Aproximadamente un 66 % de la recolección mundial de uva se dedica a la producción vinícola; el resto es para su consumo como fruta. A pesar de ello, el cultivo de la vid cubre tan solo un 0,5 % del suelo cultivable en el mundo.

El cultivo de la vid está asociado a lugares con un clima mediterráneo, de ahí que la mitad de la producción mundial de vino la concentran tan solo tres países mediterráneos Francia, España e Italia. De ahí que los españoles -y en concreto los catalanes- seamos tan aficionados.

Restaurantes, bares o tiendas, estos establecimientos barceloneses dedican su labor al vino. Bodegas descomunales, selección cuidadísima, especialización en una vertiente vinícola… Sea cual sea su valor, son unos ‘must’ que visitar si eres un ‘winelover’.

 

Windsor

Este emblemático restaurante barcelonés, consagrado a la cocina catalana contemporánea, merece una visita no solo por su refinada gastronomía de mercado y su interiorismo  exquisito, sino también por su impresionante bodega, con más de 400 referencias, que refleja la filosofía de unir tradición y vanguardia del restaurante.

Encontramos aquí desde botellas populares hasta joyas desconocidas por el gran público, con un  especial énfasis en etiquetas de las DO catalanas. Una apuesta que el año pasado valió a Windsor ser distinguido como el restaurante con la mejor oferta de vinos catalanes de la ciudad de Barcelona en la categoría A (precio medio de más de 40 euros), en el certamen Cartaví. Además, la bodega de vinos se presenta a los clientes en formato digital, ya que se trata de ‘tablets’ que incorporan una carta interactiva.

Windsor



Còrsega, 286

 

La Festival

Una tienda de vino que respira hispterismo. En una de las calles más concurridas de Gràcia se encuentra este establecimiento moderno e industrial, que parece aportar un aire fresco a este sector a base de un lenguaje más popular y quizá más lúdico para acercar el vino incluso a quienes no saben nada acerca de él: aquí las botellas no se clasifican por categorías y procedencias (para cuyo entendimiento hay que tener una cierta cultura vinícola), sino por momentos de consumo como (véase, por ejemplo, las etiquetas para abrir “en tête a tête”). Además, organizan catas y eventos de inspiración joven. En los lineales se encuentran mayoritariamente propuestas ecológicas, naturales y biodinámicas, procedentes de bodegas pequeñas y medianas, que trabajan artesanalmente. También hay vino a granel para los más modernos o viejunos, según como se vea. 

Verdi, 67.



 

Monvínic Store

Hablar de vino en Barcelona sin mencionar el sello Monvínic sería un pecado. Este grupo dedicado en cuerpo y alma a la cultura del vino empezó sus andanzas con un establecimiento camuflado bajo la apariencia de un restaurante y ‘wine bar’ con nada más y nada menos que ¡3.000 referencias internacionales cuidadosamente seleccionadas! Pero aquí también se presentan como un centro divulgador, de documentación, un espacio para catas y conferencia con un extenso calendario de actividades… Convertido en templo de los gastrónomos y amantes de Baco, prosiguieron su aventura lúdica con la apertura de un almacén online donde dar con las mejores etiquetas de todo el mundo. Ante el éxito de esta iniciativa, el proyecto sigue con la recién inaugurada Monvínic Store, justo al lado del restaurante, donde los sibaritas podrán encontrar unas 1.500 referencias de elaboradores artesanales de todo el mundo a precios contenidos. Y uno de sus principales valores es, sin duda, el asesoramiento experto que ofrece su equipo.

Diputació, 251.



 

L’ànima del vi

Un pequeño local en una esquina del barrio del Born. Un ambiente a medio camino entre una taberna y una bodega cuyas estanterías se llenan tanto de botellas como de polvo (como debe envejecer el vino). La carta se dedica única y exclusivamente a los vinos naturales, sin aditivos. Marcas singulares, etiquetas de diseño, tesoros de microproductores franceses y españoles. Esta es la propuesta del erudito dueño del lugar, Benoît Valée, un francés afincado en Barcelona cuya pasión, lo entenderéis rápidamente, son sus vinos disponibles para comprar o para degustar in situ con una pequeña oferta gastronómica de selectos productos gourmet. Si le preguntáis acerca de sus vinos, seguro que os dará una clase magistral. Una excelente manera para adentrarse de forma personalizada en el mundo en auge de los vinos naturales.

Vigatans, 8.



 

La Volàtil

Restaurante, sí, pero antes bar de vinos. Aquí, sea comestible o bebible, el protagonista indiscutible es el producto, como explica su joven equipo de sala y cocina. Toda una declaración de intenciones que se expresa con una carta de tapas que ensalza la tradición y la sencillez para disfrutar al máximo del sabor original de la materia prima, pensada para acompañar una selección de cerca de 200 vinos. Casi todos ellos son naturales (o por lo menos con el mínimo de alteraciones químicas) y están disponibles en botella o por copas en algún caso. Un lugar joven, moderno y simpático.

Muntaner, 6.



 

Vila Viniteca

Si hay alguna bodega que haya contribuido a expandir la cultura del vino en Barcelona, esa es Vila Viniteca. Lo que fue un negocio modesto nacido en el barrio del Born en 1932 es ahora un gigante que distribuye más de 7.500 vinos y licores, que tiene un club de vinos, que monta catas de todo tipo para todo tipo de cliente, sea novel o experto, e incluso organiza la cata de vinos por parejas más importante del mundo. Ah, y que vende delicatessen gastronómicas como jamón de bellota 100% ibérico, quesos internacionales, conserva, aceites, vinagres, dulces, chocolates…

Aguillers, 7 y Illa Diagonal (Diagonal, 557).



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