre con dinamismo, cambios de escenas. De repente, suspensión. Silencios sostenidos. Rabia sostenida. Dolor y amor sostenidos. Los cuerpos parecen agua y aceite: que quieren fundirse, pero no pueden. Los cuerpos se vuelven un “quiero, pero no puedo”. Luego, las palabras. Y la música afrancesada, que en momentos determinados parece la banda sonora de Amélie. Y un teléfono enloquecido que no para de sonar. Y de comunicar. Los gestos recuerdan a la pieza Smoke de Sylvie Guillem.
El éxtasis de la pieza llega con una fiesta electrónica. Los bailarines se mueven enloquecidos, cada uno a su manera, como si se hubieran tomado LSD. La música retumba, sus cuerpos se sacuden y, después de todo, después del culmen... el mar. Shhhh. El sonido de la calma. Llega el mar –el alivio– y los bailarines se vuelven olas. Ríen y se mueven sin saber qué decir, sin saber cómo reaccionar. Solo siendo... hasta llegar al final.